Las perplejidades de un docente. González Ruano, Martínez Gargallo y sus improbables aliados.

S vive en España, yo en Bruselas. Como algunos de los que leen este blog lo saben, soy profesor en Lille, Francia. Para preparar mis clases sigo un poco lo que dice la prensa española y latinoamericana y, a veces, le mando a S algún que otro artículo con un comentario rápido. Comparto con los lectores de este blog mi último mensaje.

SN

Hola S,

Acabo de leer un curioso artículo de El País que explica que la disciplina de voto es lo normal : http://politica.elpais.com/politica/2016/10/19/actualidad/1476866953_521017.html

… pero omite preguntarse si no hay que tomarse también un poco en serio la libertad de voto que el constituyente otorgara a los diputados, que podría ser un elemento fundamental del edificio democrático.

(Nota del 25 de octubre: « Los miembros de las Cortes Generales no estarán ligados por mandato imperativo », dice el artículo 67 de la Carta Magna : http://www.eldiario.es/politica/Constitucion-excluye-imperativo-gestora-PSOE_0_572892951.html )

El desparpajo con el que El País prodiga las lecciones de moral no deja de fascinarme: no encuentro esta manera de pontificar y de confundir el ejercicio del periodismo con el decirle a la gente lo que está bien o mal y lo que tiene que pensar diarios de otros países.

Me interesó también esta entrevista: 

http://ctxt.es/es/20161019/Politica/9048/franquismo-Carratala-franco-represion-censura-cela.htm, con el caso del humorista de talento y luego despiadado juez franquista Martínez Gargallo.

También es llamativo lo del premio González Ruano, que Mapfre ha otorgado con constancia durante la democracia en honor de una de las criaturas más sórdidas del franquismo, despojador de judíos en el París ocupado, propagandista nazi y, dicen, excelso prosista. Cabe pensar que, con este premio prestigioso, la compañía de seguros ha envilecido durante 39 años al periodismo de lengua española.

Cierto Jorge Bustos, en una crónica que prodiga los insultos y que he leído entera, defiende la idea de que no hay que confundir ética y estética, para luego manifestar su decepción ante el hecho de que Rosa Sales ( http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/28/actualidad/1393591901_559355.html) se pregunte si es oportuno que haya en Madrid una calle González Ruano, como si lo de escribir bien tuviese que valer al dotado de dicho don la capacidad el derecho a que se obvien sus crímenes. Dice, este Bustos, que A Ruano hay que juzgarle por su prosa superdotada, (…) Cabe inferir de esta crónica que te menciono que, de haberle parecido al periodista las acuarelas de Hitler tan buenas como él dice que es la prosa de González Ruano, le hubiera parecido asimismo acertado que Berlín honrase con alguna calle o plaza el don artístico del austríaco, que donde haya talento han de quitarse las demás consideraciones, ¿no?. Te confesaré que esto de superdotado me hace pensar en ese actor italiano, Rocco, Rocco algo. Quizás también a él haya que juzgarlo únicamente por su estupendo don.

Pero volvamos a lo nuestro: que yo sepa, no hay en Francia ninguna rue Céline, lo que no es óbice para que se lo estudie en las universidades.

Jorge Bustos escribe :

El libro que ha obrado el milagro de devolver a César González-Ruano al escuálido candelero del debate libresco nacional se titula con mucha intención El marqués y la esvástica. César González-Ruano y los judíos en el París ocupado, y lo publica Anagrama el 19 de marzo. Sus autores son la filóloga alemana Rosa Sala Rose y Plàcid García-Planas, periodista de La Vanguardia, quienes han pasado tres años investigando los turbios negocios del genio del columnismo en el Berlín de Goebbels y en la Francia colaboracionista, donde el autoproclamado marqués de Cagigal se dio la gran vida baudelaireana a costa del trapicheo en el mercado negro, el proxenetismo y un lucrativo tráfico de salvoconductos que en no pocas ocasiones terminaba con un judío cazado en Andorra como un conejo.

Para Bustos, citado por Ruiz Quintano, del que hablo más abajo, a alguien que manda judíos a que los cacen como a conejos después de haberlos estafado, se le puede poner una calle en Madrid, a condición, claro, que escriba bien.

Que Bustos rinda pleitesía al talento puede ser cosa suya. Que no haya que enjuiciar un trabajo artístico con criterios morales, se puede defender. Pero que se ofusque Bustos porque alguien promueva la idea de que no haya que imponer a las deambulaciones de los madrileños el nombre de un depravado supuestamente talentoso es una afirmación peregrina que supone que la villa de Madrid ha de regirse por criterios puramente estéticos en la atribución de las calles o que éstos han de primar sobre los éticos. 

Pero la verdad es que a mí me cuesta trabajo creer que este nihilismo y este dandismo estetizantes, grotescos, provincianos, castizos y de esperpento sean sinceros. Me da la impresión de que son más bien instrumentalizaciones oportunistas que vindican el franquismo y buscan denostar a todo aquel que reclame el derecho de disponer del presente, que es nuestro, retirando los signos ominosos que desde un pasado reciente nos insultan. Para estos defensores del talento, cambiarle el nombre a la calle González Ruano sería más o menos como quemar sus libros.

