Taller, Reykjavik.

Estos textos fueron escritos por mis talleristas islandeses durante el mes de marzo de 2021. Quiero agradecerles su entusiasmo.

Esteban Nierenstein, Professeur Agrégé.

Lo que existe realmente.

Los mundos paralelos existen realmente. La transmisión de información entre mundos paralelos existe realmente. El ISEAL existe realmente en una isla que comparte con Islandia muchos rasgos geológicos y humanos. La grotesca Ateos sevillanos al rescate de la Virgen también. En una ciudad francesa, un docente escribe cartas inútiles, insistentes y argumentadas a su jerarquía para señalar las contradicciones y violaciones del derecho en que la misma incurre. MS ejerce realmente en un psiquiátrico de una ciudad que podría ser Buenos y Aires. Las lágrimas de Lestretto no son menos saladas que las nuestras. Lo que va a leerse no son ficciones. 

Las puertas que permiten la comunicación entre mundos paralelos toman formas diferentes. En algunos mundos son puertas, en otros, parecen errores numéricos y mensajes imprevistos en ordenadores. 

Nuestra exploración se ha producido gracias a un grupo de jóvenes islandeses que ignoran lo que hacen. Las intervenciones que sus cerebros han sufrido son ilegales, quirúrgicas y químicas. A ellos no les queda más que un vago recuerdo de su viaje; a nosotros, la certidumbre de que no se trata de alucinaciones. De serlo, de ser lo que describen alucinaciones, sus afirmaciones no podrían coincidir con los mensajes que han aparecido de manera concomitante en ordenadores de investigadores implicados en el proyecto. Estas apariciones en los instantes precisos en que nuestros jóvenes vectores y los mundos paralelos entraban en contacto. 

Nuestros sujetos creen con felicidad haber escrito ficciones, lo que nos resulta conveniente y práctico, ya que permite evitar cuestionamientos incómodos. Hace poco, alguien ha sugerido que el conjunto de las obras de ficción que la humanidad ha producido, desde sus obras maestras hasta la torpe prosa inmadura de nuestros sujetos, son el resultado de viajes a mundos paralelos imperfectamente recordados. Esta hipótesis es tan atractiva como inverificable. También es patética, lo que nos lleva a descartarla. 

Nota de 2038. 

Diez años después de la primera edición de estos relatos, hemos recibido señalamientos numerosos de lectores que se alarman de encontrar en nuestro mundo lo descrito en las experiencias que se relatan en nuestra primera edición. Se trata de un fenómeno social que nosotros, y también nuestros viajeros, habíamos anticipado. Es importante, al respecto, distinguir dos situaciones verificadas y una tercera, hipotética e inquietante. 

En primer lugar, tenemos las falsas coincidencias. Nos referimos a las reproducciones voluntarias operadas por lectores de nuestro primer volumen. 

Sabemos que un grupo anticlerical sevillano creó una Asociación sevillana de ateos al rescate de la virgen de la Macarena después de una lectura colectiva de nuestra primera edición. 

Sabemos, asimismo, que varios actores franceses en paro a causa de la pandemia se han implicado en dispositivos de teatro popular que denuncian las discriminaciones económicas y étnicas y que, dichos grupos también han colaborado con cierto docente que ha dado en escribir cartas tan numerosas como impenitentes e impertinentes. También, que las medidas más aciagas contra la inmigración han dado lugar, en diferentes ciudades europeas, a representaciones teatrales que no se diferenciaban demasiado de revueltas violentas. 

En segundo lugar, tenemos similitudes que se deben a coincidencias reales entre los mundos paralelos. Siendo los mundos infinitos, hay mundos infinitamente parecidos al nuestro y, también, mundos idénticos al nuestro que solo difieren de él en un ligero desfase temporal. Lo que nuestros viajeros han visto en otros mundos puede haber sido nuestro futuro. Parece probable que la transmisión de información entre mundos paralelos solo se dé cuando los mismos presentan analogías importantes. Pero no puede descartarse que lleguen informaciones de otros mundos y que nosotros no consigamos percibirlas. 

Tampoco debe descartarse por principio la tercera situación, que es la más inquietante y, también, quizás, la más humillante para nosotros. Es probable que los explorados seamos nosotros, que los “colonizados” seamos nosotros. Los hechos que inquietan a quienes nos escriben forman parte de un plan destinado a transformar nuestro mundo para que se asemeje al de ellos. Esto es, por el momento, solo probable, solo muy probable. No debemos perder la esperanza de que no sea cierto. 

El Instituto Islandés Superior de Estudios hispanos (IISH). 

Nota para el Excelentísimo Señor embajador1. 

Este Adjunto se ha desplazado a Islandia durante las dos primeras semanas de marzo de 2032. 

La misión tenía por objeto recoger información sobre el denominado El Instituto Islandés Superior de Estudios hispanos (IISEH). 

Naturaleza, origen, actividades y miembros del IISEH. 

En su web, el IISEH (el Instituto, en lo que sigue) se presenta como una institución mixta en la que trabajan seres humanos y algoritmos encarnados, así como entidades provenientes de dimensiones paralelas. El Instituto recibe episódicamente documentos del futuro y consigue, en muy escasas oportunidades, mantener intercambios con mundos paralelos. 

Esta presentación parece tener por objeto situar el Instituto como un objeto artístico puro sin conexión con el mundo académico o sin proyección en los debates políticos. Esta primera impresión es errónea y debe ser matizada fuertemente. Una de las hipótesis que se presentarán en esta nota es que tras la fachada anodina de un objeto artístico puro se oculten actividades que deben suscitar, cuando menos, una vigilancia atenta por parte del Estado. 

La primera mención que se tiene del Instituto se sitúa en el año 2000. Su actividad se extiende únicamente durante unos meses y parece limitarse a las clases de idiomas. 

El Instituto surge de nuevo, con fuerza, en 2032. Sus actividades actuales incluyen conferencias sobre temas diversos, proyectos de investigación y formaciones. 

Una singularidad de las formaciones que dispensa el Instituto es que se realizan al aire libre, durante marchas prolongadas que exigen por parte de los participantes una excelente condición física. Rumores inverificables sugieren que existe un Instituto oculto en el Insitituto, que realiza entrenamientos de índole militar. 

El Instituto trabaja sobre el mundo hispánico en general, pero sus investigaciones se centran en la fabricación de la ignorancia. El Instituto incita a sus colaboradores a revelar o desvelar todos las tentativas de producir ignorancia que puedan descubrir en sus investigaciones. El Instituto dice especializarse, por consiguiente, en la agnatología, disciplina creada por Robert Proctor y que tiene justamente por objeto el estudio de la producción de la ignorancia. 

Quizás lo más llamativo o lo más intrigante de este Instituto sea el hecho de que lleve a cabo investigaciones serias o rigurosas, y que, al mismo tiempo, las subsuma a una actividad artística o fictiva al definirse como una institución que colabora con el futuro o con dimensiones paralelas. De hecho, no pocas de las investigaciones del instituto son objeto de publicaciones serias en el mundo real. Por sorprendente que resulte, las publicaciones aparecen primero en la web del Instituto y, después, en los medios de comunicación o en las revistas científicas ordinarios. 

Particularmente activo parece el departamento epistolar, que prodiga cartas a personalidades e instituciones, que van desde nuestro monarca y su padre, el Rey emérito, hasta un desconocido animador de televisión, pasando por una Hermandad religiosa como la de la Macarena de Sevilla. Este grupo procede eligiendo temas a menudo insignificantes y concentra en ellos una energía ostensiblemente desproporcionada. Si bien estas cartas, hasta ahora, no han sido más que un incordio pasajero, hemos tenido conocimiento de movimientos recientes que deben suscitar nuestra atención. Pasamos a detallar dichos movimientos. 

Hace aproximadamente un año, la responsable de la sección editorial del Instituto, Ása Gastreka, empezó a tomar contacto con grupos de actores españoles desempleados, para contratarlos con el objeto de que realicen happenings destinados a presionar a quienes dejan sin respuesta las cartas que auspicia el instituto. Hace tres meses, nuestros servicios interceptaron un mensaje en el que Ása Gastreka explica la iniciativa a un actor. Se citan a continuación algunos pasajes de dicho mensaje, que puede consultarse en su totalidad en los documentos anexados a esta nota. 

Te hemos transmitido algunos ejemplos de cartas que hemos mandado. Estas cartas, a pesar de nuestros esfuerzos, terminan cayendo en el olvido. Numerosas críticas internas nos reprochan con justicia la vanidad de nuestros intentos y lo absurdo que resulta en definitiva dedicar tantos esfuerzos a asuntos en verdad nimios. Sobre todo, se nos recuerda que nunca, o casi nunca, obtenemos respuestas. Lo que queremos, es forzar a nuestros interlocutores a contestarnos o, por lo menos, aumentar el costo que supone para ellos no hacerlo. 

Para ello, pensamos, es necesario salir de Internet e irrumpir en el mundo real. 

Queremos, también, favorecer y fomentar una renovación del arte teatral. Queremos potenciar un teatro de calle que sea político y que sea un detonador de debates públicos que nos parecen indispensables. 

Queremos montar escraches que sean obras teatrales u obras teatrales que sean escraches. En nuestras obras habrá actores profesionales y aficionados ; militantes y público sorprendido. Y habrá actores forzados, que serán aquellos que, por haber desdeñado contestar a las cartas argumentadas y civiles que les hemos ido enviando, van a tener que hacerlo ante un montaje teatral. 

Documentos anexos: cartas, mensajes de Gastreka. Se pueden conseguir estos documentos escribiendo a sebastian.nowenstein

Bergljót, prolegómenos. 

El 28 de marzo de 2032, Bergljót Jónsdóttir recibió un mensaje de un docente francés, Georges Vestringios, en la que se le proponía que formase parte de una red de hispanistas que tenía por objeto dar acogida a periodistas mexicanos amenazados en su país por los narcotraficantes o por la policía, palabras no pocas veces sinónimas allí. 

Juan Darío Revueltas llegó a Islandia en marzo de 2033 y se hospedó durante un tiempo en el domicilio de Bergljót. José Darío era silencioso, parco y discreto, pero agradecido. Unas semanas más tarde, disponía de un modesto apartamento en Breiðholt, un suburbio popular que no quedaba demasiado lejos de Plastprent, la fábrica de bolsas de plástico donde había conseguido un empleo de obrero. El ruido de las máquinas y el casco con la radio islandesa puesta fueron reemplazando poco a poco las imágenes de Elvira, la compañera con la que él había investigado el Narco para Proceso y cuya cabeza le había sido enviada en una caja de cartón. Fue el marido de Elvira, Roberto, quien le pidió que se fuera, en nombre de la amistad indefectible que los había unido a los tres. 

Las piscinas, en Islandia, son lugares de encuentro, de charla, de socialización. En una de ellas, Juan Darío se cruzó con Bergljót, que se alegró de verlo y le pidió noticias suyas. También le habló de una propuesta que había recibido: redactar una guía turística de Islandia. El encargo era extraño, dado que, desde el inicio de la Pandemia, nadie viajaba a Islandia, país que había conseguido erradicar el virus, pero que se protegía estrictamente de todo posible nuevo contagio limitando al máximo las entradas de turistas. Bergljót le propuso a Juan Darío el trabajo, diciéndole que ella lo recomendaría al editor y agregando que sería un gusto para ella ayudarlo revelándole los bien guardados secretos del alma islandesa. 

Juan Darío aceptó la propuesta de su amiga y empezó a viajar por el país. En Plastprent trabajaba 12 horas por día durante 4 días, y después disponía de 4 días de asueto. Así, durante esos días de descanso, fue recorriendo la isla en que se había radicado. La zona volcánica activa de Reykjaness, Landmannalaugar y sus inverosímiles colores pastel, los pseudo-cráteres de Mývatn, los acantilados vertiginosos de los fiordos del noroeste lo cautivaron. Para entender aquellos paisajes, se dio al estudio de la geología. También estudió historia, ya que la guía que tenía que escribir incluía capítulos sobre los años gloriosos y sobre aquellos que lo fueron menos, en los que el hambre se cebó con aquella población pequeña y aislada que, a pesar de todo, había conservado su idiosincrasia y su idioma. Su instinto de periodista le indicaba que la manera repetitiva con la que sus interlocutores le transmitían su orgullo constante por la preservación de la cultura y de la lengua islandesas había no poco de autosatisfacción nacionalista, de estereotipo, pero era algo que no le molestaba. Se sentía, al contrario, aliviado por la posibilidad de escribir sin tener que desmontar falsedades o aproximaciones. Estaba contento de escribir una guía turística. Se sentía feliz de reproducir aquellas modestas mitologías, aquellos orgullos patrios o nacionalistas que no habían causado muerte alguna. 

La lectura de las sagas, sin embargo, lo llevó de nuevo a México. En su país, la verdad, para la policía, no tenía importancia: se torturaba a los testigos para que dijeran lo que la policía quería, se usaban falsos testigos. En la Islandia medieval, un testigo no era una persona que había asistido a los hechos, sino una persona que apoyaba a uno u otro adversario en un juicio. Su testimonio dependía de los lazos de amistad o de interés que tenía con alguien. En un juicio no se trataba de descubrir la verdad, sino de evaluar el peso relativo que tenían en la sociedad una u otra persona. En Islandia, no había Estado. En México sí lo había, pero solo de manera formal, puesto que, de hecho, en México, el Estado -o la policía- no era sino el nombre que tenía una de las facciones en lucha. Sin embargo, lo que lo fascinaba, era que un comparable desprecio por la verdad había producido en su país una vertiginosa caída en la barbarie, con una violencia de una obscenidad siempre creciente y siempre inconcebible, mientras que, en la Islandia medieval, la violencia -innegable- o la brutalidad no parecía deber ir más allá de lo necesario para conseguir ciertos objetivos. Es cierto que, en la Islandia medieval había habido engranajes de venganzas, pero no se observaba la escalada de horror que caracterizaba a México. Juan Darío, sin embargo, juzgó oportuno dejar de lado sus meditaciones sobre la verdad y la violencia. Una vez había hablado de ellas con Bergljót, pero había tenido la impresión de que su amiga se sentía algo molesta por la comparación. 

En marzo de 2033, Vestringios le propuso a Bergljót que se incorporase a un proyecto de enseñanza del español basado en la escritura de ficciones comprometidas. Los estudiantes participaban en talleres de escritura que se inspiraban de temas de actualidad de las sociedades española o latinoamericanas. Los relatos debían ir acompañados de un dossier en el que se presentase la situación o el problema en el que se situaba el relato. Los autores tenían que afirmar querer cambiar el mundo con sus textos. A contracorriente de las posturas esteticistas que predominaban en Francia, Vestringios afirmaba que la literatura tenía que servir para algo. Y de manera concreta, visible. 

A Bergljót le pareció bien la idea y decidió, además, aprovechar la oportunidad para crear un festival del cuento comprometido en español, junto con un concurso de escritura, que se basaba en los principios propuestos por Vestringios. Debido a la Pandemia, ella disponía de fondos que hubiesen debido destinarse a sufragar viajes de escritores latinoamericanos a Islandia, pero que no podían realizarse debido a que su país, que había conseguido erradicar el virus, había cerrado sus fronteras a cal y canto. Así nació el Festival del Cuento comprometido de Reykjavík. Bergljót impuso una condición suplementaria a lo imaginado por Vestringios: los participantes darían videoconferencias con las cuales presentarîan sus trabajos a los estudiantes islandeses. 

Los premios eran en dinero. Los montos eran pequeños para Islandia, pero resultaron atractivos para los numerosos escritores españoles y, sobre todo, latinoamericanos que respondieron a la convocatoria. La ayuda de Juan Darío fue también determinante, pues este puso a disposición de Bergljót sus numerosos contactos en México y en otros países de América Latina. Tras su primera edición, el festival empezó a recibir donaciones que le permitieron aumentar los premios, con lo que las candidaturas crecieron también y los temas se diversificaron. 

Las humanidades numéricas se habían puesto de moda en aquellos años. Las herramientas informáticas permitían estudiar un corpus textual y detectar características y modelos invisibles para el lector humano. Uno de los estudiantes de Bergljót, acaso el más brillante, Gúðmundur Gusrakarson, decidió estudiar los relatos del concurso. Se trataba de escritores nóveles, en los cuales las influencias de los maestros que se habían dado a sí mismos eran bastante patentes. Pero los programas informáticos iban más allá de las cuestiones estilísticas y permitían operar agrupaciones más profundas y a veces inesperadas; había parentescos entre los textos que enriquecían las lecturas que podían hacerse de ellos. 

Gúðmundur aisló un grupo de textos que, si bien trataban, tal y como disponían las reglas del certamen, de cuestiones sociales o políticas, tenían la particularidad de hacerlo incluyendo elementos de ciencia ficción. Estos textos compartían algunas pautas estilísticas, aunque había que descartar con rotundidad que tuviesen el mismo autor. Sus características lingüísticas indicaban que provenían de países diferentes (Colombia, Uruguay, Chile, Ecuador, España…). Universos paralelos, inteligencia artificial y viajes en el tiempo los distinguían de los demás relatos. 

En uno de ellos, Gurt Letreto, complaciente negociador de un acuerdo entre los poderes públicos y la industria del petróleo, recibía un mensaje de su bisnieto que agonizaba en un futuro arrasado por el calentamiento climático. 

En otro, un algoritmo encarnado, es decir, un programa que prolongaba el pensamiento de alguien después de su muerte y le permitía seguir interactuando con el mundo real, prolongaba la evolución de Borges y, dándole coherencia al humanismo que albergaban sus obras, lo llevaba a renegar de su pasado reaccionario y racista y a defender, contra un pretencioso presidente francés, la causa de los desheredados. 

En un tercero, se despliegan infinitos mundos paralelos. Contradiciendo la teoría física del multiverso, que prohíbe los contactos y las interacciones entre mundos paralelos, las fronteras entre los mundos empiezan a adquirir cierta porosidad. En el relato se aborda la cuestión de la dominación del hombre blanco y mayor: dos hombres gozan del privilegio de alterar el tan famoso como breve relato del argentino Cortázar Casa tomada sin que las mujeres que los escuchan los contradigan o reaccionen. 

A Bergljót, que descreía de las virtudes de las herramientas informáticas, las coincidencias, tan estadísticamente imposibles, para Gudmundur, como tenues, para ella, no la impresionaban. Gudmundur transformaba las palabras en vectores, el relato en un campo vectorial. Más allá de cierto nivel de similitud, se entraba en el campo de lo inexplicable. Y en estos textos, repetía, testarudo y convencido el discípulo a su mentora, hay cosas inexplicables.

Acaso igual de inexplicable fuera la atracción que sintió Bergljót por Juan Darío una tarde en que, en casa de ella, revisaban juntos los últimos textos que les habían llegado. Ambos aceptaron sin resistir esa pasión que se apoderaba de ellos imponiéndoles unos fueros tardíos de cuya existencia otoñal, tanto el mexicano como la islandesa descreían. Seis meses después, el sábado 12 de marzo de 2034, los maduros novios, irradiando sus rostros una felicidad infinita, se casaban. 

