Más sobre Donancio. Por Hjordis, del Taller.

Sobre el Taller.

Sobre el Taller.

Sobre el Taller.

Sobre el Taller.

Lo escucho, detective.
La probabilidad de que dos individuos presenten un tumor con formas tan similares es muy débil. La probabilidad, de que los dos individuos se conozcan es todavía inferior. La probabilidad de que uno de ellos asesinase al otro en un pueblo de las afueras de Lille : bajísima o nula, un sinsentido.
Entonces…
Yo veo principalmente dos posibilidades : una falsificación de los expedientes médicos, o una exposición de las dos personas a algún agente desconocido durante las dos semanas en que viajaron juntas.
La dificultad de la primera posibilidad, es que requiere medios técnicos y humanos bastante importantes y, sobre todo, una conspiración y una motivación para llevarla a cabo. La dificultad de la segunda es que no se ha descrito ningún agente con las características del que necesitamos. El profesor me dice que se han establecido conexiones estadísticas entre el empleo de pesticidas y la prevalencia de cáncer del cerebro, más importante entre agricultores y personas que emplean pesticidas que en la población media. Pero por el momento nadie es capaz de explicar los mecanismos biológicos concretos que están generando esas estadísticas. Nos haría falta un producto desconocido, con el que dos personas que atraviesan un país desértico están en contacto y que produce en dos cerebros tumores de una similaridad inhabitual. A mí me parece que la solución no puede ser científica…
Una conspiración…
Sí, el problema es porqué…, pero sobretodo cómo.
Empecemos por el principio. ¿Qué sabemos de los dos individuos?
La misma edad, o casi. Uno es islandés, el otro argentino. Una rivalidad por una mujer. Una rivalidad por un nombre en Internet.
El argentino, Donacio Fuentes, llega a Islandia en 1982, a los veintitrés años. Ejerce diferentes profesiones : obrero, ferrallista, marinero, guía, profesor. En 2000 crea una web, lingua.is, destinada a la enseñanza del español. Inventa diferentes personajes, supuestamente españoles o latinoamericanos, con los cuales sus alumnos pueden dialogar por Internet. La presentación de la web es ambigua : no se puede decir que haya mentira caracterizada, pero no son pocos los alumnos que creen estar hablando con personas reales. Por otro lado, algunos de los personajes son de verdad personas de carne y hueso que han aceptado colaborar con Donacio Fuentes. Para dar verosimilitud a los personajes, el sospechoso crea webs personales y blogs redactados por los personajes. Curiosamente, él mismo aparece como un personaje más, y algún que otro personaje hace alguna alusión marginal a la web. Todo esto parecen guiños para permitir a algunos contados y aventajados alumnos descubrir la verdad. DF se las arregla para que algunas de las producciones de sus personajes salgan en publicaciones reales, lo que refuerza la verosimilitud del dispositivo. Parece que se siente fascinado por el hecho de que un mismo documento, según donde esté, o, más bien, según cómo se llegue a él pueda ser artículo serio o simple artificio para dar carnadura (una palabra que le gusta) a un personaje inventado para un método de enseñanza del español. Con la gente, o con sus personajes, pasa lo mismo : el que se llegue a ellos a través del método de español los disminuye a casi nada. El llegar a ellos a través de publicaciones reconocidas los agiganta y -vuelve a aparecer la palabra- los encarna.
¿Y funcionó realmente esa web? ¿Dió dinero?
Más o menos. Y justamente, parece que de ahí viene parte del conflicto con la víctima. Ragnar Arnarsson se hizo cargo de la web después de la partida de Donancio Fuentes. Parece que la web perdió originalidad pero se volvió más rentable gracias al pragmatismo del sucesor.
Y la web ya no existe…
Desapareció hace unos cinco años. Los documentos de que dispongo los he ido consiguiendo en webs que los reproducían por razones diversas. En particular en las de los personajes, o de los miembros, como le parezca, no todas fueron borradas. El ordenardor de Ragnar Arnarsson contenía una copia imperfecta de la web.
¿Y qué sabemos de esos miembros? Me refiero a los reales.
Bueno, el primer problema es que no siempre es fácil decir si el personaje es o no una persona. Pero he podido establecer la naturaleza humana, real, de unos cincuenta personajes. Hay de todo : artistas, escritores, miembros de una asociación de afectados de enfermedades autoinmunes, enfermos mentales, gente normal y corriente. Pero de esta última, muy poca, en proporción con lo que uno pueda pensar que sea su número en la realidad…
¿Gente frágil?
Sí, sin duda, pero sobre todo gente con inquietudes, gente que busca algo. Ah, y se reparten por los cinco continentes…
