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El narrador evoca la casa en que vive y manifiesta su cariño por ella. La casa guarda los recuerdos de su infancia y de sus bisabuelos.
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El narrador y su hermana se habituaron a vivir solos en la casa, que es muy grande. Por la mañana, hacen la limpieza. A veces llegan a creer que fue la casa la que no los dejó casarse. Su « matrimonio de hermanos » será el final de la genealogía asentada por los bisabuelos en la casa, que, supone el narrador, terminará destruida.
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Irene se pasaba el día tejiendo. Su hermano le compraba la lana y aprovechaba para darse una vuelta por las librerías y preguntar por novedades en literatura francesa. La acción transcurre en 1939.
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Al narrador no le interesa hablar de sí mismo, sino de Irene, su hermana, y de la casa. Los hermanos no necesitan ganarse la vida, les llega dinero de los campos.
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Un largo párrafo que describe la casa. El polvo se acumula. Hay mucho polvo en Buenos Aires.
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En este párrafo, aparece un ruido, una amenaza indeterminada. El narrador se tira contra la puerta y la cierra antes de que fuese demasiado tarde. La amenaza parece así confinada.
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El narrador le anuncia a Irene que « han tomado parte del fondo ».
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Al principio, la nueva situación resulta penosa. Sin embargo, también tiene ventajas, en particular el que la limpieza les lleve menos tiempo.
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Los protagonistas dormían mal. A pesar de tener el living de por medio oían los ruidos que hacían por la noche.
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Cuando el narrador y su hermana se hallaban cerca de la parte tomada, eran ruidosos. Cuando estaban alejados, eran silenciosos.
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Una noche, el narrador tiene sed y va a la cocina a buscar agua. Los ruidos se oyen más allá de la puerta de roble.
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Han tomado esta parte, dice Irene.
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Los protagonistas abandonan la casa con lo puesto. El narrador cierra con llave y tira la llave a la alcantarilla. No quiere que algún pobre diablo entre en la casa para robar estando esta tomada.