Vestringios, como aquel que había unido a los dos, fue el testigo de la boda, pero su discurso llegó bajo la forma de un texto que Gudmundur, el aventajado discípulo de Bergljód, tuvo el honor de leer. 

Aquella noche, un sueño le reveló a Gudmindur la clave del enigma. El ordenador le procuró únicamente la confirmación de lo que había percibido con aquella intuición que Bergljód había notado en sus primeros años de estudios y que el gusto por las estadísticas no había anulado del todo. El discurso de Vestringios contenía las mismas singularidades que los de los autores de relatos de ciencia ficción. 

El lunes por la mañana, Gudmundur entró en el despacho de su directora.

Þú ætlar núna að hlusta á mig ! 

Bergljót lo miró con sorpresa y observó una firmeza desconocida en sus facciones. Me tienes que escuchar, repitió, en español, como si buscase el vector que hiciese que su directora le prestase la atención que exigía. 

Gudmundur había imprimido varios textos, y también el discurso de Vestringios. En su pantalla, superpuso la representación de los textos, y sobre ellas, la del discurso de Vestringios. Bergljód levantó la mano, para impedir que su discípulo le explicase de nuevo lo que tantas veces había repetido. Tomó las hojas dispuestas en su despacho, las agrupó en una sola pila y agregó el discurso de Vestringios. Giró el sillón, le dio la espalda y, sin decir palabra, se puso a leer las páginas con la concentración que, a los veinte años le permitían atravesar una jornada de verano islandés sin prácticamente levantarse de la silla. 

Hvað er eiginlega í gangi, hér, Gummi minn? 

“¿Qué es lo que está pasando aquí?” Gudmundur la miró fijamente y le contestó: “No sé, Bergljót, no sé. Hay una conexión entre Vestringios y estos textos. Pero, al mismo tiempo, es imposible que Vestringios los haya escrito todos. He analizado las conversaciones de los autores con los estudiantes. No hay duda de que son ellos quienes han escrito sus textos. Tampoco hay usurpación: los hemos grabado en directo, los movimientos de sus labios corresponden exactamente a lo que dicen. Pero…, hay algo más…” 

“¿Qué?”, lo apremió Bergljót. 

“Es que, al contrario de los modelos comunes, los que aparecen en estos textos, no corresponden a ningún empleo normal del idioma. Lo que yo identifico son estilos, giros. Pero lo que me está revelando el ordenador es una especie de criptografía. No tiene ningún sentido lógico que cada 17 palabras aparezca una palabra del campo semántico de la arquitectura. Y hay algo peor. Estos textos están… están como conectados entre sí.” 

Gudmmundur miró a la profesora, intentando descubrir si podía continuar, intentando anticipar las consecuencias que sus palabras iban a tener, como si pensase que en ella, en su reacción, se iban a cifrar las consecuencias infinitas que tendría lo que él iba a decir. 

Gudmundur supo que podía proseguir. 

Estos textos dialogan entre sí. Es algo que no entendí al principio. En realidad, todo es más complejo que lo que te acabo de explicar. No es cada diez palabras una palabra de tal o cual clase. Es tres textos así, cada diez palabras un adjetivo. Después, en los tres textos siguientes, será cada once palabras, después doce, etc.” Y simplifico, una vez más. Aparecen series de números…, particulares, como los decimales del número pi, por ejemplo. Pero no en un solo texto, sino repartidos en diferentes textos. Es como si alguien estuviese diciendo algo con ellos, como si hubiese algo palpitando en ellos. Hay una criptografía, hay mensajes secretos en sus palabras. Y hay un orden, para que aparezca lo que te digo, tienes que poner los textos en cierto orden”. 

Sonó el teléfono. Era Vestringios. 

Gudmundur supo, oscuramente, que debería callar. Buscó los ojos de quien había sido su maestra durante largos años, salió del despacho y cerró la puerta lentamente. 

El verdugo. 

El tema de los esbirros de la tiranía que abusan del candor de los niños para informarse sobre las opiniones de sus padres aparece con frecuencia en los relatos de los pueblos que han penado bajo regímenes opresivos. En estos relatos, un militar, un policía o un cómplice (a veces forzado) del régimen, amable y sonriente, invita a los niños a contar lo que hacen sus padres. En el ámbito latinoamericano, el cuento La composición, del chileno Skármeta, es quizás el más conocido de todos. Hay que observar que existen numerosas variantes de esta temática y que las mismas no solo toman la forma de obras literarias o cinematográficas, sino que también se cuentan, en conversaciones murmuradas, como hechos tan verdaderos como difíciles de verificar. Lo que ocurre es que, ante la barbarie de la represión militar, el usar a los niños como informadores involuntarios sobre las actividades de sus padres se presenta como una evidencia o una necesidad: ¿cómo imaginar que quienes torturaban, violaban, robaban niños o asesinaban a opositores supuestos o reales no hubiesen tenido la tentación de usar a los niños contra sus padres? 

Yo recuerdo que, en Argentina, con diez años de edad, tuve que borrar una frase que había escrito en mi cuaderno, después de que mi maestra llamase por teléfono a mis padres para avisarles que yo contaba cosas que podían crear problemas. Lo que había pasado es que, yendo al mercado, yo había visto un coche acribillado y sangre en el suelo. Lo había contado en casa. Después, el boletín radiofónico había informado de que un militar había sido asesinado. Yo había contado en mi redacción que en casa nos reímos porque ya sabíamos la noticia antes de que la difundiera la radio. Mi maestra había temido que las risas que yo mencionaba pudiesen interpretarse como aprobación del atentado o como, por lo menos, indiferencia ante el destino funesto de aquel militar. Mis padres me hicieron borrar aquellas líneas y yo me sentí vanamente orgulloso, me sentí importante. Ahora pienso que, tal vez, mi maestra tomase pretexto de aquella redacción para entrar en contacto con mis padres, para identificarse ella misma ante ellos -de quienes podía pensar que no eran adictos al régimen- como opositora también al mismo. Aquella llamada quizás fuera una forma mínima de resistencia o, quizás, fuese el simple respiro de compartir algo cuya revelación era tan peligrosa y que había que ocultar. Mi maestra era mayor, no tenía hijos, no tenía familia. Creo que el atentado se produjo en la calle Oro, en Palermo, en Buenos Aires. 

El objeto vano y secreto de esta nota sin lectores es el de narrar unos hechos que complican y desarrollan la trama imaginada por Skármeta en su relato. La realidad es siempre más compleja y más ardua que la ficción, como lo demuestran los hechos que acabo de relatar y como lo demuestra también la narración de los que siguen. 

Los hechos que paso a detallar me los contó una alumna, llamémoslo Françoise, después de una clase. Los exilios y las itinerancias me han traído al norte de Francia, donde ejerzo como docente. Los hechos transcurrieron cerca de Lille y le fueron narrados a Françoise por su bisabuela. La madre de mi alumna, con la que conversé casualmente en las inmediaciones del colegio, confirmó el relato de su hija y agregó algún detalle que esta había omitido o que, acaso, desconocía. 

Yo había estudiado con los alumnos el relato de Skármeta arriba mencionado. En este relato, como se sabe, el niño entiende que el concurso de escritura que el militar anuncia es una trampa y que debe ocultar que sus padres, por la noche, escuchan la radio muy bajito. En la composición del niño, esta escucha se transforma en partidas de ajedrez en las que los padres se enfrentan tarde tras tarde. Yo les había propuesto a mis alumnos que se pusiesen en el lugar de los alumnos del relato y que escribiesen la composición que el militar exigía. ¿Cómo iban a hacer para no levantar las sospechas del militar? 

La composición de Françoise no se contentaba, como las de sus compañeros, con describir una velada intrascendente, sino que se las ingeniaba para incitar al militar a interesarse por las actividades de un vecino, como quien no quiere la cosa. Se lo comenté: el militar va a pensar que tu vecino anda metido en algo, dije, sonriendo. Da la impresión de que les da caramelos a los niños para comprar su silencio, para que no cuenten que recibe a personas raras. Sí, me dijo, es que el vecino colabora con la policía y denuncia a la gente del barrio. Lo que el niño de mi historia quiere es que los militares sospechen de él y no le tengan más confianza. Lo que él quiere es que aquellos a quien sirve lo torturen y lo maten. 

Hubo un silencio en el aula. Las palabras de Françoise habían sido pronunciadas con un aplomo inhabitual entre mis alumnos, que se expresaban con vacilación y lentitud en español. No todos entendieron lo que dijo, todos, creo, percibieron la ferocidad de aquella frase cortante que había proferido una adolescente de ordinario poco locuaz. 

Al final de la clase, Françoise me vino a ver: Je me suis inspiré d’une histoire vraie, monsieur, me dijo. 

Cuéntame, le pedí, cuéntame esa historia real que te inspiró lo que acabas de contar

La bisabuela de Françoise, Léonie, y otra mujer, Anne, escuchaban radio Londres durante la ocupación alemana. Léonie lo descubrió porque un día oyó a una niña que jugaba con su hija en su casa contar que su madre escuchaba la radio muy bajito por la noche, agregando algunos detalles reveladores. Su propia hija había contestado que su mamá escuchaba la misma radio. Cada una de las mujeres sabía algo comprometedor sobre la otra. El secreto compartido las hermanaba. Léonie había hablado con la madre de la niña y ambas habían explicado a sus hijas respectivas que lo de la radio era un secreto que no había que contarle a nadie. 

En marzo de 1942, el maestro de Léonie y de su amiga anunció que iba a haber un concurso de redacción y que en el mismo se trataba de contar un acontecimiento inesperado. El maestro, monsieur Sattez, era conocido por su admiración por el mariscal Pétain y por el entusiasmo con el que inculcaba el orden nuevo a sus alumnos. Antes de monsieur Sattez, el maestro había sido monsieur Bloch, que había perdido su puesto por judío. Después de la guerra, para disculparse o disminuir su falta, Sattez había de referirse al ejemplo famoso de Sartre, que, como él, había conseguido un puesto que había quedado vacante tras perderlo un profesor judío. 

Durante el mercado, el jueves por la mañana, Léonie habló con Anne de la tarea que tenían que hacer las niñas. Ambas mujeres, que colaboraban con la Resistencia, se dijeron que tenían que fijarse bien en lo que sus hijas iban a escribir. 

El viernes por la mañana, Léonie oyó que llamaban a su puerta. Era Anne, quien había tenido la idea de usar las redacciones de las chicas para sugerir que monsieur Douard colaboraba con la Resistencia. Monsieur Douard, en realidad, era un delator al que Anne atribuía la responsabilidad de la captura y posterior asesinato de su marido, que había sido resistente. Monsieur Douard y monsieur Sattez eran amigos. 

Las dos niñas contaron que monsieur Douard les había dado caramelos una vez que lo habían oïdo hablar en inglés con un joven que caminaba con dificultad y que les había hecho prometer que no contarían lo que habían visto. Introducir en la casa de monsieur Douard un librillo con algunas frases básicas en francés y su correspondiente traducción al inglés no había sido difícil. El librillo había pertenecido a un paracaidista que Anne había albergado. La milicia se llevó a Douard pocos días después de que Sattez leyese las redacciones de las chicas y de que las felicitase por ellas. Douard fue torturado y, para que cesase su tormento, confesó su pertenencia imaginaria a la resistencia. Cuando la milicia se cansó de las informaciones inevitablemente falsas que proporcionaba, lo asesinó. Antes de morir, Douard tuvo tiempo de redactar una confesión en la que revelaba su amor secreto por Anne y afirmaba que había denunciado a su marido para sacarse de encima a un rival. Para Anne, esa confesión había sido una postrera tentativa de manipulación. 

La historia de Françoise me emocionó singularmente. Quizás por ello lamente tanto no poder hacerla desaparecer. Me explico. 

Además de docente, soy el creador del Archivo General de la Redacción Escolar (AGRE). Este archivo tuvo por modesto objeto inicial analizar y archivar los textos redactados por los alumnos para detectar evoluciones que ningún docente podía percibir. Por más arduos que sean, los esfuerzos del profesor por entender las dificultades del alumno no pueden abarcar todo lo que el alumno ha escrito. El AGRE, gracias a herramientas informáticas y estadísticas relativamente sencillas, puede hacerlo, como también puede comparar la composición de un alumno con las de sus 35 compañeros de clase, o las de una clase que ha recibido una explicación con las de otra, que ha recibido una explicación diferente. El AGRE nos ha permitido realizar progresos considerables en pedagogía. 

Pero el AGRE, desde hace unos años, ha empezado a explotarse de otras e inesperadas maneras. El AGRE permite detectar adultos problemáticos. Se han observado correlaciones numerosísimas entre lo que un individuo escribe entre los 6 y los 18 años y las pautas de comportamiento que va a adoptar como adulto. También se han podido predecir protestas masivas y violentas gracias al análisis informático sistemático de las redacciones escolares. Ningún profesor, leyendo una composición de su clase, hubiera podido predecir la brusca sacudida de los gilets jaunes franceses. Retrospectivamente, AGRE (la versión transformada de AGRE) las predijo sin dificultad cuando se lo alimentó con las composiciones de los alumnos y se le hicieron las preguntas apropiadas. Los gráficos, que todos conocemos ahora, lo ilustran de manera avasalladora. Un crecimiento de 5% de cierto campo semántico, una sintaxis breve e impaciente son cosas que un lector humano puede percibir pero que será incapaz de sistematizar. 

Recuerdo con qué satisfacción, por aquellos años, acogí que el ministerio de Educación empezara a poner un énfasis particular en la escritura. Yo siempre había defendido en iniciativas desdeñadas, en proyectos ignorados, en cartas sin respuesta, el poder formador de la escritura, en particular el de la escritura de ficción. Los alumnos debían ahora escribir cinco horas por semana y la nota del taller de escritura adquirió un peso considerable en todas las materias. Los textos eran de todo tipo, pero las ficciones eran las más abundantes, y yo las leía con fruición y entusiasmo. Los alumnos mismos se fueron acostumbrando al ejercicio y creo que no pocos terminaron por adquirir una forma de grafomanía. De repente, sin yo entender por qué, se me empezó a invitar al Rectorado y luego al ministerio para explicar cómo funcionaba el AGRE. 

El interés por mi persona fue pasajero. El  AGRE pasó entre las manos de especialistas de alto vuelo que dominaban disciplinas cuya existencia misma yo desconocía. Estadísticos, psicólogos, sociólogos empezaron a realizar experimentos que yo nunca hubiera imaginado. Si las composiciones revelaban la personalidad o las pulsiones de los alumnos, también permitían evaluar el efecto que en ellos tenían las acciones de diferentes entidades tendentes a orientar su comportamiento. 

Pero no quiero prolongar la descripción de un dispositivo o de un proceso del que solo conozco una parte, la del docente que solo he sido después de que se transfiriese el AGRE a personas más competentes que yo. 

Me hubiese gustado proteger a Françoise. Me hubiese gustado poder llamar por teléfono a su madre, de la que estoy, silenciosa y tercamente, enamorado y compartir con ella el secreto que nos une, el de nuestra común detestación del AGRE. Pero es inútil, es demasiado tarde. AGRE, ahora, lo conserva todo. Todo lo que ha escrito Françoise, todo lo que ha borrado Françoise, también sus dudas, sus pausas y los momentos en que los dedos no consiguen escribir las palabras que les dicta el presuroso cerebro. Ya no hay cuadernos y estas cuartillas culpables irán en breve al fuego. 

La Asociación. 

La teoría del multiverso postula la existencia de innúmeros o infinitos universos paralelos que se generan constantemente. En estos universos, todo lo que puede pasar, pasa; o, más exactamente, tiene una probabilidad de ocurrir que tiende a infinito. Si puede concebirse que exista una madame Bovary, un Martín Fierro o un don Quijote, entonces es seguro que, en algún mundo posible, estos personajes existen: son personas, no personajes. La teoría del multiverso, postula la no accesibilidad de los universos paralelos; según ella no hay interacción causal entre ellos y nosotros. 

Los viajes al pasado no requieren mayor presentación. Los viajes al futuro parecen más plausibles que los viajes al pasado, que requieren modificaciones en cascada que deberían llegar hasta el presente. Una de las refutaciones más famosas que se han opuesto a su existencia es la de Fermi: si fuesen posibles los viajes al pasado, tendríamos que tener constancia de visitas de turistas temporales venidos hasta nosotros desde un infinito futuro. 

Estos postulados tranquilizadores deben ser revisados. Se están produciendo hechos cuya explicación más racional es, parece ser, que las fronteras entre los mundos posibles no son tan impermeables como se pensaba o, dicho de otro modo, que puede estar llegándonos información del futuro. 

Si tú lees esto es que has experimentado una de estas intrusiones. Es lo más probable, en todo caso. 

Nuestras experiencias, si las narramos, suscitan risa, escepticismo, preocupación. Nos toman, digámoslo sin ambages, por locos. La Asociación tiene por objeto permitirnos compartir nuestras experiencias. Para ello debemos situarlas en los resquicios de la vida social, en las ficciones. Para eso, acaso, hayan servido, secretamente, las ficciones: para que podamos hablar de las intrusiones de los mundos paralelos en nuestro mundo sin que se nos tome por locos. 

Ninguno de nosotros ha elegido su condición. Para la sociedad, nuestra condición no existe. 

Según la teoría de las cuerdas, una infinidad de universos pueden existir en branas diferentes. Las branas pueden concebirse como las páginas de un libro. Cada brana contiene un universo. No es imposible que se produzcan contactos entre las branas. Se especula que un choque entre dos branas ha podido producir el Big Bang. La palabra brana proviene de la palabra membrana. 

El Borda. 

Debo a una improbable conjunción de azares y de tecnología la revelación aciaga y vertiginosa del estado en que se halla mi patria, que yo dejara, en lejanos y convulsionados tiempos, para volver con mi familia hacia esa Europa de la que, otrora, huyeran mis mayores en busca de un más auspicioso destino sudamericano. 