Volvamos a los protagonistas. Me estaba hablando de este Donancio.
Nace en Argentina. Sus padres lo abandonan y una familia católica lo adopta. Buen jugador de fútbol. Empieza a jugar en las divisiones inferiores de Ferrocarril Oeste, un club importantes de Buenos Aires. Alumno mediocre. De los diez años a los 18 vive en España, en Sevilla. Descolla en el fútbol, en el Betis, un equipo también importante. Alumno mediocre y taciturno pero capaz de observaciones que desequilibran a los profesores, según parece desprenderse de las anécdotas recogidas por un ex-compañero suyo en una web creada para organizar un encuentro de compañeros de su año. A los dieciocho años llega a Francia, donde emprende estudios de islandés. A los 23, como le decía está en Islandia.
Una cosa curiosa : la web, fundada por él, lo presenta como si no lo conociera muy bien y pretende realizar investigaciones para descubrir su identidad.
!?
Le explico. He encontrado una copia de una página de lingua.is en que se habla, en primera persona del plural, de Donancio Fuentes. El o los autores citan artículos de prensa falsos en que diarios de España y América Latina declaran haber intentado elucidar el misterio del creador de una web que está dando mucho que hablar. Supuestamente, los periodistas se ponen en contacto con Donancio Fuentes, profesor de español nacido en Sevilla y radicado en Islandia, pero éste declara ignorarlo todo sobre la web. En otro lugar de la web, se declara que Donancio Fuentes es un polígrafo peruano. También se sugiere que Donancio Fuentes es una creación de un grupo de artistas que se ha dado un nombre común. Nuestros especialistas atribuyen el texto a un humorista peruano.
Uno de los problemas es que todos los miembros tenían acceso a la totalidad de la web. Tenemos documentos, cierto, pero no sabemos quién los escribe ni cuándo. Sin embargo, ciertos indicios informáticos -no me pida que le explique de qué se trata, no entendí gran cosa cuando los compañeros de la brigada informática me lo explicaron- permiten definir una especie de centro del espacio virtual de la web. Los documentos que le traigo son los que más cerca se encuentran de ese centro hipotético, que podría desplazarse si se descubren otros documentos. Hay artículos sobre Islandia, sobre literatura, textos que parecen literarios, artículos de derecho… Un material bastante heteróclito que corresponde a las actividades supuestas de los personajes. El objetivo parece haber sido dar verosimilitud a unos pesonajes lo más variados posible para poder satisfacer a todo tipo de clientes.
Un momentito, ¿Donancio Fuentes podría no existir, me decía?
Bueno, es algo más complicado. Donancio Fuentes es una persona real, de carne y hueso, pero al mismo tiempo es, se nos dice, una creación del “Encarnador de Realizaciones Virtuales”…
Y éso, ¿qué viene a ser?
La web posee dos oficinas, dos talleres “semiclandestinos” : “El Encarnador de Realizaciones Virtuales”, ERV y el “Virtualizador de Realidades Carnales”, el VRC.
¡Pfft!
Sí, comisario, esto parece cosa de locos. La web, siempre hablando con su “nosotros” característico, declara que según algunos, Dionisio Fuentes, creador de la web… es una creación del ERV, el famoso taller del que le hablaba. Y, para ayudar al lector a entender, citan el caso de la botella de Klein, una construcción matemática, según me han explicado, en la que se puede pasar de dentro a fuera sin salir de ella. O estar dentro y fuera al mismo tiempo.
Se trata de una web provista de alorritmos capaces de generar personas reales el ERV, o de desrealizar personas reales, el VRC. Eso es lo que uno llega a entender.
Un momento, detective, ¿Dionisio o Donancio? Acaba de decir Dionisio, antes lo llamó Donancio…
Dionisio o Donancio. En la web se lo llama alternativamente con un nombre u otro. Según la partida de nacimiento de la que dispongo, el nombre es Donancio, pero en la web se utiliza uno y otro nombre.
¿Un descuido?
No creo. Uno de los documentos es un análisis en forma de carta sobre el hecho de que en el Quijote, Cervantes se equivoque dando nombres diferentes a la mujer de Sancho Panza a lo largo del relato. En la novela misma, Don Quijote utiliza el argumento para descalificar a su alter ego apócrifo, de Avellaneda. El problema, señala el artículo, es que esa manera de razonar ha de entrañar también la negación de la validez del Quijote de Cervantes, ya que el mismo, como se lo decía, también se equivoca… Puede ser una manera de afirmar la falsedad esencial de la web.
Y de la víctima, ¿qué sabemos?
Sighvatur Indridason, islandés. Geólogo y guía. Aprende la profesión con Gustavo Fuentes.
Bueno detective, lo primero que vamos a hacer es empezar a hablar con gente de carne y hueso. ¿cuántos nombres tenemos?

