El Mozote, escritura y memoria para los que no somos salvadoreños y para los que sí lo son (los invitamos). Por un espacio común.

Más sobre El Salvador.

Hace cuarenta años tenía lugar una de las peores masacres del siglo XX en América Latina, la del Mozote y lugares aledaños. ¿Qué podemos hacer quienes no queremos que dicha masacre caiga en el olvido?

El nosotros desde el cual se busca actuar aquí es el de personas que no son ni víctimas, ni descendientes directos de las mismas, pero este nosotros, naturalmente, es un nosotros abierto a aquellos que sí son víctimas. A los descendientes de Rufina Amaya y de las demás víctimas de El Mozote, les diremos: Ustedes son nuestros hermanos. Nos gustaría que trabajásemos juntos para que El Mozote no caiga en el olvido.

En su excelente libro sobre la masacre de El Mozote1, L. Blinford cita a Walter Benjamin:

Every image on the past that is not recognized by the present as one of his own concerns threaten to disappear irretrievably.

Si El Mozote es para nosotros una imagen más de las muchas que ilustran la banalizada violencia latinoamericana, su recuerdo se perderá irremediablemente. Existen maneras, creemos, de que esto no pase.

En el día de hoy, en el día en que escribo estas líneas, me llegan imágenes del momento en que los restos de Queipo de Llano2 abandonan la basílica de la Macarena. Esto es el resultado de un largo combate de quienes, durante decenios, han obrado para que uno de los peores represores del franquismo no siga ocupando un lugar de honor en la basílica que él sufragó gracias a las dádivas o, quizás, más exactamente, a la extorsión de la población sevillana. Queipo de Llano y Monterrosa, el comandante del batallón que cometió la masacre de El Mozote, son materializaciones de la misma abstracción abominable, la del represor que aterroriza a una población buscando someterlo con asesinatos y violaciones sin número. También me llegan noticias de indiferencia de una parte importante de los sevillanos. Muchos, en El Salvador, no quisieron saber nada de las víctimas de El Mozote.

Monterrosa y Queipo de Llano no actúan solos. Robert Schuman fue, antes de consagrarse a la edificación de lo que daría en ser la Unión Europea, ministro de la Justicia de Francia. Como tal, cursó una orden secreta destinada a impedir el acceso a la justicia de quienes eran víctimas de la brutal represión que, mediante el terror, la tortura y la desaparición forzada, cayó sobre los que luchaban por la independencia de Argelia. Schuman debe ser declarado santo3, dicen algunos en la Iglesia católica, y obran y se activan para que así sea. La embajadora de El Salvador en Washington declara que Domingo Monterrosa es un héroe4. Héroe y santo son dos formas de la veneración humana. Un santo viene a ser un héroe de la fe. Mayorga de Monterrosa proclama:

“Cuando la Patria está en peligro, se recurre a Dios y al soldado, cuando el peligro pasa, Dios es olvidado y el soldado juzgado.” Anónimo. Existen personas que nunca mueren, pues se convierten en mitos y leyendas. Hoy se celebra el natalicio del Coronel Domingo Monterrosa.5

Y también:

#DiaDelSoldadoSalvadoreño recordando a un héroe que dio su vida por la Patria! Cnel. Domingo Monterrosa siempre al frente de la batalla!6

Monterrosa y Dios, en la mente de Mayorga de Monterrosa son dos cosas que van de la mano.

Los responsables de los incontables crímenes del franquismo y del colonialismo francés se han beneficiado, tanto en España como en Francia, de leyes de amnistía gracias a las cuales no han sido objeto de persecuciones penales. Lo mismo ha ocurrido en El Salvador, donde, además, después de que, en 2016, la Corte Suprema de Justicia declarase inconstitucional la ley de amnistía, las dilaciones y obstrucciones de diferente índole -el desacato, por ejemplo, por parte del presidene Bukele de un dictamen claro de la Corte Suprema de Justicia de El Salvador que permitía al juez Guzmán Urquilla, a cargo del caso de El Mozote, ingresar a cuatro cuarteles en busca de documentos- han permitido a los perpetradores de la masacre sustraerse a la justicia.

En estos países y en muchos otros, las víctimas o sus descendientes han sido victimizadas de nuevo, años después de los hechos. Se las ha excluido, se les ha negado la justicia. También ha cundido la indiferencia, también los hechos han ido desapareciendo de la memoria colectiva y no pocos son los que obran por transformar en héroes a los victimarios.

Las leyes de amnistía, los impedimentos para que la justicia actúe, las complicidades de quienes deberían velar por los derechos de los ciudadanos presentan particularidades locales, pero también comparten rasgos comunes que es necesario conocer y que deben llevarnos a reconocer El Mozote como una parte de nuestra historia común.

Pero, siguiendo a Walter Benjamin, esto no alcanza si no vemos en El Mozote y en otros crímenes una de nuestras preocupaciones de hoy.

La estrategia de tierra arrasada que produjo la masacre de El Mozote y la estrategia antipandillas del presidente Bukele pueden y deben subsumirse a un conjunto limitado de principios: el de la ausencia de proporcionalidad, el de la ausencia de garantías, el de la responsabilidad colectiva. Constatarlo no significa equiparar moralmente los 1.000 muertos de El Mozote y lugares aledaños o los 75.000 del conflicto y los 50.000 encarcelados de Bukele, sino observar que, en ambos casos, la justificación de las medidas represivas reposa sobre la negación del principio de proporcionalidad, reposa sobre la afirmación de que quienes no son culpables de nada lo son por su cercanía con los culpables o por la apariencia de su cercanía con los culpables y reposa sobre el que se prive al acusado la posibilidad de defenderse.