Yo siempre he vuelto con cariño e indulgencia mis ojos hacia el país de mi infancia. Mis sufridos alumnos de psiquiatría no lo ignoran: en los casos que les someto menudean los argentinos con una insistencia que, sospecho, los intriga. (Alguno dio en pensar, en pensar falazmente, que semejante abundancia se debe a la proporción elevada de enfermos mentales en la sociedad y no a su encarnizado detectamiento o fabricación por parte de nuestras celado cuerpo médico1). He de decir que mi nostalgia se contenta y satisface con esas modestas evocaciones y con un viaje cada quince o veinte años; puedo afirmar con agrado y orgullo que, por lo demás, mi vida es, sin desdoro, la de un parisino del siglo XXI, placenteramente afincado en la ville-lumière. Mi orientación, como psiquiatra, es bastante ortodoxa. Soy reduccionista, pero creo en la importancia primordial del diálogo con el paciente. Defiendo el valor curativo de la palabra, ensalzo y encomio, en mis lecciones y escritos, el valor terapéutico del verbo metafórico. Aborrezco a Lacan, a Kristeva, a Fleury y a toda la caterva de filósofos franceses que deshonran la clara tradición racionalista gala en la que modestamente se sitúa mi pensamiento. Festejé y celebré el nunca bastante alabado Imposturas intelectuales, de Sokal y Bricmont. Soy, en resumen, ontológicamente reduccionista al tiempo que defensor del valor heurístico de la fantasía intelectual y de la metáfora. Soy trotskista, pero milito con parsimonia: reparto de vez en cuando números de Lutte Ouvrière en los mercados. 

La experiencia de la «radio de locos » del Borda2 siempre me había interesado. Un grupo de enfermos mentales crea y anima una estación de radio me pareció, cuando lo leí, un título irresistible. Yo incitaba a mis alumnos que hablaban español a escuchar la emisión y les daba el artículo lapidario que me la había hecho conocer. También los animaba a corresponder por Internet con enfermos. Fue así como empezó todo. 

Uno de mis estudiantes, que ignoraba nuestro idioma, contentándose, para su escarnio, con el provinciano francés y con el ubicuo pero manido inglés, encontró un artículo que le permitía dialogar con un paciente del afamado Borda sin tener que aprender español. Se trataba de un texto en francés publicado en una oscura web de defensa de las lenguas latinas3 en que un paciente, haciéndose pasar por la profesora Szirko, electroneurobióloga, tomaba apoyo en unas palabras anodinas y metafóricas4 de un autor germano, ignoto e ignorado, para emprender una carga tan vigorosa como alucinada contra el contubernio que parece aliar hoy en día al gran capital con la neurobiología reduccionista y consensual en aras de transformar al hombre en cosa. El artículo, que, a fuer de docente concienzudo, me propuse inicialmente leer por entero, se mostró en realidad ferozmente reacio a toda lectura plena: lo que no atenúa la validez de lo que sigue pues lo fractal de su factura -característica de ciertos enfermos-, hace que por el cabo se saque el rabo, o sea, que cada una de sus partes dice tanto o tan poco como el todo. Yo me pregunté si alguien lo habría leído e hice algunas búsquedas en Internet, que me revelaron que el paciente había llevado el anhelo de verosimilitud, o su delirio, hasta inventar no una, sino tres revistas electrónicas para dar a su texto un entorno dotado de los aderezos de lo científico. En suma, el artículo invocaba las conclusiones de « investigadores argentinos » y las de un francés desconocido sin titulación universitaria para afirmar la falsedad del enunciado antes citado y para luego intentar demostrar todo lo que corre el albur de acaecer si los resultados alcanzados por la « escuela germano-argentina » no saliesen victoriosos de la desigual batalla que los opone a la poderosísima hidra con la que se enfrentan. 

Con mi alumno decidimos formular varias preguntas a la « profesora Szirko », algunas de las cuales me vienen ahora a la memoria: 

  1. ¿Por qué haber escrito en voxlatina? 
     
  1. ¿Por qué haber elegido como punto de partida una afirmación periférica de un artículo sobre enseñanza de idiomas? 
     
  1. ¿Puede ella rebatir científicamente una afirmación científica? 
     
  1. El riesgo que la conspiración científico-liberal se cierne sobre nosotros ¿es lo bastante seguro y grande como para justificar que se censuren las afirmaciones de sus supuestos valedores sin rebatirlas científicamente? 
     
  1. ¿El prestigio indudable de que goza la escuela argentina alcanza para que no le sea necesario justificar sus dictámenes? 
     
  1. ¿En qué medida su doctrina es tributaria de las reflexiones de Huarte San Juan5
     

Tal vez haya entre mis lectores quien se extrañe de que formulásemos preguntas pertinentes a alguien que tan falto de cordura parecía. En realidad, lo que hacíamos era entrar en su mundo. El pretendía ser una investigadora científica, nosotros lo tratábamos como tal, cuando la razón hubiera requerido que, como hizo la totalidad6 de la blogosfera y de la prensa, científica o no, ignorásemos su texto. Otrosí : yo a los locos les hablo como a personas normales. 

Como esperábamos, “Mariela Szirko” contestó con celeridad, ya fuera porque generosamente deseaba difundir sus teorías, ya fuera porque, cansada de dialogar con los avatares que se creaba en Internet, acogió con alivio y avidez un mensaje que parecía indicar que su personaje inventado comenzaba a cobrar cierta corporeidad. No fue fácil dialogar con ella. La pobreza de su terco francés no le impedía incurrir en terribles diatribas que interpretaban con una furia vindicativa nuestras preguntas. Aprendimos a moderar nuestras objeciones, temíamos que, cualquiera que fuere su deseo de dialogar con seres humanos sobre sus posiciones, cabía la posibilidad de que se produjera una ruptura. De hecho, seamos sinceros, al inicio de nuestra relación fue lo que pasó: un día la “profesora Szirko” nos mandó un mensaje diciendo que ponía término a unos intercambios tan poco científicos como irrespetuosos para con una estudiosa de tan rancio renombre como ella. Nosotros nos disculpamos, reconocimos nuestro error y solicitamos su indulgencia afirmando que, si ella tenía a bien aceptar un intercambio epistolar que tanto nos enriquecía, nosotros nos cuidaríamos muy mucho de no volver a ofender a tan alta persona como ella. Al cabo de unos días, magnánima, la “profesora Szirko” consintió en que reanudásemos nuestro diálogo. Buscando halagarla, la cumplimentamos por su francés, difícilmente comprensible pero de un nivel meritorio, teniendo en cuenta lo mal que se conoce nuestro idioma en los países sudamericanos. La “profesora Szirko” nos precisa que no hay que confundir Argentina y los demás países sudamericanos, menos desarrollados culturalmente que la Argentina en general y que Buenos Aires en particular. Nos disculpamos de nuevo. Percibimos una sensibilidad a flor de piel. 

En diciembre de 2002, mi alumno informó a la “profesora Szirko” que un colega argentino afincado en París -se refería a mí- iba a efectuar un viaje a su patria y que se holgaría en grado sumo de poder encontrarse con ella. “Mariela Szirko” nos contestó con su acostumbrada celeridad: sería un gusto para ella encontrarse con un distinguido colega. Propuso recibirme en su despacho del Borda y nos comunicó su número de móvil para que yo pudiera llamarla durante mi estancia en Buenos Aires. Me suspendía y admiraba la seguridad y la confianza de que parecía hacer gala “la profesora”. 

Llegué a Buenos Aires el dos de febrero de 2002. Efectué con rápida eficacia las visitas familiares inevitables. Vi a seres que remotamente reconocía y que me manifestaban un cariño grandilocuente e injusto. Con el tono de la broma amistosa, se encomiaba la calidad de mi español, gloriosamente anclado en la época de Don Quijote, que yo leía todos los años y que era mi único contacto con la literatura en español. Con impiadosa constancia se me tomaba por extranjero cuando caminaba por las calles o entraba a un restorán. 

Llamé a la “profesora Szirko” y concerté una cita con ella. Me volví a preguntar, como ya lo había hecho en varias oportunidades, si no debía ponerme en contacto con mis compañeros del Borda, pero, una vez más, me contesté que todo lo que no estaba prohibido estaba autorizado y que el sentido de otorgar libertad a los pacientes era justamente exponerlos a los múltiples y estocásticos visajes del mundo real. Además, había una cuestión de lealtad para con la “profesora”: no informar a escondidas a sus terapeutas me parecía una exigencia evidente. Habrá quien afirme que en mi acercamiento a la “profesora” se ocultaba una mentira, una deslealtad fundamental. Yo no pienso que haya sido así. A la “profesora” la tratamos exactamente del mismo modo que si hubiera estado cuerda. Seré sincero. Yo, en realidad, pienso que fuera de algunas excepciones que en el mundo son, entre las que me incluyo, la gente, en general, está loca. No loca, en el sentido laxo y general que se da al término en el lenguaje de todos los días, sino en un sentido preciso, psiquiátrico. Ocultar ese convencimiento es lo único razonable que puedo hacer cuando hablo con alguien en particular: decirle lo que pienso haría imposible toda comunicación, decirle que no está loco cuando yo sé que lo está sería mentir alevosamente. Lo único razonable, lo único correcto, es mentir por omisión. Además, a pesar de mis esfuerzos, la gente no tarda en entender lo que yo pienso de ella y, si quiere la verdad, la pide. 

Eso fue lo que pasó con “la profesora”. Usted me toma por loca, me espetó con violencia poco después de que yo tomase asiento en su despacho. Era una mujer de unos cuarenta años, cuidada pero de rostro duro y anguloso. Busqué en sus ojos, para serenarme después de un golpe tan brutal, la confirmación del diagnóstico que yo había realizado a partir de la lectura de sus escritos. Encontré o creí encontrar algo. Pensé que de nada servía mentir. Asentí. 

Ahora, el oprobio, la revelación: la “profesora Szirko”, no existe. Sólo existe Mariela Szirko, profesora, y el loco vengo a ser yo. “Le fou, c’est vous” me dijo con una sonrisa sarcástica que era un reconocimiento implícito de la naturaleza formal y sofista de su enunciado. No tengo alumnos. O, más bien, mi alumno y yo somos la misma persona. La realidad parece empecinarse en calumniarme con una ironía feroz: Mariela Szirko afirma ser mi médica, lo es desde hace años. Me han sacado el ordenador, dicen que nunca me pude conectar a Internet, que en el Borda los pacientes no tienen acceso a Internet. Resido, pues, en el Borda. Debo recobrar la razón. Si me curo podré salir. Pero antes de volver a Francia tendré que salir de este país. 

1Cabe objetar que el resultado viene a ser el mismo. Yo disiento. Una cosa es la gozosa fabricación voluntarista de enfermos, tanto por los propios pacientes como por el cuerpo médico y otra, muy diferente, el ser víctima pasiva de una enfermedad. 

2Prestigioso hospital porteño, el hospital Tiburcio Borda, conocido entre nosotros como « el Borda », cuyas innovadoras técnicas auspiciadas por la escuela argentina de neurología lo han llevado a instituirse en una de las referencias mundiales en el campo de la psiquiatría. 

3http://www.voxlatina.com/vox_dsp2.php3?art=1592 

4El autor dice : « l’idée commence … » como si dijera : « la idea empieza ». 

5Huarte San Juan fue un pensador español del siglo XVI cuyas doctrinas utilizó Cervantes para definir las características de la locura de don Quijote. Según Chomsky, su pensamiento influyó en el de Descartes, lo que niega « Mariela Szirko ». 

6« Mariela Szirko », (en lo que sigue designaré entre comillas a nuestro corresponsal, para no confundirlo con su adlátere, la Mariela Szirko real), « Mariela Szirko », pues, afirma que sus trabajos fueron comentados por un diario moldavo. Me señalan algunos ecos de este texto, pero no hay que descartar que sean obra de la misma « Mariela Szirko ». Deslizo, voluntariamente algunas inexactitudes, para que no se reconozca al paciente. 

La Virgen de la Macarena se refugia en Islandia. 

La huida de Macarena Coronada, su público abandono de la fe católica, su candidatura a la alcaldía de Barcelona son hechos que han hecho correr ríos de tinta. En el número de este mes de Dossiers y documentos, hemos querido reunir las piezas principales de esta azarosa y excepcional serie de acontecimientos. 

Entrevista con Esteban Nierenstein, portavoz de Macarena Coronada, candidata a la alcaldía de Barcelona. 

¿Ha contestado Jón Gnarr a la carta de la Virgen? 

No, todavía no. Pero yo estoy convencido de que se llegará a un acuerdo. Ante las candidaturas de individuos que constituyen auténticos peligros para la sociedad y para la convivencia ciudadana, las personas decentes y de buena voluntad deben unirse. No podemos permitir que los pequeños Trump sigan proliferando en Europa. 

¿Valls es un pequeño Macron? 

Sí. 

¿Puede precisar a qué se refiere, concretamente? 

Se trata de agitadores desprovistos de ideología clara que halagan lo más bajo del ser humano. Valls, para congraciarse los sectores más extremistas de la sociedad francesa, llegó a un esencialismo inverosímil y declaró que los Roms, por su modo de vida fundamentalmente diferente del nuestro (se refería al de la sociedad francesa) tenían vocación a volver a Rumanía, su aclimatación en Francia era, al parecer, imposible. También puedo citar el ejemplo de la carga grotesca que, siendo primer ministro, lanzó contra unos anónimos investigadores con el afán supuesto de defender a un escritor y con el propósito evidente de alimentar la agitación antimusulmana para sacar rédito político de ella. Le doy estos dos ejemplos porque se da el caso de que yo le escribí a Valls desde mi posición de profesor, porque así me lo imponía la deontología (ver aquí). La retórica de Valls, como la de Trump, es un desafío a la argumentación racional. 

La proximidad con Trump también aparece en un populismo que intenta ignorar o ningunear a los cuerpos políticos intermediarios que dan vida a la democracia. 

¿Es independentista la Virgen? 

Mire, la Virgen es una mujer que ha vivido 65 años en compañía de uno de los peores criminales del franquismo, auspiciador encendido de asesinatos y violaciones. La Virgen nunca ha contado con detalle lo que pasaba en esa basílica, pero lo que sí sabemos es que todas las noches Queipo erraba en el recinto reclamando sangre y dinero para la Virgen y, también, gritando «¡España!, «¡España!». La reacción de la Virgen es la de no pocos andaluces: los enemigos de mis tiranos son mis amigos. Ahora… 

¡Pero la España de hoy no es la de Franco! 

… Es lo que le iba a decir, la España de hoy no es la de Franco, estamos de acuerdo. Y la Virgen lo sabe y lo entiende. Yo creo que la Virgen ve en la crisis catalana una oportunidad de salir definitivamente de la España franquista y de la Constitución del 78, que tuvo su utilidad, pero que, hoy, debe reformarse. Ella prefiere que Cataluña siga formando parte de España, pero de una España que se haya sacudido todos las colgaduras de franquismo que todavía penden de ella y tanto la lastran. 

¿Cómo se inicia la andadura común de Ateos Sevillanos al Rescate de la Virgen y de Macarena Coronada? ¿Cómo llega su presidente, un ateo declarado, a ser portavoz de la Virgen? 

Risas. Mire, no creo que vaya a sorprenderla si le digo que yo hace unos meses me hubiera desternillado de risa si alguien me hubiese anunciado que estaría tomando un año sabático para hacer de portavoz de la Virgen en las municipales de Barcelona. 

Todo empezó con la idea de poner término al cautiverio de la Virgen que le inflige la Hermandad, que proclama principios muy cristianos y encierra a la Virgen en compañía de uno de los más sanguinarios criminales del siglo XX, tras unos muros argamasados con odio y sangre vertidos a mansalva. Después, pues pasó lo que usted sabe, la llegada de la virgen a Islandia, junto con Oriol Junqueras y todo lo demás. Y ahora, pues mire, no le voy a decir que esté yo de acuerdo en todo con Macarena Coronada, pero tengo la impresión de que este momento en que una virgen se vuelve atea y se presenta a la alcaldía de Barcelona, pues era algo único, un momento importante de la Humanidad, un hito, casi, diría yo, y que es necesario contribuir a que se exprese plenamente. Así que me parece que no hay nada deshonroso en que un ateo como yo se ponga al servicio de una virgen que ha perdido la fe. 

Bueno, muchas gracias por su venida señor Nierenstein y buena suerte en su campaña. 

Perdone, una precisión : Ateos Sevillanos al Rescate de la Virgen se disolvió después de conseguir su objetivo, que era el de sacar a Macarena de la basílica en que estaba encerrada. 

Gracias por la precisión, señor Nierenstein. 

Comunicado de prensa. 

Soy Esteban Nierenstein, docente en Francia, residente en Bruselas y sevillano de adopción. Por motivos familiares, viajo con regularidad a Islandia, donde ahora me encuentro, en un estado de conmoción que el lector no tardará en entender. Siempre he sido ateo. Publico este comunicado para dejar constancia de que se me apareció la Virgen de la Macarena. 

Como mis alumnos lo confirmarán, yo suelo estudiar con ellos la historia de la basílica de la Macarena, iglesia financiada gracias a la expoliación del pueblo sevillano por parte del general Queipo de Llano. Yo siempre he pensado que el propietario legítimo de la basílica es el Ayuntamiento de Sevilla, como representante institucional que es de nuestro pueblo. No ha mucho, escribí una carta a la Hermandad de la Macarena sugiriéndole que restituyese la basílica a su propietario legítimo, pero no obtuve respuesta. 

La aparición de la Virgen. 

Estando yo sentado en la negra arena de una playa cercana a Reykjavík, vi, de repente, que las aguas se arremolinaban en un lugar en que incidía un rayo de luz dorada que atravesaba el cielo plomizo y bajo. Cesó el viento -algo que no ocurre casi nunca en Islandia- y empezaron a oírse dulcísimos sones. 

Fijé mi mirada en el espumoso fulgor que ante mí se formaba, pero me distrajo una voz que me llamaba : ¡Estebaaa », soy yo, Macareeenaa!. Busqué en torno a mí quien pudiera llamarme así en una desolada playa islandesa. Nadie. Volví entonces mis ojos hacia las aguas, y allí estaba Ella, allí estaban Sus ojos castaños, allí Su magnífico manto, allí… también, en sus cuidadas manos, el infausto fajín

Vino la imagen hacia mí, como deslizándose por encima de las aguas. Apartó el oleaje un tanto el blanquísimo encaje y vi dos ojos negros y vivarachos bajo los pies de la virgen : ¡una foca!1. En llegando a la arena, la Virgen le dio unos toques al animal con el fajín y tras decirle : ¡venga, lárgate de aquí, y llévate esta mierda!, le lanzó la ominosa prenda de Queipo de Llano. 

Con su característico meneo, la virgen se me acercó. 

Esteban, me dijo, te he elegido a ti entre todos los hombres, porque sólo tú has comprendido mi sufrimiento. Tú, y Laura Jiménez, pero ella no existe más que en tu imaginación,… 

Pero, pero, empecé a decir sin atinar a proseguir… 

Tú eres ateo, lo sé. Pero solo tú has comprendido mi sufrimiento. A la Hermandad le da igual; a ellos, lo que les interesa, que Dios Me perdone y los perdone, es la marca comercial, vender estampitas, vaya. Solo un ateo puede salvarme. Hace 70 años que convivo con quien causara los sufrimientos más horribles en mi pueblo. Todos los días, siento su presencia, todas las noches respiro su pegajoso aliento de monstruo. Todas las noches se levanta, Esteban. Todas las noches erra en el ámbito consagrado reclamando a gritos asesinatos, violaciones y… dinero para mi iglesia. Y todas las noches oigo, también, los gritos de sus víctimas. 