El detective Larsen miró el billete que acababa de salir de la boca desdentada de Béa, como llamaban a la vieja impresora de la brigada. Se iba a Islandia. Béa había conseguido incluso imprimir los artículos del sospechoso sobre el país al que viajaba al día siguiente.

Sus compañeros lo miraron con cierta envidia : ellos se quedaban con los tráficos de droga, las manifestaciones de estudiantes y las agresiones sexuales. El detective agarró el abrigo del perchero y salió, lanzando un rápido au revoir a las cabezas sumergidas en los ordenadores que parecieron mascullar algo, una especie de gruñido común, sin volverse.
Antes de volver a su casa, pasó por la sede del sindicato, que le había confiado la tarea de responder a una propuesta de una asociación que aspiraba a convencer a los sindicatos de policías de aliarse con ella para realizar una singular campaña : se trataba de hacer que los funcionarios de policía se negasen de manera sistemática a obedecer a las órdenes ilegales. Lo importante estribaba en la palabra sistemática : Larsen sabía que un respeto sistemático de la legalidad era el ácido más poderoso que pudiese administrarse a las fuerzas del orden. Si por lo menos desobedeciésemos cuando la ilegalidad no es indispensable, se decía. Pero el sabía que para muchos, la atracción que ejerce el oficio de policía reside en poder incumplir la ley con impunidad… Aunque había otros no menos numerosos, entre los que él se contaba, que aspiraban a servir el bien público y que aceptaban de vez en cuando infringir la ley de manera limitada y razonable en beneficio de la nación o de los más modestos. En aquel asunto del amianto, las pruebas que él y su compañera Dika habían conseguido fueron capitales en la condena de la empresa. Pero su obtención, a decir verdad, no había sido totalmente legal…

La asociación explicaba en su misiva que desobedecer a la ley para cumplir una orden era servir a quienes usurpaban el estado para sus propios fines y no para servir el bien público. Seguro, pensaba Larsen, lo que pasa es que desobedecer no es fácil. La asociación proponía crear una especie de algoritmo jurídico común que transformase en constitución de parte acusadora todo desliz de la administración o de los funcionarios. La idea central era que los policías se refiriesen a la sanción judicial inevitable y personal que se produciría si ellos aplicaban órdenes ilegales : no es que ellos no quisieran hacer lo que sus jefes les pedían, ni que cuestionasen lo acertado de sus instrucciones, es que no podían obedecer ya que de hacerlo se hallarían inmediatamente ante los tribunales. El mecanismo era eficazmente anónimo. Los mismos policías podían incluso, en una primera etapa y mientras fuese aun difícil desobedecer, cumplir con la orden ilegal y denunciarla a las autoridades sin necesidad de dejar constancia de su nombre.