En ya desaforada fantasía, Ruiz Quintano, otro defensor del emérito prosista, de ABC, para más señas, da en comparar, mediante una cita de un amigo suyo de los toros que trabaja en Hacienda, a González Ruano con Cervantes. Temeroso y visionario, anticipa que se le va sacar su calle al manco insigne. También puede ser que la mala fe, la ruidosa exageración, la ausencia de la más remota deontología, sean un modo de funcionar independiente de la coyuntura política o de los debates historiográficos, algo propio, algo normal para ellos. No sé.

Pero hay un problema con el que me topo uno y otra vez. Las argumentos que cierta izquierda opone a nuestra derecha cavernícola son tan prehistóricos como los suyos. En su entrevista, Carratalá afirma que González Ruano espera a los judíos en Andorra y los mata:

En París, él trafica con judíos, les cobra para que salgan hacia España y de ahí a Latinoamérica. Les cobra y en Andorra los espera y los mata. O sea, estaba conchabado con gente de Andorra que se encarga de cargarse a los judíos.

Esta afirmación no reposa sobre más que sobre el testimonio de un historiador que dice haber sido abducido por extraterrestres, al que le contó la cosa un miembro de la FAI, que la recogió a su vez de cierto Rosenthal, judío malherido que encontró en Andorra:

Rosa Sala Rose y el periodista Plácid García-Planas han visitado 20 archivos, viajado a 8 países e interrogado a testigos y recorrido los lugares por los que pasó « el marqués de Cagigal » (un título nobiliario al que creía tener derecho) pero no han podido demostrar las acusaciones que el anarquista Eduardo Pons Prades lanzó contra él y que lo vinculaban con la matanza de judíos. La trama, según esa versión, se iniciaba en París en la embajada de España y acababa en Andorra donde falsos pasantes conducían hasta las montañas a los desesperados fugitivos y los ametrallaban o los abandonaban a su suerte. Entre la numerosa obra del historiador Pons Prades figura El mensaje de otros mundos,donde narra las siete horas en que fue abducido por un ovni en los Pirineos. Según este testigo la pista, que supuestamente conducía hasta Ruano, falso agregado cultural de la Embajada de España, la habría proporcionado un ingeniero químico apellidado Rosenthal al que los anarquistas encontraron herido cerca de Andorra. La información procedía a su vez de Manuel Huet Piera, miembro de los grupos de acción directa de la FAI e impulsor de uno de los grupos de acción directa de la CNT y pasador de fugitivos en la zona de Andorra tras acabar la guerra civil. Se trata solo de testimonios. La prueba definitiva para inculpar a Ruano, si es que existe, se ocultaría con los papeles de la Gestapo en la Francia ocupada que no se han hecho públicos.
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/02/28/actualidad/1393591901_559355.html
 

En los casos de Marco, de Pastor Martínez o de Garaudy, de los que ya te hablé, nos encontramos una y otra vez con el razonamiento implícito de que vale desinformar si con ello se lucha contra contra los espectros del franquismo y sus valederos contemporáneos bien de carne y hueso.

Esto empezó como un rápido mensaje, como esos que te mando de vez en cuando para transmitirte tal o cual artículo que he leído. Siguió como unas notas provisionales para una clase. Y termina con la suspensión momentánea del tema en un incómodo piélago en que nadie parece escribir en serio, quedando el docente sin textos que proponer a sus alumnos. Siempre cabe, por supuesto, la posibilidad de dotar todo esto con un abundantoso acompañamiento en que se explique que mucha gente en principio seria no sabe muy bien cuál es la diferencia entre la broma o la exageración del bar y un artículo argumentado y que, también, mucha gente seria considera que todo vale cuando se trata de combatir al adversario o ganar popularidad entre los suyos.

Volvamos, si te parece, al caso de Martínez Gargallo. He aquí lo que nos dice el profesor Ríos sobre lo que puede haber explicado la sorprendente evolución del humorista.

¿Cómo se produjo esa deriva hacia convertirse en represor? ¿Tenía alguna característica que le empujara?
Hay un dato, que no doy en el libro porque no deja una huella documental, pero creo que era homosexual.

La homosexualidad. Ahí estamos. Bueno, no la homosexualidad, sino la posibilidad de la homosexualidad, que el profesor no está seguro de que el humorista, en juez devenido, fuera homosexual.

¿Suposición audaz? No. La explicación viene unas líneas más abajo :

Estas personas son las que se convierten en los máximos represores. En el régimen nazi, los que más judíos matan son aquellos que tienen la posibilidad de ser vinculados con los judíos. Esos se exceden. Ocurre por la fe del converso y para que no rasquen en el pasado.