Esteban, quiero que me saquen de esa prisión en que la Hermandad me tiene cautiva por inconfesas y terrenales razones. Los muros de la Macarena rezuman terror y sangre. El diablo, más que Dios, mora en esa basílica. 

Señora, yo… ¿Quién es Laura Jiménez? 

Pronto lo sabrás. Cuando vuelvas a la casa de tu hija, encenderás tu ordenador y pondrás en tu blog… 

Es que no le funciona el módem… 

Ahora sí funciona, se lo hemos reparado. No me interrumpas. 

Ah, bueno, vale… pues gracias… 

Cuando vuelvas a casa de tu hija, decía, pondrás en tu blog la convocatoria de un concurso de autos sobre lo que es, para una virgen, convivir con Queipo de Llano. 

¿Un concurso de qué? 

De autos, ¡corchos, Esteban!, de obras de teatro, ¡coño! 

… dotado con un premio de 2000 euros. 

Oiga, yo… 

No te preocupes por el dinero. Los sevillanos lo reunirán sin vacilar. No dudarán en contribuir cómo buenamente puedan para que se me rescate de este templo del mal. Cuando los de la Hermandad vean representarse, en las plazas y calles de nuestra ciudad, unos autos que pinten muy a lo claro mi sufrimiento, entenderán, como tú has entendido, mi calvario. Me sacarán entonces de esa iglesia para siempre mancillada por el monstruo. ¡Antes en un guardamuebles, Esteban, antes en un guardamuebles que seguir estando donde estoy! 

Usted cree que… 

¡Calla! Los participantes tendrán que imaginar lo que es pasar una noche con Queipo, entre cuatro paredes… 

¿Una sola noche? 

Una sola, sí. Cada cual podrá imaginar lo que es pasar 25.187, que son las que llevo con ese bicho. Yo no sé cómo no me he vuelto loca todavía… 

¿Esteba’, tu sabe’ porqué a la iglesia de la Macarena la llaman la armeja?, me preguntó  Macarena acentuando su gracejo sevillano. 

Eh, no, Señora, no lo sé. 

Porque el bischo está dentro, ja, ja, ja. 

La virgen me sonrió con tristeza y me dijo: hay que conservar el humó, schiquillo… 

Y despareció. 

Yo voy a ejecutar como pueda Su mandato, pero necesito la ayuda de todos los sevillanos de buena voluntad. ¡Uníos, hijos de Sevilla, y realizad esta obra de caridad que la Virgen os pide! ¡Pongamos fin a Su martirio! ¡Organicemos juntos el concurso de autos que la Señora reclama! 

1Existe por lo menos un precedente de un viaje a lomo de foca como el de la virgen: es el del célebre Saemundur inn fróði. Puede el lector consultar su historia en islandés aquí o acudir al artículo de wikipedia en español, que no menciona su viaje, pero que nos contiene una valiosa  foto del monumento situado en el campus de la universidad de Islandia que muestra a Saemundur a lomos de la foca. 

Si Valls puede, ¿por qué no Ella? 

Considerando que el Estado español otorga a entidades inmateriales como Vírgenes o Cristos medallas destinadas a recompensar a policías heroicos, 

Considerando que hay en España miles de alcaldes perpetuos o perpetuas que son meros o meras Vírgenes o Cristos, 

Considerando que no hay impedimento para que el señor Valls se presente a la Alcaldía de Barcelona, 

Considerando que es digno de encomio que la Virgen de la Macarena Coronada se presente a la Alcaldía de Barcelona sin querer recurrir a poder sobrenatural alguno, sino, como cualquier hijo o hija de vecino, solicitando los sufragios de los barceloneses, 

Los abajo firmantes solicitamos a la autoridad competente tenga a bien autorizar la candidatura de María Santísima de la Esperanza Macarena Coronada a la Alcaldía de Barcelona. 

Abogados (auténticamente) cristianos ataca a la Cofradía de la Macarena ante los tribunales

La sombra de la Asociación Española de Abogados Cristianos ha provocado, era inevitable, el surgimiento en este blog de una Asociación de Abogados (auténticamente) Cristianos que actúa con imparcialidad para defender los valores cristianos allí donde son verdaderamente lesionados. 

Un ejemplo rápido ilustrará lo que que decimos. Cuando la Asociación de Abogados Cristianos denuncia a un humorista por un chiste (bueno) sobre la mierda que viene a ser la inmensa cruz de los Caídos, la Asociación de Abogados (auténticamente) cristianos ataca a la Cofradía de la Esperanza Macarena por ensuciar a la Virgen y a los valores que representa paseándola ceñida con el fajín de Queipo de Llano, uno de los peores criminales del franquismo, o, asimismo, por tener a la Virgen en una basílica financiada mediante el expolio del pueblo sevillano por el mentado general, que, además, dispuso que ahí se lo enterrara, junto con su esposa. 

Abogados (auténticamente) cristianos es un algoritmo que puja por encarnarse en el mundo real. Como todos los algoritmos del Encarnador de Realidades Virtuales, actúa de manera primointencional y se toma en serio los principios que los otros actores del universo en que se sitúa proclaman. Los resultados son imprevistos y sorprendentes, pero siempre implacablemente sustentados. De hecho, si nosotros, sevillanos o españoles, salimos dos segundos de las costumbres y hábitos que nos condicionan desde la infancia, no podremos menos que reconocer que poner en torno a la grácil cintura de la Virgen el fajín de aquel que, en sus alocuciones radiofónicas reclamaba asesinatos y violaciones es un insulto de un calibre tan grande, brutal y grosero que ningún anticlerical ha osado siquiera concebirlo. 

Por el momento, Abogados (auténticamente) cristianos carece de pujanza para actuar ante los tribunales del mundo real, pero hace un llamamiento a que los seres encarnados (los seres humanos) asuman su iniciativa y procuren y consigan su advenimiento en el mundo real. 

Los falsos DNI, la Virgen del Amor y su medalla. 

Todo se explica. 

El ministro Jorge Fernández Díaz condecoró con la medalla de oro del mérito policial a la virgen del Amor. 

El ministro Jorge Fernández Díaz distribuyó con control escaso o ninguno carnés de identidad e identidades falsas, nos explica eldiario.es

Ahora todo se explica. El ministro le dio un carné falso a la Virgen del Amor, que, así, pudo hacerse acreedora de una medalla que no estaba previsto se otorgase a entidades inmateriales. 

La Virgen de la Macarena le propone al humorista islandés Jón Gnarr que se una a su equipo. 

Este blog se ha procurado la carta enviada por la Virgen, que pone a la disposición de los lectores : Bréf frá Macarena mey til Jóns Gnarr 

La Virgen de la Macarena Coronada, como se sabe, se presenta a al alcaldía de Barcelona. Según el portavoz de la candidata, Esteban Nierenstein, todas las personas decentes deben unirse contra el auténtico peligro para la sociedad que constituye Manuel Valls. 

Consecuente con la línea expuesta por su portavoz, la Virgen le ha escrito al humorista islandés Jón Gnarr, que también decidió presentarse después de que el francés lo hiciera1. En la misiva, Macarena Coronada le propone al islandés que se integre en su equipo: 

Þess vegna vil ég bjóða þér að ganga til liðs við mig. 

dice, literalmente. 

No se sabe bien cómo pudo la Virgen aprender islandés. 

Se rumorea que el portavoz de la Virgen va a viajar a Islandia en octubre para ultimar detalles con el equipo de Jón Gnarr. Antes de ejercer como docente, Esteban Nierenstein residió en Islandia y conoce aquel inhóspito idioma. 

1Parece que el humorista desconocía felizmente a Manuel Valls. Parece que cuando descubrió la noticia en la prensa, mediante un artículo que le enviara un admirador francés, sintió estupor y vergüenza. Pensó que Manuel Valls era un humorista homónimo del político. Pensó que era un político que se tornaba humorista. Y entendió, al final, quién era Manuel Valls. Quiso defender su oficio, quiso defender a Barcelona y, como en un fogonazo, sintió una llamada urgente. La abnegación y la dignidad anidan también en los payasos. 

La Virgen de la Esperanza Macarena Coronada: « Quiero ser la próxima alcaldesa de Barcelona! » 

– Señora Macarena, ¿qué hace una chica como usted en un sitio como este? ¿Cómo se pasa de ser símbolo eminente del nacional-catolicismo español a candidata independentista al Ayuntamiento de Barcelona? 

– Por hartazgo, corassón, por hartazgo. Es que llevaba más de sesenta años encerrada con el cerdo ese de Queipo del Llano, que todas las noches se levantaba, pidiendo sangre y más sangre, gritando « ¡España, España! » y reclamando, también, dineros para honrarme y ponerme guapa. Hartazgo, hartazgo del ser la mantenida de un criminal. 

– 65 años… y de pronto… 

-… Y de pronto llegan los chicos de Ateos Sevillanos, que me abren los ojos. Y ahí me pongo a pensar. 

– Usted menciona el metoo a menudo… 

-Sí, el metoo también ha contado mucho. Las chicas feministas de Sevilla que empezaron a pasar por la basílica y a hablarme, también contaron mucho. Me di cuenta de que no estaba sola… de que los manoseos del cerdo aquel… pero no quiero hablar de esto… 

– Bueno, es que el elector barcelonés quiere entender su trayectoria… 

– Pues mi trayectoria es muy sencilla. Es la de una mujer encerrada durante años que de pronto toma conciencia de las barbaridades que están pasando, una mujer que, de repente, recuerda quién es y cuáles son sus valores y dice « ¡Basta! 

– Ya, pero el independentismo… 

– Bueno, eso es una casualidad. Es que en el momento en que yo empiezo a tener mis dudas, antes, digamos, de perder del todo la fe… pues me llegan las plegarias de Junqueras, encerrado en una cárcel por un juez vicioso controlado por una camarilla de corruptos que gobierna España, y ahí, pues yo digo, hasta aquí hemos llegado, hasta aquí y no más lejos, y cojo y me voy para la cárcel y me llevo a Junqueras para Islandia (ver también aquí y aquí), que es donde en aquellos momentos estaba Sebastián Nowenstein, el presidente de Ateos Sevillanos al Rescate de la Virgen

– Bueno, con sus poderes, no le va a resultar difícil ganar… 

– Yo no tengo más poderes. En cuanto el Big Boss supo que había perdido la fe, me retiró los poderes. Ya ni siquiera me entero cuando Oriol me reza. 

– O sea, una mujer normal… 

– Una mujer normal, sí. Y atea. A mucha honra. 

– ¿Y cuáles son sus proyectos para Barcelona? 

– Yo tengo proyectos para Barcelona, para España y para el Mundo. 

– Ah… 

– Barcelona, capital de una Cataluña independiente integrada en una Federación Republicana Española, ejemplo para un mundo libre, sin Dios, sin amos, sin Queipos. Barcelona, Barcelona la anarquista será ejemplo para el mundo y faro para una Humanidad emancipada. 

– Todo lo contrario de Valls… 

– Valls es un payaso. 

– Mmm… ¿Quiere decir, como Jón Gnarr? 

– No, nada que ver. Jón Gnarr es una persona respetable. Valls es un payaso despreciable y despiadado. Yo, cuando gane, voy a integrar a Jón Gnarr en mi equipo. A Valls, le pido a Santa Teresa1 que lo mande a un gueto de Bucarest transformado en adolescente rom, sin ningún ánimo de insultar a nadie, para que aprenda. 

– ¿Para que aprenda qué? 

– Cuando Sebastián, el presidente de Ateos Sevillanos, era profesor en Francia, Valls era ministro del interior. Sebastián le escribió varias veces por la vía jerárquica. Una vez Valls declaró que los roms eran demasiado diferentes de los franceses y que tenían que volverse a Rumania y Sebastián le escribió para explicarle por qué era una barbaridad lo que estaba diciendo, pero ni caso. Así que ahora, zaz, lo transformamos en adolescente rumana y lo mandamos a un gueto. Es un hombre de muy pocas luces, mezquino y apocado. No entiende cuando le hablas. Ni siquiera entiende cuando se da contra un muro. Quizás en Rumania… 

– Bueno, pues buena suerte en su campaña, Macarena Coronada. 

– Grassia’, corassó’. 

1Según el ex-ministro del interior Fernández Díaz, Santa Teresa es una potente intercesora de España allá arriba. Ver Cuando Jesús sale manifiestamente al encuentro de un ministro español. 

¿Se puede insultar a Dios y a la Virgen María?  

¿Se puede insultar a Dios y a la Virgen María? 

Tal es el título que lleva el último artículo en que el afamado constitucionalista sevillano Pérez Royo publica en eldiario.es. reflexiona sobre las acciones judiciales de que es objeto el actor Willy Toledo. 

Para mí, las historias de blasfemias, como las correlativas de medallas otorgadas a la Virgen albergan un palpitante potencial literario. Tomé, por lo tanto, contacto con la asociación Europa Laica y sugerí a su presidente organizara un concurso literario sobre la cuestión. También he creado un taller literario con algunas ideas de creación literaria sobre el tema. En él pueden prolongarse las aventuras del grupo « Ateos sevillanos al rescate de la Virgen », que quiere sacar a la Virgen de la Macarena de la basílica en que se halla encerrada con el sanguinario Queipo de Llano o ahondar las horrendas derivas de esta mencionada Macarena que, ya libre, se vuelve indepe y, habiendo sacado a Junqueras de la cárcel, se lo lleva a Islandia. El taller incluye asimismo cartas no ficticias, como las transmitidas a Kichi, Iglesias y Rodríguez para recabar explicaciones sobre la que tal vez sea la más fascinante de todas las medallas: la otorgada por el laicista Podemos a la Virgen del Rosario de Cádiz. 

Observemos, sin embargo, con toda lealtad, la invencible coherencia de la hispana justicia que trata a las entidades católicas como personas, ya sea para protegerlas de los insultos como para ensalzarlas con medallas. 

Monterrey, instituto tomado. 

Julia López, mexicana. 

En el Tecnológico de Monterrey, en el muy prestigioso Tecnológico de Monterrey, un afamado crítico literario peruano comentando el cuento más famoso de Julio Cortázar, Casa tomada, reemplazaba su final por otro. Este hecho queda inmortalizado en un vídeo que puede consultarse en Internet. 

En un vídeo difundido por la televisión argentina, el no menos prestigioso Juan Pablo Feinmann también alteraba el relato de Cortázar. 

En una clase de marzo de 2028, un docente francés, Estroncio Jiménez, sometía la extraña situación a sus alumnos. En la bitácora del docente, figuran los artículos que el lector encuentra más abajo. Las fechas son incoherentes. La hipótesis más frecuente explica esta incoherencia por un problema del precario software del que disponía la escuela de Estroncio Jiménez. Mis pesquisas, desafortunadamente, no permiten corroborar esta hipótesis. 

La hipótesis más probable es la de una porosidad entre mundos, que vendría a corroborar los acontecimientos amenazadores que, en este volumen y en otros, plumas más serenas y más prudentes que la mía han notado. 

Disponemos de las cartas que el docente enviara a Feinmann y a Ortega, de algunos fragmentos de su bitácora, de una carta enviada a un comisario. Que saque el lector sus propias conclusiones. 

Carta de Estroncio Jiménez à Ortega

Estimado profesor, 

Soy docente en Francia y estoy trabajando con mis alumnos sobre Casa tomada

En su lectura de dicho texto afirma usted (minuto tres) que el narrador no sale de su casa y que una editorial le manda los libros de literatura francesa que encarga: 

No ha sido difícil para mis alumnos demostrar que su afirmación es falsa. En pocos minutos han encontrado la frase del texto que lo desmiente. 

Puede usted consultar (anexos I y II) las hipótesis que han formulado para explicar su dislate. 

Hay, sin embargo, una hipótesis1 que deja incólume su reputación profesional. Usted no ha traicionado el texto, porque usted vive en un universo paralelo en el que el relato de Cortázar no es lo que es en el nuestro, sino un remedo de Les captifs de Longjumeau

Esta hipótesis se apoya en la teoría de los multiversos, pero la contradice también, ya que, según dicha teoría, entre los diferentes universos que postula no puede haber comunicación. Esta hipótesis contiene variaciones numerosas, pero todas coinciden en lo esencial: usted ha leído Casa tomada antes de hablar del cuento, pero ha leído una versión diferente de la que se conoce en nuestro mundo. 

Temo que usted ignore que en otro universo Cortázar no escribió lo que usted le atribuye. Temo que, de saberlo usted, lo niegue o lo oculte. Pero cabe la posibilidad también de que decida informar al mundo de lo que sabe, de lo que quizás sepa. El que lo hiciere usted dirigiéndose a una clase de secundaria es algo que, a mi entender lo honraría, nos honraría a todos. 

Escribo a la dirección de su universidad, para ponerla al tanto del asunto. 

Atentamente, 

Estroncio Jiménez, professeur agrégé. 

1Documentos que no puedo aun comunicar hacen de esta hipótesis la única razonable, la única plausible ¿Qué será de nosotros? 

Anexo I. 

Algunas de las hipótesis formuladas por mis alumnos para explicar su dislate. 

  • Hay diferentes versiones de Casa tomada
  • El profesor Ortega no ha leído el cuento Casa tomada
  • El profesor Ortega está transmitiendo un mensaje a los extraterrestres, un poco como pasa en El jardín de los senderos que se bifurcan, de Borges. 
  • El profesor Ortega ha contraído un virus que transforma sus recuerdos. 
  • Casa tomada es el virus. Casa tomada altera las funciones cognitivas de sus lectores. 
  • El profesor Ortega proviene de un mundo paralelo en el que el relato de Cortázar es diferente de lo que es en el nuestro. 
  • Ortega es una reencarnación de Cortázar, que quería cambiar su relato. 

Anexo II. 

Síntesis de las contribuciones de los alumnos. Caso Ortega. Véase aquí : « Casa tomada ». Bitácora de mis clases. 

Pierre Menard, autor del Quijote, Ortega y Feinmann. 7 octobre 2020 « Casa tomada ». Bitácora de mis clases. 7 octobre 2020 Informe. Comisario César Barrero. 7 octobre 2020 Mensaje para mis talleristas. 7 octobre 2020 « Casa tomada », carta a José P. Feinmann. 7 octobre 2020 Sobre « Casa tomada », carta al profesor Julio Ortega. 7 octobre 2020 « Cabecita negra ». Respuesta al profesor Julián D. 7 octobre 2020 Comentarios sobre « Cabecita negra », de Germán Rozenmacher, 10 octobre 2018. 