Identificar la retórica que acompañó y facilitó El Mozote y ver que la que justifica la vulneración de derechos en El Salvador y en otros países recurre a los mismos principios es importante y muestra que El Mozote debe contarse entre nuestras preocupaciones de hoy.

Esto, sin embargo, creo que tampoco alcanza.

¿Qué son nuestras preocupaciones? Hay personas –periodistas, investigadores, defensores de derechos humanos, docentes, sindicalistas y muchos otros- que dedican una parte importante de sus vidas a pensar en lo que deben ser nuestras preocupaciones. Pero muchos, creo, tienen otras preocupaciones o, por lo menos, prestan más atención a otras preocupaciones. Sospecho que, para muchos, El Mozote nunca ha formado parte de sus preocupaciones. Ni cuando, dos semanas después de iniciarse la matanza, el 24 de diciembre de 1981, Radio Venceremos denunció los hechos. Tampoco cuando, el 27 de enero de 1982, la prensa de Estados Unidos certificó que habían acaecido, ni cuando, en 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó a El Salvador. Para muchos, El Mozote nunca ha ocurrido, no existe; ya sea en el mero sentido de negar los hechos o en el sentido de que nunca, en sus mentes, han accedido los hechos a algo que pudiésemos llamar preocupación y que, siendo así, nunca han entrado en su conciencia: ellos no son conscientes de la matanza. García Márquez ya ha descrito, acaso para siempre, la irremisible soledad de quien sobreviviera a la masacre de las bananeras. Hay cosas que son como si nunca hubieran sido, creo que dice Borges en algún lado. Para muchos, las violaciones masivas de los derechos humanos que, hoy, comete el régimen del presidente Bukele tampoco existen.

87% de los salvadoreños aprueba la gestión de Bukele… Sospecho que una parte reducida de los salvadoreños sabe que Bukele impidió que el juez Guzmán accediera a cuatro cuarteles para intentar encontrar archivos sobre la matanza de El Mozote. Y una parte más reducida aun es, sospecho también, la que sabe que el presidente actuó desacatando el dictamen de la Corte Suprema de Justicia y esgrimiendo un argumento tan ridículo como el que consiste en afirmar que dejar al juez Guzmán hurgar en papeles de hace más de cuarenta años constituía un peligro para la seguridad nacional. Hay hechos que no nos preocupan y preocupaciones por cosas que no son hechos.

¿Qué hacemos con nuestras preocupaciones?

En general, nos limitamos a conversar sobre ellas. Solo una parte muy limitada de nuestras conversaciones da lugar a actos. Y estos actos no siempre carecen de ambigüedad. Blinford, en su libro, describe los circuitos que llevan a turistas del primer mundo al Mozote. “El monumento de la Paz es un must”, dice uno de estos turistas en un comentario que ha dejado en Tripadvisor. « Fue una visita inolvidable », añade. También describe Blinford la actividad económica de guías que exageran los detalles más sórdidos para acentuar la emoción de los turistas y, haciendo todavía más inolvidable la visita, agregar algún dólar a su magra retribución.

Taller de escritura.

Instituyamos un taller de escritura en el que la noción de preocupación deje lugar a la de expresión. En este taller la expresión no se confunde con la conversación que se lleva el viento. La escritura es un acto que permanece. Este taller se opone al turismo: no iremos a El Mozote7.

Hay muy pocos escritores profesionales, pero todos podemos inventar historias. Escribamos para salir de nuestra soledad, porque nosotros también, aunque no seamos víctimas, estaremos solos si El Mozote cae en el olvido.

Invitemos a las víctimas de El Mozote a que compartan nuestras modestas lides con las palabras, nuestra búsqueda de tramas. Urdamos espacios en que las víctimas y nosotros, que no lo somos, rompamos nuestra soledad.

1 The El Mozote Massacre: Human Rights and Global Implications Revised and Expanded Edition LEIGH BINFORD Copyright Date: 2016 Published by: University of Arizona Press.

2 Esta nota es personal, por eso las referencias que doy lo son también.

3 Le escribí al Papa para pedirle que esto no ocurriese, que no ocurriese bajo un Papa que ejerció su sacerdocio en la Argentina de los militares, quienes recibieron las enseñanzas francesas sobre la “guerra antisubversiva” y las aplicaron durante la feroz dictadura impuesta tras el golpe de Estado de 1976: https://sebastiannowenstein.org/2018/01/20/puede-canonizarse-a-robert-schuman-complice-de-la-tortura-en-argelia-carta-al-papa-francisco/

4 He escrito a la embajadora Mayorga de Monterrosa sobre la cuestión, así como al embajador de El Salvador ante Francia.

5 Ver https://twitter.com/MilenaMayorga/status/1025775395738669062

6 Ver https://twitter.com/MilenaMayorga/status/861316714348376066

7 Alguno irá, pero ha de hacerlo por razones justificadas, imperiosas y ajenas al taller.