Carta a Susana Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía. Asunto Garaudy.

Señora Presidenta,
Soy docente en Francia y, en el marco de la « Grande Mobilisation de l’École pour les Valeurs de la République »¹, estoy trabajando en estos momentos sobre la cuestión del negacionismo, lo que me ha llevado a interesarme por el caso de Roger Garaudy. Este polemista francés, condenado por denegación de crimen de lesa humanidad y difamación racial², encontró en la ciudad de Córdoba una tierra de acogida para exponer y difundir sus tesis sobre la coexistencia de las religiones y el esplendor de al-Andalus, a través de su fundación³ y del denominado Museo vivo de al-Andalus.

La Junta de Andalucía alienta a visitar el mencionado “museo” en los términos siguientes :

En el año 1987 el Ayuntamiento de Córdoba, por iniciativa del escritor y profesor francés Roger Garaudy, cedió administrativamente la Torre de la Calahorra a la Fundación de su mismo nombre para constituir el Museo Vivo de al-Andalus.
Con el objetivo de difundir el esplendor de Córdoba y al-Andalus entre los siglos IX y XII,  la Calahorra es hoy un espacio museístico de tres plantas que permite, a través de salas tematizadas, modernos dispositivos y autonomía de desplazamiento, una posibilidad sensorial de adentrarse en los principales momentos, hitos y logros que fecundaron una singular simbiosis cultural que alumbró Occidente.4

Cabe mencionar, como quiera que la comisión de un delito no entraña de por sí una incompetencia científica o museística, que la exposición que la fundación propone al visitante parece muy difícilmente poder enmarcarse en la definición internacionalmente reconocida de museo⁵ y, tampoco, por ende, en las exigencias del Código de deontología del ICOM⁶.
¿No habrá, señora presidenta, cierta tensión o contradicción entre el compromiso de su gobierno con la memoria histórica y el hecho de favorecer la fundación de un negacionista notorio y convicto? La Junta de Andalucía ha decidido declarar Lugar de Memoria histórica el campo nazi de Mauthausen⁷, contribuyendo así a que se honre la memoria de miles de republicanos exterminados por la Alemania nazi con la complicidad activa del franquismo. ¿Cómo conjugar, señora presidenta, tan encomiable decisión con el hecho de favorecer la expresión y difusión de las fantasías carentes de valor histórico o científico de quien negara la existencia de las cámaras de gas⁸? ¿No estará la Junta de Andalucía contribuyendo a legitimar la figura de este mistificador y falseador de la historia?
Acaso convenga asimismo preguntarse, habiendo observado que la Torre de Calahorra forma parte del Patrimonio Histórico Español⁹ y que la ciudad de Córdoba es Patrimonio Cultural de la Humanidad¹⁰, si no estará incumpliéndose la obligación legal de valorizar el patrimonio que conllevan tan prestigiosas pertenencias.
¿Tendría usted a bien, señora presidenta, tomar posición sobre estas interrogaciones que le someto? De hacerlo usted, incluiría yo su respuesta íntegra en el dossier que estoy preparando sobre la cuestión y que preveo difundir entre mis compañeros franceses y andaluces.

La saluda atentamente,

Sebastián Nowenstein,

Lycée Raymond Queneau

Francia.