Carta de Estroncio Jiménez a Feinman 

Estimado señor Feinmann, 

Soy docente en Francia y estoy trabajando con mis alumnos sobre Casa tomada. He considerado oportuno mostrarles los comentarios que usted formula sobre dicho texto en el vídeo titulado La metáfora de la casa tomada

He invitado a mis alumnos a buscar e identificar el momento en que usted le inventa un final al texto que no es el que le diera el escritor. Usted dice: 

No podiamos quedarnos en la casa porque estaba totalmente tomada. 

Cortázar, por el contrario, escribe: 

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada. 

También les he sometido una situación análoga, en que el afamado crítico peruano Julio Ortega comete un dislate al hablar del mismo relato: Casa tomada. Carta a Julio Ortega. 

Mis alumnos han formulado diferentes hipótesis, en general poco piadosas, sobre la génesis de los relatos espurios que usan tanto Ortega como usted en sus charlas. 

Una de ellas, sin embargo, deja a salvo su reputación y, también la de Cortázar, la de nuestro Cortázar, a lo menos, porque, según esta hipótesis hay varios Cortázares y uno de ellos, no el nuestro, comete las fealdades que ustedes le atribuyen. Permítame que le explique. 

Según la teoría del multiverso, existen universos paralelos. Según la hipótesis que menciono, existe un universo (o varios universos) en que ustedes no conculcan los textos que comentan. Lo que pasa es que, por razones desconocidas, los diferentes universos están entrando en contacto. La hipótesis que menciono toma apoyo en la teoría del multiverso, pero también la viola, ya que, como es bien sabido, la teoría del multiverso prohíbe la comunicación entre los diferentes universos. 

El destino de Casa tomada puede ser aviso y advertencia de lo por venir: la invasión de nuestro mundo por otra dimensión, en la que, entre otros males, Cortázar es mal escritor. 

Diferentes elementos en mi posesión hacen plausible esta última hipótesis, lo que no deja de ser preocupante en extremo. 

¿Tendría usted a bien, señor Feinmann, hacerme saber si tiene comercio con universos en principio ajenos al nuestro? ¿Podría usted verificar si su edición de Casa tomada termina realmente como usted dice que termina? En el Internet de nuestro universo su final espurio solo aparece en un material didáctico que lo cita a usted. 

Lo saluda atentamente, 

Estroncio Jiménez, professeur agrégé. 

Pierre Menard, autor del Quijote, Ortega y Feinmann. 7 octobre 2020 « Casa tomada ». Bitácora de mis clases. 7 octobre 2020 Informe. Comisario César Barrero. 7 octobre 2020 Mensaje para mis talleristas. 7 octobre 2020 « Casa tomada », carta a José P. Feinmann. 7 octobre 2020 Sobre « Casa tomada », carta al profesor Julio Ortega. 7 octobre 2020 « Cabecita negra ». Respuesta al profesor Julián D. 7 octobre 2020 Comentarios sobre « Cabecita negra », de Germán Rozenmacher, 10 octobre 2018. 

Miércoles 14 de septiembre de 2020. 

Estimados alumnos, 

Hemos estado estudiando el famoso relato de Julio Cortázar Casa tomada

Sometí a vuestra consideración los comentarios que de dicho cuento efectúan dos afamados críticos, José Pablo Feinmann y Julio Ortega. Os pedí que buscaseis dos afirmaciones de ambos críticos que son falsas. 

En un relato que se caracteriza por su brevedad, no os resultó demasiado arduo ver que, no, no es verdad, como lo dice Julio Ortega, que el narrador no sale nunca de su casa y que recibe los libros por correo: 

La pareja, la pareja de hermanos, ni siquiera va al correo. No, salen, por alguna razón que no sabemos, no salen. Reciben los libros, en francés, enviados por una editorial, por correo. 

dice el eminente crítico, en el taller de lectura que imparte en el Tecnológico de Monterrey. 

Cortázar lo desmiente: 

Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. 

José Pablo Feinmann cree -o finge- citar la frase final del relato de Cortázar, en el minuto 7.30 del vídeo: 

No podíamos quedarnos en la casa porque estaba totalmente tomada. 

El último párrafo del cuento de Cortázar, no el del que Feinmann inventa, es este: 

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos así a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada. 

Vuestra perplejidad intentó disolverse en vuestra modestia: no habías entendido bien, sin duda. Teníais que mejorar vuestra comprensión del español. 

Pero no, repetí, no, no: ambos críticos transforman, traicionan, corrompen o usurpan Casa tomada. El relato, en la fotocopia que os di, ocupaba tres páginas. Parecía inverosímil que los críticos no hubiesen leído, con un poco de atención, un texto tan famoso como breve sobre el cual iban a disertar. También lo era, por supuesto, el que nadie se diese cuenta, el que nadie reaccionase. Ortega impartía un taller de lectura ante decenas de universitarios ¿Habían todos de desconocer el cuento? Feinmann profiere sus despropósitos en circunstancias que no conocíamos exactamente, pero su vídeo había sido visto por miles y miles de personas y, además, llevaba la rúbrica del Estado argentino. 

Diana, cuyo feminismo ardiente se proyectaba en todos los textos que estudiábamos en clase, sugirió que se trataba de una cuestión de género y de edad. A partir de cierta edad, la seguridad y la autocomplacencia de los hombres los llevaba a situarse al margen de lo real. Ortega y Feinmann, con el tiempo, habían adquirido tal convencimiento de su superioridad que habían dejado de interesarse por la literatura. La misma, para ellos, era un espacio necesariamente coherente con lo que ellos pensaban. Sin tener una conciencia clara de hacerlo, transformaban el mundo para adaptarlo a su manera de verlo. El relato de Cortázar, siendo el argentino un inmenso escritor, no podía sino corroborar lo que ellos decían de él. De no ser así, no serían ellos grandes críticos o pensadores, o no sería Cortázar el gran escritor que el conjunto de la crítica celebra. 

Draskia, sin rechazar la explicación feminista, dijo que el ministro de la Educación, Jean-Michel Blanquer, también gustaba de inventar hechos ficticios, que le venían bien. No recuerdo quién de vosotros objetó que lo que Blanquer modificaba era la realidad, no una ficción. Draskia contestó que la ficción era una parte de la realidad, o una de las formas que ésta toma1. La hipótesis complementaria, no podía ser de otro modo, fue propuesta, no recuerdo por quién: la realidad es una de las formas que toma la ficción. 

Ernest expresó su incredulidad ante la actitud del auditorio de Ortega. Se preguntó si lo que la explicaba era la sumisión, el desinterés, u otra cosa. Al respecto, Diana habló de la necesidad de liberarse de la inhibición que se inculca a las niñas desde muy pequeñitas y que les impide reaccionar como debieran en situaciones así. Le hubiera gustado que alguien le bajase un poco los humos a Ortega; que alguien le preguntase si había leído el cuento de que hablaba, si él se dedicaba a transformar los grandes textos para ponerlos al servicio de sus teorías. 

José anunció que él le escribiría a Ortega públicamente para denunciar su error y pedirle explicaciones. También dijo que escribiría a la universidad norteamericana donde Ortega trabaja para denunciar la ligereza del crítico. Yo dije que ya lo había hecho yo, pero que me parecía muy bien que José agregase sus cartas a las mías (ver más abajo). 

Ernest aprobó la iniciativa de José, pero dijo que a él, lo que más le extrañaba era que la gente no dijese nada. Sugirió que la universidad o la policía mexicanas podían sancionar a quien contradijese a Ortega. Dijo que, tal vez, a Ortega lo protegiesen unos peligrosos narcotraficantes. Ante vuestras risas, Ernest precisó que estaba bromeando, pero que lo que él quería decir era que le parecía totalmente inverosímil que nadie dijese nada cuando Ortega se inventaba un cuento nuevo. 

Fersta planteó la posibilidad de que existiesen varias versiones del relato, que Cortázar hubiese difundido varias versiones del mismo. Yo precisé que Internet desconoce las frases espurias de ambos críticos. Es cierto que Cortázar había dado pábulo a interpretaciones improbables de su relato, pero nunca se había sugerido que existiesen diferentes versiones de él. Observé que la versión que yo había dado a los alumnos no condecía con la más frecuente, como se había puesto de manifiesto cuando escuchamos la lectura de Cortázar de su propio texto. 

Sanaa recordó Tema del traidor y del héroe, de Borges, que había estudiado el año pasado: los oyentes de Ortega participaban en una vasta representación teatral; algunos de ellos lo sabían, otros no. Todos decían lo que se suponía que habían de decir, todos actuaban como se esperaba que actuasen. 

Berta, prolongando el comentario de Sanaa y retomando el tema de la conspiración que impregna todo el relato de Borges, sugirió que unos despropósitos así de extravagantes no podían no ser voluntarios. La probabilidad de que dos críticos eminentes dijesen semejantes barbaridades sobre un cuento tan breve como famoso le parecía ínfima. Se trataba, sin duda, de una señal, de una contraseña. Decir barbaridades sobre Casa tomada permitía a los conspiradores reconocerse entre sí. Yo le dije que podría encontrar sin duda argumentos convincentes para defender una versión débil de su explicación. Resultaba claro que las interpretaciones del cuento de Cortázar permitían a quienes las proferían reconocerse entre sí. Otra cosa era suponer que Feinmann y Ortega hubiesen dicho barbaridades voluntariamente para reconocerse, o ser reconocidos. Berta persistió y sugirió que todos los oyentes de la conferencia de Ortega, todos los que habían visto el vídeo de Feinmann sin denunciar sus errores formaban parte de la conspiración. Yo no dije, debería haberlo hecho, que dejé transcurrir largos años antes de denunciar los dislates de Feinmann, que no había percibido o de cuya importancia no me había percatado ¿Habré de ser, yo también, un conspirador, Berta? 

Jueves 15 de septiembre. 

Clase sobre Casa tomada, 3. 

Estimados alumnos, 

Poco después de haber puesto en línea esta síntesis de vuestros debates, empezasteis a recibir mensajes numerosos, corruptos, confusos. 

Esto ha suscitado la preocupación de vuestros padres y la vuestra, como es normal. Me habéis pedido explicaciones, que yo no os puedo dar. Me siento tan perplejo y desvalido como vosotros. He puesto el asunto entre las manos del proviseur y de las autoridades competentes. Yo también recibo mensajes. Los empecé a recibir dos días después de la publicación de mi clase. No les atribuí importancia. Lo hice, sin embargo, cuando supe que a vosotros también os estaban llegando mensajes similares. 

¿Por qué nosotros? ¿Por qué mi clase? La pregunta vuelve una y otra vez a mi mente. 

Pongo a vuestra disposición la nota recapitulativa que acabo de transmitir al comisario César Barrero, quien aprueba que yo lo haga. No dudéis en efectuar las observaciones que consideréis oportunas. El comisario César Barrero es también destinatario de este mensaje. Podéis escribir a todo el grupo, dirigiros solo al comisario, solo a mí. 

1Este párrafo no aparece en la versión de Sebastián Nowenstein, pero sí en la de Esteban Nierenstein. El que aparezca en tu pantalla, lector, el que aparezca esta nota, también, puede ser un indicio de que estás siendo despegado de nuestro universo y de que estás siendo absorbido por el de Feinmann o el de Ortega. Ver más abajo. 

Pierre Menard, autor del Quijote, Ortega y Feinmann. 7 octobre 2020 « Casa tomada ». Bitácora de mis clases. 7 octobre 2020 Informe. Comisario César Barrero. 7 octobre 2020 Mensaje para mis talleristas. 7 octobre 2020 « Casa tomada », carta a José P. Feinmann. 7 octobre 2020 Sobre « Casa tomada », carta al profesor Julio Ortega. 7 octobre 2020 « Cabecita negra ». Respuesta al profesor Julián D. 7 octobre 2020 Comentarios sobre « Cabecita negra », de Germán Rozenmacher, 10 octobre 2018. 

****** 

¿Quién es el comisario César Barrero? 

El comisario César Barrero es el pseudónimo hispano más que evidente del comisario Jules-Yves Barrère. 

Estroncio Jiménez cuenta así la manera en que entró en contacto con el comisario. 

Yo había decidido estudiar con mis alumnos el vídeo que, supuestamente, mostraba la detención en directo de Florence Cassez y de Israel Vallarta, dos personas a las que se había de imputar, sin duda de manera injusta, toda una serie de secuestros. El vídeo había sido difundido por una televisión comercial mexicana, Televisa, en una hora de gran audiencia. Poco tiempo después, se había revelado la superchería en la que había incurrido la televisión bajo la batuta de su conductor estrella, Carlos Loret de Mola. 

Florence Cassez e Israel Vallarta habían sido detenidos la víspera. Lo que se presentó como un directo era, en realidad, una burda reconstitución. Me puse en contacto con el comisario Barrero para que viniese a mi clase y les mostrase, con ojo de profesional, todas las incoherencias que contenía el supuesto reportaje. También quería que mis alumnos pudiesen conversar con el comisario sobre lo que permitía a ciertas policías mantener estándares deontológicos elevados, mientras que otras, como la mexicana, pero quizás, también, la neoyorkina, si uno se fiaba de lo que contaba Don Winslow en The Force, se hundían en la corrupción y la brutalidad. 

A partir de ese día, yo mantuve relaciones profesionales no exentas de cordialidad con el comisario. 

Damos a continuación la nota que dirigió Estroncio Jiménez al comisario: 

Nota recapitulativa de los hechos relacionados con mi clase sobre el relato Casa tomada. 

Yo tengo por costumbre poner en línea mis clases. Lo hago para que estén a la disposición de mis alumnos, pero también para difundirlas más ampliamente con el objeto de suscitar comentarios que me ayuden a mejorarlas. 

Casa tomada es uno de los relatos más conocidos del prestigioso escritor argentino Julio Cortázar. Me interesa trabajar sobre textos que han tenido una trayectoria y un reconocimiento importantes porque pienso que estudiar la manera en que una sociedad lee un texto literario nos informa sobre el funcionamiento de aquella. Esto, en realidad, no pasa de ser una justificación ante los cuestionamientos de quienes consideran que la lectura de textos literarios no es útil para conocer las sociedades española y latinoamericanas. Muchas veces he deplorado en vano la tendencia a la sustitución de la literatura por pseudoperiodismo en los manuales escolares. 

El relato de Cortázar me parece emblemático al respecto. Un texto abstracto como pocos había sido interpretado masivamente como la metáfora del temor o el espanto que sentía la oligarquía argentina ante la irrupción de las masas populares en la vida política del país. 

Me parecía claro que la manera en que se consiguió extraer de Casa tomada una interpretación tan local y política y, sobre todo, cómo esta interpretación se volvió dominante en la sociedad era algo que nos decía mucho sobre la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. Cortázar escribió su relato a partir de una pesadilla. Para Cortázar, en el momento de escribirlo, el cuento no estaba diciendo nada de la Argentina del peronismo. Pero Cortázar dio en aceptar la interpretación política de su relato en una extraña sumisión a la lectura -arbitraria, acaso- que se hiciera de él. Esto, también, es representativo de lo que fuera aquella época. De haberse escrito en Francia, « Maison occupée » no hubiese acabado siendo lo que Casa tomada ha sido, es, en Argentina. 

Perdón por esta digresión, comisario. Voy a intentar ser más preciso. Pero por una razón que se me escapa, tengo la impresión, intuyo o siento que la sumisión inicial de Cortázar puede tener algo que ver con lo que pasó después. 

Voy a intentar ser lo más preciso posible en la fechas, tal y como usted me lo ha pedido. 

Mis primeras búsquedas en torno al relato de Cortázar se sitúan en julio de 2020, a partir del día 5. 

Escucho la versión leída por el autor el 7 de julio. Me emociona oír la voz de Cortázar (siendo muy joven, yo asistí a una de sus conferencias), pero descarto usarla para mi clase, a causa del conocido defecto de pronunciación del que adolecía el escritor. Elijo la versión de Asturo Quijada, un actor rosarino poco conocido. 

Durante las semanas siguientes, busco no sin cierta exasperación, artículos críticos sobre el texto. 

El nueve de julio, veo un vídeo de Cortázar en el que el autor se muestra sorprendentemente indulgente con la interpretación política que se ha hecho de su texto. Tengo la impresión de que realiza una especie de autocrítica, como si quisiese que lo perdonasen por haber sido el intelectual elitista que fuera antes de volverse de izquierda. 

El mismo día, encuentro el vídeo de Feinmann que le mostré la primera vez que vino a la escuela. Me parece útil, porque refleja la interpretación dominante de la que aludo más arriba. No presto atención al que el filósofo reescriba el relato, lo que vendrá a ser, en realidad, el tema central de mi clase. 

Entre el nueve y el once de julio, leo Cabecita negra, de Germán Rozenmacher, relato que ha sido visto como una especie de respuesta a Casa tomada, de Cortázar. El cuento me indigna, porque me parece que, de manera involuntaria, es racista. Publico unos comentarios críticos de dicho cuento (20 de julio de 2020). 

Recibo un mensaje de un profesor argentino que critica mis comentarios sobre el cuento de Rozenmacher (2 de agosto de 2020). 

Poco después, entre el 10 y el 19 de agosto, descubro un vídeo en el que el crítico peruano Julio Ortega habla de Casa tomada y comete el dislate de afirmar que los hermanos nunca salen de la casa. 

Me llaman la atención estos errores y, también, la indiferencia con que se los acoge. Decido investigar la cuestión y someterla a la consideración de mis alumnos. Mi clase consistirá en una reflexión sobre los mecanismos psicológicos y sociales que pueden conducir al error primero y a que no se corrija y perdure, después. Sonrío, porque me relamo diciéndome que voy a anunciar a los alumnos que hay una conspiración mundial destinada a cambiar el cuento de Cortázar, que yo la he descubierto y que les asigno la honrosa misión de hacerla fracasar. Con frecuencia combato, codo con codo, junto a mis alumnos, alguna de las innúmeras conspiraciones contra la verdad que menudean en nuestra época. Nuestra demostración suele ser rotunda, contundente, irrevocable. También lo son, implacablemente, nuestros fracasos. La verdad no cuenta, parece. 

El 7 de septiembre imparto mi clase. El mismo día publico en mi blog la síntesis de nuestros trabajos. 

A partir del nueve del mismo mes, empiezo a ver aparecer mensajes que atraviesan mi pantalla que versan sobre mi clase y que intercambian personas que me son desconocidas. Algunas veces creo reconocer en lo que se dice giros familiares. 

La conclusión que se desprende del contenido de estos mensajes es límpida : 

  1. Hay universos paralelos, 
  1. Las fronteras entre universos paralelos se están difuminando. 

Casa tomada es un caso particular de dicho fenómeno, silencioso y oculto, en regla general. Por circunstancias o razones que no puedo dilucidar, este caso se me ha hecho visible. Se nos ha hecho visible. 

Resumamos lo que se nos dice en estos mensajes. 

Una precisión previa: cuando escribo el sintagma “se nos dice” no quiero dar a entender que exista la voluntad de que tomemos conocimiento de los mensajes. No puede excluirse que nos estén llegando sin que nadie lo haya deseado. Por error, por decirlo de algún modo, o porque una modificación del mundo físico hace que estén cayendo, como por una pendiente, hacia nuestro lado. 

