Carta de la Virgen de la Esperanza Macarena al arzobispo de Madrid Carlos Osoro.

Carlitos,

Ya sé que eres cardenal, pero como tú estás dale que te pego con aquello de que soy la madre de todos, pues no me queda otra que llamarte Carlitos.

A ver, criatura testaruda, a ver si te enteras de una vez por todas que LA MUJER, como a ti tanto te gusta decir, no existe, que somos millones de individuos y que el hecho de que no nos cuelgue nada entre las piernas no significa que no tengamos personalidad propia. A ver si te enteras que lo de ser madre es algo que pasa o que no pasa, pero que si no pasa, pues no pasa nada, que hay madres que son unas zorras y mujeres muy buenas que no son madres.

Mira, Carlitos, aquí lo dejo, estoy muy ajetreada y la verdad es que tú ya estás lo bastante mayorcito como para echarle solo un vistazo a alguna web feminista y ponerte un poco al tanto de cómo son las cosas.

Ah, se me olvidaba: nada de hablar en mi nombre, por favor, que a ti no te he ido a visitar, ni pienso hacerlo en lo inmediato. Si tienes algo que decirme, le escribes a Sebastian Nowenstein, el presidente de Ateos Sevillanos al Rescate de la Virgen de la Macarena, un chico muy simpático con el que es un gusto conversar. Te tengo que confesar que me cuesta cada vez más trabajo entenderos, a los de la Iglesia. Y desde que empezó el Me Too, pues me voy yo dando cuenta de que no hay razón de que sigamos aguantando vuestro machismo y vuestro paternalismo.

Venga, Carlitos, no me hagas mohínes. No es para darte pena, pero, hijo, es que ya tienes 72 años. Si quieres ser útil y darme una alegría, únete a los sevillanos de buena fe que obran en estos momentos para sacarme de la basílica donde llevo decenas de años conviviendo con ese monstruo de Queipo de Llano.

Un saludo, Carlitos, y ánimo. Cuestiónate, que tú tienes fuerza espiritual para hacerlo.

María Santísima de la Esperanza Macarena Coronada.