De haber tenido Hitler y muchos de sus jerarcas el resquemor de si eran judíos, gitanos u homosexuales hubieran podido excederse. Menos que no fue así. O menos mal que hubo gente como Millán de Astray, que no tenía esos temores y que, por lo tanto podía salvar a gente y, vaya, no excederse:

Millán Astray era amigo íntimo del escritor Diego San José y consiguió que Franco no firmara su sentencia de muerte. ¿Por qué? Porque nadie le va a decir al ‘ilustre mutilado’, oiga, usted es dudoso. Estaba por encima del bien y del mal.

O sea que los menos temibles eran los más temibles, porque al ser los más temibles ya no necesitaban demostrar que eran los más temibles. La certera psicología popular nos dispensa de buscar estadísticas. En cuanto a la idea de que los sistemas totalitarios produzcan penas severas con independencia de las tendencias sexuales de sus jueces, o que dichos sistemas totalitarios insidiosamente destilen el temor de la culpabilidad hasta en los más puros de sus miembros, son cosas que el profesor habrá descartado tras examinarlas sesudamente, por supuesto. Lo que pasa es que, claro, no puede explicárnoslo todo en las escuetas respuestas que le otorga a un periodista. Esto es algo que hasta un mero profesor de instituto como yo entenderá. Ahora, uno termina preguntándose cómo se le ocurre a Carmena (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2016/09/24/madrid/1474716261_135838.html) eso de querer sacarle su calle a Millán Astray, que, recordemos estaba por encima del bien y del mal durante el franquismo.

Bueno, hagamos un balance intentando no caer en la desesperación. Si bien no puedo sino reconocer que he perdido bastante tiempo intentando vanamente encontrar material para preparar mis próximas clases, me parece que es justo reconocer que ahora me encuentro con armas suficientes para emprender una carrera universitaria o periodística: con la desmesura en la descripción de los hechos y con la psicología popular como motor explicativo se puede, parece, llegar muy lejos.

Pero quizás, no sé, haya aprendido algo más. Algo sobre a noción de normalidad. Algo sobre lo que se puede o no hacer :

No es normal que los diputados voten libremente.

Es normal comparar a González Ruano con Cervantes.

No es normal cambiarle el nombre a una calle que lleva el de un sinvergüenza si el sinvergüenza escribe bien.

Es normal decir cualquier cosa para doblegar a un adversario.

Es normal que los periodistas y los profesores digan cualquier cosa.

Etc, etc.

Sigo sin saber, lo confieso, si algún día encontraré un principio general de conducta un poco más intuitivo que estas listas que voy constituyendo con el improbable objeto de explicar un poco antropológicamente lo que se considera normal hoy por hoy en los medios españoles de referencia ¿ Será este principio general uno que diría que hay que despojarse de todo reparo o guía moral, que hay que tener como único rasero un veloz oportunismo? ¿En eso se habrá convertido la España que escribe? Afortunadamente, encuentro este artículo en El País : http://cultura.elpais.com/cultura/2014/07/08/babelia/1404843475_486308.html, de Muñoz Molina. Lo mejor que puedo hacer ahora es dejarte con estas líneas que entresaco :

El misterio insoluble para mí es el de su sostenido prestigio como modelo de columnista y prosista. El caso de González-Ruano no es el de un gran escritor que al mismo tiempo resulta ser una persona muy desagradable, sino el de alguien tan sin escrúpulos en su ética como en su estética, un oportunista igualmente capaz de envolver la nada o la pura mentira en palabras brillantes y de estafar a cualquiera con trapacerías simuladas bajo un aire de dignidad o nobleza.

En mi selección omití la oración inmediatamente anterior:

A estas alturas el gran misterio de César González-Ruano no es el de su colaboración con los nazis o el de su responsabilidad en la desgracia de los fugitivos judíos que nunca llegaban a cruzar la frontera española sanos y salvos.

porque dije que no quería caer en la desesperación.

PS: Acabo de pensar en un debate recurrente que tengo con mis alumnos: ¿puede ser legítimo manipular la historia? Esto surge cuando estudio con ellos el relato de Borges Tema del traidor y del héroe. En este cuento, Ryan descubre que su bisabuelo fue un traidor y no el héroe de la independencia irlandesa, como todos lo pensaban. Ryan oculta su descubrimiento y publica una biografía a la gloria de su antepasado.

Yo me pregunto, al fin de cuentas, si lo que más protege hoy a González Ruano son sus trasnochados adalides postfranquistas o las innecesarias invenciones de quienes lo atacan. Estas últimas crean un clima de relativismo histórico en que todo vale, y que, me parece, es el terreno más favorable para que prosperen los falsarios de la historia.

Queda, por último, la posibilidad de recordar aquello del pesimismo de la inteligencia y del optimismo de la voluntad, de Gramsci. Yo no creo que haga falta mucha inteligencia para deplorar la proliferación de escritos como los que acabo de citar, pero podemos conservar lo del optimismo de la voluntad o de la acción. En mi caso, ese optimismo pasa por proseguir con la misión del docente, quizás, si se puede, también con compañeros españoles, misión que es, entre otras, la de favorecer el hábito del debate racional y argumentado entre los jóvenes.