Los mensajes, ahora. 

En uno de estos mundos paralelos un escritor menor, Cortázar, escribió la simpleza que recoge Feinmann. En otro, o en el mismo, como cuenta Ortega, los hermanos no salen de su casa, lo que hace de ellos una lejana imitación de Les captifs de Longjumeau, de Bloy. En ambos casos, Borges, en su despacho de la revista Anales de Buenos Aires, acepta el cuento que el joven y primerizo Cortázar le presenta, porque sabe que una página inmortal es la que soporta las traiciones, no la pieza de relojería en la que nada puede moverse sin provocar la destrucción del todo. Borges defiende el relato de Cortázar ante la redacción de Anales, que considera con incredulidad, justamente, las partes “inventadas” por Feinmann y Ortega. “Yo le tengo confianza a este pibe, argumenta Borges1. Va a terminar sacándose de encima la escoria que todavía lo lastra”. En realidad, Borges ha intuido la verdad. Recuerda que él ya había escrito Casa tomada. Lo llamó Uqbar, Tlön orbis tertius

Una hipótesis no verificada que discuten quienes me escriben, o que discuten aquellos cuyos mensajes me ha sido dado ver, sugiere que Borges entendió que Cortázar había incurrido en esas fealdades voluntariamente, que las mismas eran una señal. Esta hipótesis toma apoyo en que, algunos años después, Borges escribiría Tema del traidor y del héroe, donde la inclusión innecesaria de algunos elementos de Shakespeare en la obra de Nolan tiene por objeto enviar una señal al futuro con el objeto de que alguien descubra la verdad sobre el asesinato de Kilpatrick. 

Algunos de nuestros remitentes se preguntan si Feinmann y Ortega pertenecen a nuestro mundo o no. Puede haber ocurrido que hayan tenido ante los ojos versiones del cuento que provienen de otras dimensiones y que se han inmiscuido en nuestro mundo. O puede ser que sean ellos mismos los que se hayan entrometido entre nosotros. 

El nueve de septiembre, llego a clase y nadie dice nada. Todo parece normal. 

Explico brevemente la teoría del multiverso. Muestro el libro Des univers multiples, de Aurélien Barrau. Explico que los dislates de Feinmann y Ortega tienen por origen la intrusión en nuestro universo de objetos o personas provenientes de otras dimensiones. 

El ejercicio de ese día consiste en escribir a Feinmann y a Ortega al respecto. 

Observo a los alumnos mientras doy mis instrucciones. Busco algún indicio en sus rostros que ocultan las mascarillas -emblemas de la ubicua pandemia que nos invade- que de que tengan algo que ver con los mensajes que atraviesan mi pantalla. Nada. 

El que no reaccionasen de manera particular ante mi explicación de los errores de Ortega y Feinmann no debe extrañarlo, comisario: ellos conocen mi gusto por la ciencia ficción y están acostumbrados a que yo recurra a ella en los trabajos que les propongo. 

Una vez realizado por escrito su trabajo, los alumnos pasan al pizarrón e improvisan una conversación con Feinmann o con Ortega. 

En el juego de la improvisación, surgen tres posibilidades: 

  1. Los críticos creen haber cometido simples errores. 
  1. Los críticos saben que sus errores guardan relación con la porosidad creciente entre mundos paralelos, pero fingen estar en la situación número uno. 
  1. Los críticos son conscientes de lo que está pasando y lo reconocen. 

El catorce de septiembre recibo un mensaje de Feinmann, que me afea el que utilice, para atacarlo, un error menor. El 15, un mensaje de Ortega, que se queja de que lo haya denunciado por una nimiedad ante su universidad. 

Las cartas que dirigí a Feinmann, a Ortega y a la universidad de este último pueden consultarse aquí. Pero yo nunca las mandé. Las publiqué cuando supe que estaban circulando y que, a su vez, estaban siendo alteradas. 

No puedo excluir que las cartas que he recibido provengan de personas que hayan usurpado la identidad de los críticos. Dada mi insignificancia, es esto lo más probable. 

1Yo le tengo confianza a Balza, dirá, extrañamente, años después Cortázar, hablando de José Baza, un escritor venezolano. 

Estroncio Jiménez debió abandonar sus funciones. Los vídeos mencionados han desaparecido de Internet. La renovación anual de las bitácoras de los docentes tuvo por efecto que se suprimiese la suya. Los fragmentos que se han leído los copié yo, uno de sus alumnos. Así se salvaron. 

Nota de Estroncio Jiménez sobre Pierre Menard, Ortega y Feinmann  

En el relato de Borges, se atribuye un fragmento del Quijote a dos autores, uno es Cervantes y el otro, un simbolista francés, Pierre Menard, que Borges inventa. En el texto se examina cómo dichas atribuciones alteran el significado del texto. 

La operación que nos invitan a realizar Ortega y Feinmann no es menos audaz. Aquí no se duplican los autores del Quijote, sino que se duplica -se multiplica- el Quijote -o Casa tomada, o la obra de Cortázar, por metonimia) 

Se trata de atribuir versiones inventadas de un relato a Cortázar, que no las ha escrito. Estudiar luego la psicología y la obra de Cortázar es una manera interesante de renovar los estudios literarios. Feinmann y Ortega van más lejos que el tímido y ciego porteño y, hombres de hoy, extienden al infinito las posibilidades de lo iniciado por él. Cuando Borges imaginaba un juego de atribuciones que repartía obras literarias entre diferentes autores1, ellos abren la posibilidad a todo el mundo: cualquiera puede ser Cortázar, puesto que los apocados, los poco dignos de nota, Ortega y Feinmann, lo son. 

1“Atribuir a Louis Ferdinand Céline o a James Joyce la Imitación de Cristo ¿no es una suficiente renovación de esos tenues avisos espirituales?”, escribe Borges. 

Gurt Letreto, héroe y traidor. 

Le Courrier de Timburbrou, le 28 mars 2037. 

Los hechos acaecen en una ciudad populosa, capital de un imperio o de un vasto país cuyo poder ha suscitado la aparición del funcionariado y, también, de la virtud pública. Bruselas, Tlön o Washington son lugares en que en tu hoy, lector, se encarna esta historia, que los narra. Timburbrou, Uqbar y Babilonia la acogen ahora, en 2037, una época, para los tuyos, incomprensiblemente remota. Tiene, la historia, ramificaciones innúmeras y varios finales, pero solo uno de ellos no es aciago. Más bien: solo uno de ellos no es terriblemente aciago. El que sea este el que prevalezca depende de ti, lector, de vosotros, de quienes configuráis momentáneamente la carne de una Humanidad otrora pletórica, pero que hoy, en 2037, débilmente, solo anhela no morir. 

2028, tu época, lector. Las corporaciones usan la maquinaria administrativa en su provecho, pero, también, consiguen que las gentes lo ignoren. Un funcionario, cautiva y sometida su mente, olvida la virtud y cede. O parece que cede; en realidad los meandros del derecho administrativo son tan impenetrables que no es fácil saber con certeza cuáles son las consecuencias de tal o cual modificación de los textos, que, antaño, fueran felizmente sagrados1. La suposición de corrupción proviene de lo que pasa después: llegado el momento del retiro, el acaso culpable pasa a trabajar para el presunto corruptor. Hombre ya mayor, el jubilado recibe emolumentos cuantiosos por un trabajo harto leve o inexistente. 

El acuerdo firmado por el funcionario, con el tiempo, revela su auténtica naturaleza: es escandalosamente parcial, es lesivo para el interés público y favorable a las corporaciones. El viejo funcionario lee en el diario algo que tú ya sabes. El Parlamento rechaza prolongar el acuerdo que fuera la máxima obra de su carrera y por el cual recibiera él, en el momento de firmarse, felicitaciones calurosas que encomiaban la austera inflexibilidad con la que había obligado a sus adversarios a contribuir a la lucha contra el mal que causaban. Vierte, pausado y cansino, el té que le ha llevado una secretaria también envejecida y mira con indiferencia por la ventana. 

En el Parlamento, oradores encendidos, derivando conclusiones definitivas de las apariencias, lo habían condenado irremediable y clamorosamente. 

Un psicólogo había estudiado doctamente su personalidad, pero él recordaba mejor la misiva, que, rezumante de indignación y de ironía feroz, le enviara, bajo pseudónimo, un estudiante francés, o alguien que se decía tal: 

Lo que me interesa es el aspecto humano de su trayectoria. ¿Qué es lo que lo lleva a servir los intereses de la industria de los combustibles fósiles tras haber servido el interés público en un puesto tan elevado del Imperio? Acaso, en su carrera, ya prolongada, haya usted servido sus propios intereses. ¿Diría usted que los miles de agentes del Imperio que aspiran a satisfacer sus intereses privados obran, sin buscarlo, en aras del interés colectivo? 

Y ¿cómo reacciona usted ahora ante la decisión del Parlamento? ¿Se siente decepcionado el otrora negociador en jefe del Acuerdo cuando observa cómo se deshace ante sus ojos la obra de su vida? El lobista del sector petrolero que es usted ahora (que tal vez siempre haya sido) ¿tiene la sensación de haber fracasado al no haber podido impedir que se derogara una ley tan escandalosamente favorable al sector al que sirve? Gurt Latrero, el funcionario que usted fuera, ha sido más eficaz para su actual empleador que el lobista que es hoy en día. 

Sus adversarios mentían y decían la verdad. Si él se mostraba complaciente, cuando llegase la hora, podría entrar en este despacho y recibir un salario cuantioso por no hacer gran cosa. Él lo sabía, y ellos sabían que él lo sabía. Toda precisión suplementaria hubiera sido ultrajante ; no hubo corrupción, porque la corrupción por anticipación no existe.También sabía que la nueva legislación no era mejor que la anterior. El actual negociador, el joven y ambicioso austríaco que fuera su mano derecha, haría lo necesario para, dentro de algunos años, poder acceder también al Despacho. 

Pero el sueldo, a él no le importaba. El poder, quizás tampoco. 

Actuó como lo hizo porque lo tenía que hacer, porque todo el mundo, todos los que sabían, pensaban que él así lo haría. Lo hizo, quizás, sobre todo, porque no había motivo alguno para no hacerlo. Más exacto, acaso, sea decir que no sabe por qué actuó en la manera en que lo hizo. En todo caso, la catástrofe parecía lejana. El cianuro del té lo aguarda. 

Antes, para encontrar valor, deberá volver sus ojos hacia nuestro arrasado presente, el de ahora, el de 2037. El de sus nietos, que ven a sus hijos agonizar bajo el insufrible calor y lo maldicen, a él a Gurt Letreto. Lo maldicen y lo reniegan. 

Sus ojos verterán algunas lágrimas postreras leyendo las palabras justas y violentas que le destina, desde el porvenir, su nieto. Sus lágrimas son de pena y culpa, pero también de rabia. El destino ha sido injusto, sus actos lo calumnian. Él hubiera podido no ser un miserable e, íntimamente, piensa no serlo. El expeditivo cianuro lo demostrará. La marioneta, hoy, se sacude el yugo del destino inclemente y de sus leyes de hierro. Es una sacudida mínima, pero no del todo carente de efecto. 

En la foto, el rostro de su nieto Gustavo Letreto todavía conserva algunos de los rasgos que tiene hoy y su hijo, el bisnieto, que aparece dándole la mano al padre, es casi idéntico al niño que los sábados juega en el vasto jardín de la mansión del funcionario, donde se celebran las, hasta ahora, felices reuniones familiares. Acaso sea el remordimiento lo que, creando parecidos, acerque fisonomías distintas. 

El hombre duda. Piensa que los artículos venidos del futuro mediante El Correo de Timburbrou2 tal vez sean una manipulación. Pero una nueva mirada hacia el rostro de su nieto lo convence. Además, todo lo habían anunciado los científicos que él había contribuido a silenciar. Levanta la taza y bebe, temblando, pero con decisión. 

El suicidio del viejo funcionario y la nota inapelable con la que lo explica produce una impresión profunda que propiciará cambios enérgicos. La catástrofe es ya inevitable, pero sus efectos serán un poco menos terribles. El bisnieto de Gurt Letreto vivirá. 

Es él, el bisnieto, quien ha escrito estas líneas. Su bisabuelo, culpable de haber contribuido a devastar el mundo, se sacrificó para atenuar su culpa y lo salvó. 

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En Gurt Letreto, convivieron el héroe y el traidor. 

En un mundo paralelo, mi otro yo agonizó en la infancia. Quizás su bisabuelo no haya sido menos valiente que el mío, quizás, sencillamente, no creyera que un artículo de diario pudiera viajar al pasado. En ese mundo, ningún acto heroico corrige la memoria de Lestreto, para siempre renegada y maldita. 

1 Los textos jurídicos y los textos sagrados son dos caras de la misma moneda. Son espacios que se utilizan para resolver pacíficamente los problemas que se le plantean a la sociedad. Comparten otros rasgos esenciales: no se los utiliza con arreglo a su función proclamada, son depositarios de vicios como la hipocresía, se los instrumentaliza para hacer de ellos herramientas de poder. 

2 Le Courrier de Timburbrou quiere salvar el mundo mostrando a los seres humanos las consecuencias de sus actos. Transmitir información hasta tu presente, lector, es una tarea inmensamente ardua. Recibir nuestros artículos es un privilegio infrecuente que hace nacer obligaciones imperiosas. Difunde lo que recibas, actúa. Nosotros solo podemos ser avisos de lo por venir, nosotros no podemos salvar el mundo en tu lugar. 

Nuestros artículos aparecen en ordenadores, en fechas que conseguimos controlar con cierta precisión. Tu identidad, lector, nos es, empero, desconocida. Si decides no actuar, tu falta será tan infinita como anónima a nuestros ojos. Pero tu conciencia te perseguirá en todos los mundos que tu inacción condenará a extinguirse. ¡Actúa, desconocido lector! El futuro de tu mundo y el presente del nuestro de ti dependen. 

Homenaje a Rayan. 

Rayan Mansour falleció en París el 16 de marzo de 2038. No se descarta, sin embargo, que Rayan Mansour sea un pseudónimo. No se descarta tampoco que su ataúd estuviese vacío. De lo que no cabe dudar, es de sus obras y acciones, de sobra conocidas, ni del abrupto y, por muchos, llorado fin de estas. 

Queremos, hoy, dar a conocer dos discursos en su homenaje que pronunciara Ostreko Jiménez, el presidente de la Asociación de Amigos de Rayan Mansour con ocasión de los dos primeros aniversarios de la muerte del dramaturgo y matemático. Estos discursos fueron grabados por un miembro disidente de la Asociación, que ha decidido transmitírnoslos, así como el anexo que fue distribuido entre los participantes durante el segundo homenaje y que contiene una revista de prensa sobre la vida y la obra de Rayan Mansour. 

Alocución de Ostreko Jiménez, 

22 de marzo de 2038. 

Conocí a Rayan Mansour en Austin, Tejas. 

Nuestras esposas respectivas participaban en un congreso de derecho que versaba sobre materias esotéricas para ambos. Durante una semana, recorrimos juntos la ciudad y, también, alguna región desértica del interior donde ambos habíamos querido encontrar un eco de las áridas tierras de nuestros mayores que, siendo adolescentes, nos habían hastiado y que, ahora, alrededor de los cuarenta, buscábamos con una melancolía que tal vez no fuese más sincera que nuestro desdén inicial. 

No volví a ver a Rayan, pero conocí a una prima suya por quien supe algunos detalles de su existencia que me permiten completar esta semblanza. 

Rayan nació en Argel, pero creció en Saint-Denis, un suburbio obrero de la capital francesa que alberga una numerosa población inmigrada, una anacrónica escuela de la Legión de honor, una juventud revoltosa, un índice de pobreza cuya indecencia la cercanía con la opulenta París acrecienta y un calor humano que se empecina en resistir a todas estas adversidades. Durante la pandemia, Saint-Denis tuvo un número de muertos superior al de los demás departamentos de Francia. 

Rayan fue precoz, díscolo y brillante. Descollaba en matemáticas. Cometió algún latrocinio. Ganó algún dinero avisando a los vendedores de hachís cuando llegaba la policía. Escapó a la detención, pero no a los controles humillantes que prodigaban algunos policías. A los 23 años y, habiendo obtenido un máster en informática y tratamiento automático del lenguaje, buscó trabajo. Las propuestas que recibía, invariablemente, eran de menor interés que las de sus compañeros, menos brillantes, pero cuyos nombres y apellidos sugerían una vieja raigambre gala. Trabajó durante un tiempo como autónomo. Después, recibió una oferta de una start-up californiana. Cuando lo conocí, trabajaba para Google. 

La historia de Rayan, la de su adolescencia y juventud en particular, adolece de una falta evidente de originalidad. Rayan era consciente de ello, pero nunca intentó mejorarla dándole ribetes que la singularizasen entre tantos destinos similares 

Yo, a Rayan, le debo mucho. Nunca lo confundirían con tantos otros que comparten con él una adolescencia grisácea, hostil o violenta de la que nuestro amigo saliera tan airoso. 

Le debo la revelación desafortunadamente tardía, de que lo que yo estaba haciendo iba a terminar sirviendo para fines que yo no sospechaba o que quería ignorar. Pero esta no es mi historia, sino la suya. 

Su primer contacto con el teatro, lo tuvo en la escuela, en el lycée. La sección de teatro que albergaba su centro y que animaba con un entusiasmo, parece, nunca desmentido, una profesora de francés era un espacio que convocaba a los pocos alumnos blancos que contaba el centro, a los pocos alumnos de familias de clase media que contaba el centro. Algunas chicas que origen foráneo, algunas de origen argelino, como él, se habían integrado en la sección, pero no había en ella ningún chico de tez oscura. Para Rayan, el teatro era algo ajeno, algo que no era para la gente como él. 

Sin embargo, antes de viajar a Estados Unidos, hubo un evento teatral al que asistió por mera casualidad y que lo cautivó.  Dos años después, Rayan había de recordar aquel evento, cuando una tejana espigada, Brenda, con quien se casaría poco después, le hizo descubrir el teatro chicano. 

El evento se produjo a poca distancia de la mezquita de Pantin, a la que asistía él, más por ser agradable a su madre que por tener convicciones religiosas muy arraigadas. Aquel viernes no tenía nada que hacer, así que aceptó el pedido de Asmaa, la prima de quien he hablado más arriba, de que la ayudara a transportar unas pesadas cajas de libros que la biblioteca del instituto en el que cursaba su doctorado estaba regalando en el marco de su modernización. Asmaa estaba haciendo un doctorado sobre Borges en el IHEAL, el prestigioso Institut de Hautes Etudes d’Amérique Latine, que había dejado poco tiempo atrás sus venerables muros parisinos para, en un encomiable esfuerzo de las autoridades ministeriales, contribuir a acercar la oferta universitaria a la juventud de Saint-Denis. 

El edificio donde se encuentra el IHEAL es moderno y funcional. Su hall de entrada, amplio y luminoso, está ocupado por un mostrador donde ofician unas recepcionistas diligentes y sonrientes. En este amplio espacio, cuando llegaron a él Rayan y Asmaa, estaba dando comienzo un espectáculo de tango. Los bailarines eran muy hábiles y los acompañaba un cuarteto que, si no era profesional, hubiera podido serlo. Los sones del tango atrajeron a los investigadores. Un grupo de tres hombres entrados en años observaba el inesperado espectáculo con un deleite evidente. 

  • Ese es Quenán, Carlos, profesor de economía, argentino. Aquel otro es el director, Jean-Michel Bios. Aquel de más allá es un especialista de la seguridad, del Valle. 

Mientras Rayan escuchaba, distraído, las explicaciones de su prima, el inesperado espectáculo parecía estar cesando. Los bailarines saludaban al público, los músicos posaban sus instrumentos. 

  • No se vayan, señoras y señores, esto no es más que la introducción. 

La voz cálida y grave de la bailarina principal consiguió dominar los murmullos. 

  • Nosotros somos el Teatro popular, de Buenos Aires. Y hemos venido aquí a denunciar y a pedir explicaciones por medio de la representación dramática.. 

Acorde. Los músicos habían empuñando de nuevo los instrumentos. El público escuchaba en silencio. 

  • En 1999, decía la narradora, el que fuera director de este Instituto y que es, hoy, ministro de educación, Jean-Michel Blanquer, contrató a Mario Sandoval, y le renovó su contrato durante cinco años seguidos. Mario Sandoval, antes de reciclarse en la enseñanza en Francia, trabajó como policía en la Coordinación federal donde tantos argentinos fueron torturados por una dictadura de siniestra memoria. 
  •  

El espectáculo había cesado repentinamente. Lo habían interrumpido unos agentes de seguridad tras un gesto apenas perceptible del director. Los comediantes empacaron sus cosas y desaparecieron. Unos minutos después, llegaba la policía. 

What is this? What’s the chicano theater?, le había preguntado a Rayan a Brenda, a quien apenas conocía, una vez que la vio volver a pegar un anuncio que se desprendía un poco de la pared. 

Brenda le había explicado que el teatro chicano había surgido para empoderar y dar dignidad a los trabajadores agrícolas mexicanos. 

Rayan y Brenda terminaron casándose y la pareja, después de algunos años, después de que Brenda concluyera sus estudios de derecho, decidió instalarse en el norte de París, a poca distancia del Saint-Denis de Rayan. 

El final de la historia, ustedes lo conocen. Rayan se presenta a oposiciones y saca un puesto de matemáticas. Ejerce, quizás sea una mera curiosidad, pero quiero mencionarla aquí, en el lycée de su adolescencia. Crea un grupo de teatro en su centro escolar. El repertorio del mismo es, exclusiva y ostensiblemente, clásico. 

Fuera del ámbito escolar, crea el Teatro popular de Saint-Denis, cuyas representaciones cobran pronto la notoriedad que todos sabemos. 

El Teatro popular de Saint-Denis fue, en sus inicios, una efervescencia constante. Hubo representaciones delante de comisarías, delante del ministerio del interior, en centros comerciales, delante de centros escolares. Al principio, los temas tratados eran principalmente la discriminación étnica y religiosa. Pero, rápidamente, el Teatro popular de Saint-Denis, se puso al servicio de las luchas obreras, realizando representaciones salvajes en sedes de empresas que despedían o precarizaban el empleo, al tiempo que realizaban pingües beneficios. 

Yo creo que la característica más significativa de la labor del teatro popular fue que las obras que se montaban se concebían en común, con el aporte de participantes que nunca se habían interesado por el teatro, pero que descubrían en él un medio poderoso de lucha. Rayan se oponía a quienes buscaban “concientizar” al pueblo. El solo buscaba poner las herramientas del teatro al servicio de las luchas populares. Yo creo que lo que más orgullo le deparó a Rayan, fue el taller de teatro sindical que montó en colaboración con la CGT, el sindicato más combativo y más obrero de Francia.  

Quiero, para concluir este homenaje, dejar constancia del último trabajo de nuestro amigo, que no calificaré de inconcluso, porque confío en que, juntos, le demos vida en las calles. Se trata de una obra que se desarrolla en lugares múltiples y diversos y que retomaba la labor iniciada por aquella representación del teatro popular de Buenos Aires que tanto lo había impresionado en su juventud. Se trata de exigir respuestas que permitan entender cómo, Mario Sandoval, un hombre que ha sido extraditado a Argentina por Francia tras haber sido acusado de crímenes contra la humandiad2,  pudo ejercer la docencia en universidades de Francia y, también adquirir la nacionalidad de dicho país a pesar de haber estado al servicio de la dictadura argentina en los momentos más siniestros de la misma y pese, también, a haber aconsejado a la que tal vez haya sido la peor organización narco y paramilitar del continente latinoamericano, las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). 

Paso a resumir la obra, que pongo a la disposición de todos en nuestra web. 

La acción se desarrolla en diferentes lugares de París y de su región. Sus diferentes escenas, que se representan en la vía pública, buscan forzar diferentes personalidades e instituciones a responder a las preguntas minuciosas y precisas que un docente, Nierenstein, les ha dirigido durante años. No se indica un orden claro en las escenas, pues Rayan sabe que las exigencias organizativas son las que terminarán disponiendo su cronología y que, además, esta última carece de importancia en sí. 

Rayan había estudiado el caso Sandoval y organizó su obra en torno a cinco grandes cuestiones: 

La nacionalidad: ¿En qué condiciones le fue otorgada la nacionalidad francesa a Mario Sandoval? 

Complicidades: ¿Dispuso Sandoval de apoyo o complicidad dentro del aparato militar y de inteligencia francés? 

Recorrido universitario: ¿Quién ha de asumir las responsabilidades del recorrido universitario de Sandoval en Francia? 

Indolencia periodística. ¿Cómo se explica la incuriosidad de los medios de comunicación franceses ante un asunto que hubiera debido suscitar su interés? 

Silencio: ¿Por qué han callado quienes podían exigir explicaciones? 

La obra toma apoyo en los interrogantes que plantean las cartas que manda un docente francés, Nowenstein, que, en el marco de sus labores de professeur agrégé, investiga el caso y que nunca obtiene respuesta. Durante las representaciones, las misivas son repartidas entre el público. 

Las cartas de Nowenstein están publicadas en un anexo a la obra y pueden consultarse en esta web, que es la que Rayan le creó a su personaje -en el mundo real- para favorecer la inmersión del espectador en el universo dramático. 

Ser extranjero, lo sé por experiencia propia, es, a veces, no ser. 

En su lecho de muerte, Rayan me dijo que él nunca había existido, que nunca había llegado a existir, pero que siempre había esperado, que esperaba aun, en sus días postreros que la representación de una obra que él no vería tendría el poder de conferirle, aunque solo fuera retrospectivamente, una forma de existencia. Queridas amigas, queridos amigos, Rayan ha hecho mucho por nosotros. Ahora nos toca conferirle esa existencia que él, con tanto tesón, siempre había anhelado. 

Alocución de Ostreko Jiménez del 22 de marzo de 2039.. 

Hace un año nos reuníamos aquí para rendir homenaje a nuestro malogrado amigo. Hace un año, expresaba yo el deseo de que, juntos, emprendiésemos la tarea de concluir la obra que la muerte había troncado. 

Hoy, lo que me toca expresar es reconocimiento. Reconocimiento a todos aquellos que han hecho realidad mi deseo, que no era otro que verse realizado el sueño que Rayan me confiara en su lecho de muerte. Creo que, hoy, nuestro amigo está más vivo que nunca y que ha perdido ese halo de irrealidad del que adolecía. 

Del éxito de la obra de Rayan, tanto artístico como político, atestiguan los numerosos artículos de prensa que la comentan elogiosamente. Ellos, mejor que yo, demuestran el impacto del trabajo colectivo al que la obra de Rayan dio nacimiento. El florilegio que se ha repartido me dispensará y nos dispensará de largos y enojosos discursos. 

Quiero, sin embargo, hacer una mención especial a un joven escritor que Asmaa, aquí presente y prima de nuestro llorado Rayan ha estudiado profusamente. Me refiero a Jorge Luis Borges, admirador confeso de la obra de Rayan, que reconoce haberse inspirado de la misma y de la vida de nuestro amigo para escribir algunas de sus más aclamadas piezas, verbigracia Las ruinas circulares, Tlön, Uqbar, orbis tertius y que ha llegado a dar el nombre de Ryan, anglicanizando el de nuestro amigo, a uno de sus personajes cuya historia, que lleva por título Tema del traidor y del héroe, contiene estas sorprendentes palabras liminares: La acción transcurre en un país oprimido y tenaz: Polonia, Irlanda, La república de Venecia, algún estado sudamericano o balcánico… Ha transcurrido, mejor dicho, pues aunque el narrador es contemporáneo, la historia referida por él ocurrió al promediar o al empezar el siglo XIX. Digamos (para comodidad narrativa) Irlanda; digamos 1824. 

En realidad, ahora lo entendemos mejor que nunca, Rayan (o Ryan) somos todos. Muchas gracias. 

Anexo: Revista de artículos de la prensa internacional y francesa que aluden a la obra de Rayan. 

Dice The Washington Post

El ministro francés Blanquer ha debido inclinarse, doblegado por el teatro callejero. Tras haber desdeñado durante años las cartas que un docente le dirigía por la vía jerárquica, el ministro se ha comprometido a darles respuesta. Cabe precisar que este cambio de actitud no obedece a la comprensión repentina de la obligación legal que pesa sobre la administración de contesta a las misivas de los ciudadanos. Lo que lo ha provocado, inesperadamente, es el teatro. En efecto, una oscura agrupación parisina integrada por actores desempleados y/o aficionados ha montado una serie de obras callejeras delante del ministerio para exigir respuesta a estas cartas. 

La agrupación, que se hace llamar Teatro popular de Saint-Denis, ha conseguido mediatizar cuestionamientos que, por su aridez jurídica, parecían reservados a los cenáculos universitarios. 

La acción de la agrupación, torpe y modesta en sus inicios, ha adquirido, en muy pocas semanas, un alto grado de profesionalismo. Los habitantes del barrio, los funcionarios del ministerio, pero también la prensa nacional y extranjera son invitados a los espectáculos. Tras practicar algunas detenciones, tras haber enviado a algunos de estos artistas militantes antes los tribunales, el préfet ha debido tolerarlos: la represión no ha hecho más que dar notoriedad a estos singulares happenings político-artísticos… o, peor aún, estimula la inventividad de quienes los organizan. Un ejemplo emblemático de esto tal vez sea el de los intentos del préfet para que la justicia condene a quienes convocan lo que él considera como manifestaciones ilegales. Ante el intento de delictualización de que era objeto el trabajo del Teatro popular de Saint-Denis, un colectivo de artistas contemporáneos acudió en su defensa integrando en sus obras un ingenioso dispositivo numérico que convocaba los eventos gracias a un programa informático que analiza, entre otras fuentes, el contenido de la página web del ministerio y el de la del Teatro popular de Saint-Denis, quien no tiene ya más necesidad de realizar explícitamente las convocatorias…  

Lo más irónico tal vez sea que una obra de uno de estos artistas numéricos adorna el hall del Ministerio de Educación francés. 

El País ha entrevistado a Estrata Erial Gómesdóttir, artista islandesa que ha tenido la idea del Convocador Numérico de Manifestaciones (CNM), gracias a la cual el Teatro popular de Saint-Denis ha podido evitar las condenas por convocatoria ilegal de manifestaciones. 

Entresacamos algunos fragmentos de la entrevista: 

El País: ¿Cómo surge la idea del convocador de manifestaciones

EEG: La idea de base es la de hacer imposible la atribución de la convocatoria de un acto político a una persona determinada. Lo que se busca es crear una situación en la cual no pueda producirse la imputación legal: nadie tiene que ser jurídicamente responsable de las convocatorias. 

El País: ¿Cómo funciona el dispositivo? 

EEG:  El ciudadano telecarga el programa. El programa le indica el lugar y la hora en la que se va a producir la manifestación. La convocatoria se realiza en función de parámetros definidos por el usuario de la aplicación. 

Los colectivos que lo desean incorporan en sus webs la etiqueta “movilización”, que indica su estimación de la necesidad, urgencia y oportunidad de movilizarse. A continuación, el programa realiza la convocatoria. En realidad, lo que hemos creado es un dispositivo fragmentado de autoconvocación: cada ciudadano se convoca a sí mismo. 

El País: ¿Cuál es su conexión con el Teatro Popular de Saint-Denis? 

EEG: La idea de este dispositivo nació durante una estancia de Rayan en Islandia. Él nos comentó el acoso legal que sufrían por convocar sus manifestaciones y a mí se me ocurrió este dispositivo. Pero debo decir, sin poder dar más detalles, que una parte considerable del trabajo ha sido realizada por activistas de Hong-Kong y de China, con quienes colaboro desde hace tiempo. Permítame añadir que lo que hacemos es una respuesta a la criminalización de los movimientos sociales y a la negativa del gobierno francés a aceptar el debate leal y racional. La obra de Rayan se inspira de hechos reales. Lo triste es que la obra misma, que critica el rechazo de la deliberación pública, es objeto de represión. Y ahí es donde aparecemos nosotros, que no hubiésemos surgido sin las negativas sucesivas del gobierno -o del ministro- a entrar en la deliberación leal que Rayan, sus seguidores y sus antecesores llevan reclamando desde hace tanto tiempo. 

Página 12, diario argentino comprometido con la preservación de la memoria de los desaparecidos de la dictadura militar (1976-1983) y que informara abundantemente a sus lectores del caso Sandoval, se congratula de que los innumerables interrogantes que suscita la extraña carrera parisina del expolicía argentino se estén por fin abordando en la sociedad francesa: 

¿Cómo pudo un policía argentino que estuvo al servicio de la dictadura adquirir la nacionalidad francesa? ¿Cómo se explican las presurosas palabras de un exdirector de los servicios secretos galos, que declara a un tiempo que Sandoval es víctima de un linchaje mediático y que no lo ha visto más que en contadísimas ocasiones? ¿Cómo entender que Sandoval haya podido ejercer en el prestigioso IHEAL, recomendado por un ex miembro del ERP a quien hoy es ministro de Educación de Francia y que, por entonces dirigía el Insitituo? ¿Cómo puede concebirse que, en paralelo a sus actividades docentes, Sandoval haya aconsejado a las Autodefensas Unidas de Colombia, grupo paramilitar responsable de decenas de miles de asesinatos y uno de los principales exportadores de cocaína a Europa? 

¿Cómo se explica que en una democracia como la francesa dicho ministro ni asuma las responsabilidades por lo que en el mejor de los casos parece una inverosímil ceguera y que ni siquiera estime necesario expresarse sobre el tema? 

Pero, sin duda, más que los hechos mismos que Rayan decidió denunciar, lo que llama la atención a los corresponsales de la prensa internacional que cubren la actualidad francesa es la originalidad del método empleado para denunciarlos, el de un verbo político y argumentativo que muda en expresión artística para ser audible y oído:  

Escribe el NYT: 

Rayan y sus continuadores asumen sin rubor su defensa de un teatro político, de un teatro que es, ante todo, una herramienta de lucha y, solo subsidiariamente, un objeto artístico. Sin embargo, esta concepción instrumental del arte encierra un homenaje: ciertas cosas son solo audibles a través de la expresión artística. La postura de Rayan Manour, entendida de manera correcta, vivifica tanto el arte como el combate político. 

The Guardian senala que el trabajo de Rayan nos hace comprender la imperiosa necesidad de localizar nuestros actos. En el espacio-tiempo sin límites que representa Internet, dice el diario inglés, las luchas políticas, pero también  la mera existencia humana, se diluye y desvanece: 

Rayan Mansour y sus adeptos ponen el arte al servicio de la política. Lo hacen sin disimulo, de manera ostentosa, con un gusto evidente por la provocación. Sin embargo, nada nos obliga a interpretar el trabajo de Rayan Mansour en términos tan estrechos. Tras la sumisión de lo artístico a lo político se oculta un grito agónico y esencial en defensa de una vida que se encarna en la tierra y que rechaza con desesperación la disolución de lo político o de la mera existencia en el espacio-tiempo sin límites de Internet. Bajo la urgencia de lo político yace la angustia metafísica del hombre cuya existencia corre el albur de desvanecerse en humo, tierra, polvo, sombra, nada, como dice uno de los personajes de la obra, en un guiño al poeta renacentista español Luis de Góngora. 

Una deliberación pública leal es un elemento indispensable en la vida democrática. Rehuirla es un método eficaz de ejercer el poder pues permite sustraerse al cuestionamiento ciudadano. El diario francés Le Monde hace hincapié en el hecho de que la obra muestra primero un cuestionamiento vano, el de Nierenstein, que recurre a la argumentación racional y que no alcanza a producir una respuesta y, aún menos, por supuesto, una refutación. La intervención de Rayan, con su poder de difusión y de convocatoria, con el vector artístico del que dispone, va a obligar al ministro a contestar. Sin embargo, Nierenstein resiste y vindica su papel de iniciador: 

En la obra de Rayan, tenemos un docente que escribe al ministro por la vía jerárquica durante años y que publica sus cartas en un blog. En un primer momento, el docente es objeto de una tentativa de intimidación disciplinaria, pero, rápidamente el ministerio de Educación opta por el silencio y el desdén: dada la nula o casi nula difusión de los escritos del docente, ignorarlos es la mejor opción. El docente parece aceptar la situación, como si, más que las cosas cambien, le interesase poder escribir y publicar, o afirmar que escribe y publica. Tal vez haya, en este docente, como el eco de aquellos monjes medievales convencidos de poder cambiar el mundo con la plegaria. La obra de Rayan puede concebirse como la demostración de la superioridad de la acción sobre la argumentación. Las obras callejeras de Rayan y de sus continuadores han obligado al ministro a explicarse. Lo han obligado allí donde las cartas de Nierenstein han fracasado, donde la argumentación rigurosa y la obligación legal de contestar que pesa sobre la administración han fracasado. Las gentes agolpadas, la calle tomada ilegalmente, algunas detenciones… han puesto sobre el tapete las preguntas a las que Nierenstein nunca obtuvo respuesta y han obligado al ministro a responder. 

Sin embargo, la obra no es solo un alegato en favor de la acción. Durante las representaciones, los actores reparten las cartas argumentadas y racionales de Nierenstein. Durante la obra, Nierenstein le dice a un personaje, que se mofa de su incapacidad para hacer que las cosas cambien: Tú, sin mí, no existes, Pierre

La revista Actas, juega con la idea de invertir los papeles, tomando al pie de la letra la réplica que acabamos de leer y aplicándola a Rayan: 

¿Qué pasa si le damos la vuelta a las cosas y si, en realidad et tímido, el apocado, el riguroso e impotente Nierenstein fuese el creador de Rayan y no un personaje de éste? Acaso la inacción de Nierenstein haya sido, en realidad, la lenta preparación del surgimiento de Rayan. Acaso Nierenstein lo haya calculado todo, incluido el primer acto de todo esto, aquel en el que Rayan, aun ignorante de su destino, asiste extrañado y sorprendido a la primera magia del teatro. Acaso haya Nierenstein organizado o fingido su impotencia e insignificancia para poder publicar sus cartas sin suscitar de reacción, para luego, años después, suscitar su difusión masiva a través de la creación de Rayan. 

Estas hipótesis no son analizadas en detalle. Su enunciación tiene por efecto sugerir la idea de que el hombre de acción tal vez sea Nierenstein. 

El autor del artículo de Actas aborda a continuación el problema desde un punto de vista jurídico: ¿Habría Nierenstein incumplido sus obligaciones de funcionario si hubiera escrito él la obra para luego atribuirla a un moribundo Rayan? ¿Sería él responsable de las representaciones callejeras, que podrían asimilarse a manifestaciones ilegales, delante del ministerio de Educación? 

30 años de algoritmos encarnados, el caso de Borges redivivo. 

La noción de algoritmo encarnado está dando mucho que hablar y su empleo no siempre es tan riguroso como sería deseable. En lo que sigue, se adopta la definición del congreso de algorítmica de París, del 10 de marzo de 2030, que reza: 

Un algoritmo encarnado (AE) es un dispositivo electrónico que produce los actos de lenguaje que hubiera producido un ser humano dado en ciertas circunstancias. 

Los algoritmos encarnados se implantan en bases semi vivas (BSV). Como se sabe, las BSV se producen a partir de embriones de mamíferos (el recurso a embriones humanos está prohibido por la legislación). 

Por el momento, el número de algoritmos encarnados es limitado. Solo se autoriza su creación para prolongar existencias admirables, las de grandes escritores o científicos, por ejemplo. Se rumorea, sin embargo, que en un gran país asiático falto de competencia claves en el sector de los microprocesadores, la industria recurre masivamente a AE producidos a partir de técnicos e ingenieros de excepción. 

Sin embargo, dada la aceleración del progreso en este campo, no cabe dudar de que más temprano que tarde los algoritmos encarnados van a multiplicarse entre nosotros. Resulta, por lo tanto, oportuno recordar hoy lo que se sabe del más conocido de los AE, Borges redivivo

La idea de Borges redivivo surge en un laboratorio francés de informática aplicada, después de que Asmaa Mansour, que se había procurado miles de páginas de borradores de Borges, entrara en contacto con el laboratorio con el fin de conseguir ayuda para analizar el profuso material de que disponía. 

El director del laboratorio, que desdeñaba con vigor los vanos estudios filológicos, le propuso a la joven investigadora que, juntos, resucitasen a Borges. 

Eh, ¿se puede?, preguntó Asmaa. 

Sin decir palabra, el director se levantó y la invitó a seguirlo. 

Asmaa, como su anfitrión, tuvo que revestir una combinación blanca, ponerse una mascarilla y cubrirse la cabeza. 

La sala en la que entraron bañaba en una débil luz azul.  

Había, alineadas, unas treinta o cuarenta cajas transparentes. En ellas, unos tejidos biológicos oscuros que hubiesen sido rojos a la luz del sol. 

Están aprendiendo, es solo el principio, dijo el director, de vuelta al despacho. 

Asmaa aceptó, sin saber muy bien lo que estaba haciendo. 

Borges redivivo fue el primer AE que dio resultados satisfactorios. Las capacidades de Borges redivivo no declinan con el tiempo. Este algoritmo conserva un adelanto no despreciable sobre los demás AE. Según algunos estudios, este adelanto se ha incrementado incluso en los últimos años, lo que no deja de sorprender. 

Los puristas prodigan las tribunas iracundas: el estilo de Borges redivivo no tiene nada que ver con el que atesoran sus obras completas, tal y como fueran publicadas en una época en que los ordenadores no existían o en una época en que sólo existían los precarios dinosaurios silicíticos que dieran su nombre a los de hoy, seres tan radicalmente diferentes de los primeros que solo comparten con ellos el nombre con que los hombres los designan por una costumbre piadosa o por el testarudo conservatismo lingüístico que nos caracteriza. Lo que los puristas no saben, lo que fingen no saber, lo que siguen tercamente empeñados en ignorar, es que, calibrados correctamente los parámetros, Borges redivivo vuelve a enunciar la obra del Borges hombre. Esta proeza, tan banal como desprovista de interés, fue solo una etapa en el desarrollo de Borges redivivo, la que permitió verificar que, puesto en las mismas circunstancias de vida que las del Borges hombre, Borges redivivo producía los mismos enunciados que Borges-hombre. 

A partir de ahora, siguiendo la nomenclatura usual, llamaremos a Borges-hombre, Borges, a secas, y a Borges-redivivio, Borges con un asterisco: Borges* 

Borges* es Borges enriquecido. Es lo que hubiese sido Borges en otras circunstancias, es lo que sería Borges si siguiese vivo. 

Lo que a nosotros nos interesa no son tanto los vericuetos contrafactuales de los mundos que hubieran podido ser, sino lo que Borges tiene que decir del nuestro, lo que esrcibiría Borges si siguiese entre nosotros. 

El hombre, para Huxley, es una criatura neoténica. Su vertiginoso desarrollo intelectual se obtuvo, según el sabio inglés, prolongando indefinidamente su infancia. De ahí, explicaba, que el rostro del hombre adulto presente una similitud tan admirable con la del simio niño. De ahí que su hermano, el escritor, imaginese una historia en que la inmortalidad lleva a quienes la sufren, con el paso de los siglos a un estado de bestialidad de la que la condición humana había escapado3

Afortunadamente, los AE no conocen el deterioro que temiera Huxley, pero sí cambian con el tiempo. Lo que Borges* escribe no es lo que escribiría Borges si hubiese viajado a nuestra época desde su pasado, sino lo que Borges hubiese escrito si siguiese vivo, si hubiese seguido viviendo en el mundo tal y como ha evolucionado desde la fecha de su muerte. Borges* ha conocido la caída del muro de Berlín, la oprobiosa guerra contra Irak, la Pandemia y el vertiginoso holocausto ecológico del mundo en que aun persistimos en vivir quienes no hemos renunciado a las últimas formas de existencia carnal. 

Por eso lo descuidado del estilo no debe sorprendernos. Borges no es el único hombre de letras cuya forma de escribir pasa de un virtuosismo ampuloso de juventud a la serena sobriedad que predomina en sus últimas páginas. Prolongar esta evolución lleva a un franco descuido, que constatamos como una evidencia, pero que no condenamos. 

La evolución ideológica de Borges* es más llamativa, pensamos, que la de su estilo. El racista ha desaparecido en las penumbras del pasado. La fascinación por las armas y por la proeza militar; también. El longevo Borges* ha dado cabida, en lo sucesivo del tiempo, a los dos hermanos Huxley, al doctor Jekyll y a míster Hyde. Los hombres a lo largo del tiempo y las estirpes, en las múltiples formas de sus vástagos, presentan formas variadas y acaso, para nuestras apocadas mentes, contradictorias. El doctor Jekyll y míster Hyde son las dos caras de la misma moneda. 

Yo, hace años, decidí escribir de nuevo el Quijote. Mi empresa, hoy, parece ridículamente insignificante. Quisiera sin embargo recordar algo que no la hace menos vana, pero que, me parece, puede dar una idea de su irreductible dificultad: yo no soy Cervantes. Borges*, por el contrario, sigue siendo Borges. 

Peligroso Vargas Llosa.

Mario Vargas Llosa ha proclamado en numerosas oportunidades que la versión de la historia que termina prevaleciendo en el gran público es la de los grandes autores, como Tolstoi, Victor Hugo o Pérez Galdós. Nada nos impide agregarlo a él también a la lista, por supuesto, como cultor de la novela histórica y como gran escritor que, también, ha de presumirse que es, habiendo el ilustre peruano, como se sabe, recibido el premio Nobel de literatura. Escuchemos al escritor defender la superioridad del novelista sobre el historiador: https://www.youtube.com/watch?v=qpIotJtJLY8 (min 29.13 a 31.15).

Sentimos vergüenza ajena, claro, antes esta inmodestia, pero, dado el predicamento del escritor, tal vez haya que resignarse a dedicar a estas palabras y a otras análogas un poco de tiempo. Sobre todo, vale la pena interrogarse sobre el servilismo con que se acogen afirmaciones de este tipo.

El enunciado de Vargas Llosa es probablemente falso. Lo es menos, sin duda, si lo extendemos al campo de la ficción en general: parece razonable, en efecto, considerar que nuestras representaciones de la Historia estén alimentadas o dominadas por ficciones, si bien más cinematográficas que escritas, hoy. También puede tener una novela una influencia considerable en quien la tenga como única fuente, lo que es una situación que puede darse con frecuencia en nuestras clases (soy profesor). Es muy posible, en efecto, que mis alumnos no sepan del régimen de Trujillo, del golpe contra Jacobo Árbenz, en Guatemala, o de los machiguengas peruanos otra cosa que lo que descubren en los fragmentos que de La fiesta del chivo, de Tiempos recios o de El hablador les he estado dando.

¿Debe esto preocuparnos? ¿Debe esto preocuparnos, en particular, como docentes?

En principio, sí. Sería problemático que mis alumnos terminasen el año confundiendo ficción y realidad o, quedándose con una narración que, por clara que pueda ser, tiene poco que ver con lo que pasó en realidad y nada con el rigor intelectual de los historiadores.

Aprender la Historia con Vargas Llosa es como estudiarla con una revista ilustrada o de corazón: divertido y no forzosamente inútil. Los personajes son vistosos y sencillos, hay sexo, simplificaciones vertiginosas y el relato, eficaz, es fácilmente recordable. Lo que yo tengo que hacer, creo, es estudiar los textos del Nobel peruano, pero confrontándolos con la realidad o con su descripción razonada, que es la Historia. Esta obligación me parece menos acuciante cuando estudio a García Márquez o a Borges. No es que estos autores hayan escrito fuera de su tiempo, sino que no pasa con ellos lo que pasa cuando leemos una novela que trata de un dictador dominicano llamado Trujillo o de un golpista guatemalteco llamado Castillo Armas.

¿Y fuera del ámbito del aula? ¿Deben criticarse de un punto de vista histórico los libros de Vargas Llosa?

Pareciera que no. Pareciera que hacerlo viniese a ser una prueba de incomprensión profunda de lo que es la literatura y un crimen contra ella. Quien ello hiciere, si me fío de lo ocurrido con algunos libros de Vargas Llosa, será tratado, en el mejor de los casos con condescendencia. En todo caso, poca o ninguna crítica de este tipo he encontrado en la prensa durante mis búsquedas para preparar mis clases y sí innúmeros elogios de la maestría del escritor, de sus arduas investigaciones o de lo certero de sus análisis y descripciones.

El escritor, el gran escritor, consigue realizar el prodigio de transmitir la esencia misma de un momento histórico. Donde haya un Vargas Llosa, que se quiten los historiadores. Es lo que entendemos cuando leemos las líneas panegíricas que Tomás Eloy Martínez dedica en El País a La fiesta del chivo en el momento de su publicación:

Hay bibliotecas enteras dedicadas al ascenso y caída del generalísimo Rafael Leónidas Trujillo Molina, dictador de la República Dominicana desde 1930 hasta 1961, pero quien se aventure en la última novela de Mario Vargas Llosa, La fiesta del Chivo, podría pasarlas por alto porque este libro es la destilación prodigiosa de todo ese conocimiento.

Fuente: https://elpais.com/diario/2000/04/15/opinion/955749603_850215.html

El autor, completará esta exhortación con unas conclusiones rotundas y oraculares:

El Trujillo que prevalecerá en la memoria de los latinoamericanos es el hipnótico personaje de su novela y no el de las biografías. A veces hay más verdad en las mentiras de la ficción que en las verdades aparentes de la realidad.

Fuente: ibid

Vargas Llosa también ha prodigado afirmaciones de este tipo, pensando acaso que no está de más añadir a los de sus aduladores sus propios comentarios. O pensándose tal vez moralmente obligado, él también, de defender y enaltecer el gremio de los escritores de novelas históricas al que pertenece.

Lo que Vargas Llosa o Eloy Martínez hacen es ponerse en una situación harto agradable: si incurren en falsedades notorias, invocan los privilegios de la creación. Pero, al mismo tiempo, revindican para sí y para su quehacer los honores de una verdad más profunda que la de los historiadores. Además, cuando los historiadores corrigen a los escritores es con una ruindad propia de sus ingenios apocados y rectilíneos1, no pudiendo, por supuesto, concebirse que el historiador tenga una visión de una época. Por lo demás, el relato simplista de una época no es tal, sino magnífica y artística trabazón de la novela, de la obra de arte. El término trabazón es de Vargas Llosa.

El que los escritores, humanos al fin y al cabo, busquen los halagos y rehúyan la crítica, no tiene porqué escandalizarnos. Más llamativo debería resultarnos la acogida y, como decíamos más arriba, el predicamento de que gozan afirmaciones como las que comentamos. Hay profesores que las repiten con complacencia y diarios que les dan pábulo.

¿Cómo puede ser que El País publique la peregrina afirmación de que Vargas Llosa realiza prodigios? Ver en la expresión una licencia poética no resuelve el problema, porque la sustancia misma de la afirmación que metafóricamente quisiese defenderse es lo problemático.

¿Nos creemos nosotros esas cosas? ¿Se las cree Vargas Llosa? Quiero decir, ¿cómo leemos afirmaciones así? ¿Suspendemos momentáneamente la incredulidad, como cuando, según Coleridge, estamos leyendo una ficción? ¿Y por qué aspiramos tanto todos a que se considere verdadero lo que decimos? Algún día hemos de hablar de la verdad judicial, un enjundioso oxímoro…, pero ocupémonos por el momento de las declaraciones de Vargas Llosa y, sobre todo, de su sorprendente aceptación.

Yo propongo una explicación por círculos concéntricos. Uno, el escritor se ensalza a sí mismo como hacedor de un prodigio inaccesible al historiador. Dos, el profesor (el crítico) hace suya la afirmación, alcanzando así a ser partícipe de una parte de la divinidad. Tres, el alumno (el lector) repite a su vez la afirmación, ganando así prestigio y, también, sacando una buena nota por haber repetido lo asumido colectivamente: como colofón en su disertación sobre realidad y ficción (escribo en Francia, país que adora y enaltece un extraño ejercicio al que se llama « dissertation »), el alumno aventajado citará aquella ocurrente afirmación del Nobel peruano sobre la verdad de las mentiras. Agradecido, emocionado, el docente sonreirá : ¡Ah, dirá, todavía hay alumnos por los que vale la pena luchar!

En esta explicación, todos los actores tienen interés en que se propague el infundio. Todos salen gananciosos. Lo bueno que tiene esta explicación es que no requiere postular el cinismo de Vargas Llosa, ni tampoco una vasta conspiración. Basta con postular la pereza intelectual del escritor, la de sus adláteres y la de sus lectores y, también, acaso, la resignación de quienes perciben la superchería.

Por fortuna, todavía tenemos alumnos indóciles. Aquellos que, cuando se les indica hasta qué punto deben sentirse emocionados de poder leer los textos que ofrecemos a su lectura, se mean de la risa, por traducir, en español castizo, lo que dicen para sus adentros, o cuando hablan entre ellos: Ah, c’est à pisser de rire !

Yo, lo que hago, es declarar con un énfasis excesivo las verdades a la Vargas Llosa. Así, los alumnos tienen en mente lo que tienen que decir en sus dissertations, pero, al mismo tiempo perciben, la ironía y la autoirrisión. A veces no funciona. Muchas veces no funciona. Y tengo que decirles: ¿no me habréis tomado en serio, espero?

La cuestión que se me plantea es doble: ¿qué hacer con Vargas Llosa en clase? y ¿qué hacer con Vargas Llosa en la sociedad? Quiero precisar que no me refiero a cuestiones literarias, sino a la desinformación que suscitan sus libros. Es decir, me refiero a lo que hay que hacer para que la versión engañosa de la historia que promueve el novelista no sustituya a la verdad histórica en las mentes.

Yo veo dos posibilidades.

La primera es reivindicar la necesidad de que las ficciones sean espacios de debate. Esta posición se opone a la que consiste en exigir que los autores establezcan una frontera clara entre realidad y ficción o, igualmente, a la que niega la legitimidad de que un historiador (digo historiador para simplificar, inclúyase aquí a cualquier especialista o a cualquier ciudadano deseoso de argumentar racionalmente) señale las inexactitudes (de detalle o de fondo) de una novela. Vargas Llosa puede seguir escribiendo. También puede seguir diciendo barbaridades. Pero tiene que haber espacios para que se restablezca la verdad histórica por él autor conculcada. A mi entender, tendría que ser esta una reivindicación también compartida por los autores honestos de ficción, que se encontrarán tanto más cómodos cuanto menor sea la posibilidad de confusión entre sus trabajos y la verdad histórica. Dudo que Vargas Llosa la apruebe, ya que el escrutinio de su obra pondría de manifiesto demasiado a lo claro los imperativos ideológicos, los sesgos propagandísticos y las simplificaciones sin fundamento que la impregnan2.

La otra posibilidad es leer a Borges. Pierre Menard autor del Quijote y Tlön, Uqbar, Orbis tertius son ficciones que nos advierten del peligro de que la ficción invada lo real y se vuelva real. Cuando algo así sucede, nos quedamos sin ficción y sin realidad. Cuando algo así pasa nos incumbe a todos, docentes o no, reaccionar. También podemos leer a Lavocat (Fait et fiction. Pour une frontière) o a Schaeffer (Pourquoi la fiction), pero sus textos son demasiado arduos, no solo para quienes gustan de Vargas Llosa, sino también para el mero lector hedonista.

PS: Acaso alguien me sugiera no estudiar a Vargas Llosa en mis clases. Quizás sea lo que que termine haciendo. Pero pienso que también cabe la posibilidad de estudiar sus libros, algunos de ellos, por lo menos, y la recepción que han recibido, como ejemplos de una vasta, de una vastísima producción de desinformación y de deformación de la historia latinoamericana.

1Vargas Llosa califica de rectilíneo al historiador Benito Bermejo, quien revelara la impostura de Enric Marco, un falso deportado: Espantoso y genial

2Demostrar esta afirmación que, por malhumorada que sea, no dejar de ser exacta, me llevaría demasiado tiempo y no creo que sea un trabajo que valga la pena.