Síntesis efectuada después de haber estudiado algunos fragmentos de El hablador con mis alumnos.
Los ejes que han estructurado nuestra reflexión los determina el programa oficial que, como docente francés, debo seguir.
Territorio y memoria.
Los machiguengas han sido, de generación en generación, un pueblo nómada. Su memoria parece indisolublemente ligada a ese modo de vida y al territorio inmenso que han recorrido durante siglos.
¿Puede perpetuarse su memoria en los estrechos límites de las aldeas en que los Schneil quieren que vivan? Probablemente no. Probablemente no pueda mantenerse pura una memoria como la de los machiguengas sin el recordatorio y la actualización que supone el recorrer los lugares en que se ha forjado.
Ahora, cabe preguntarse si el presente de un pueblo o de un hombre debe destinarse a la preservación de la memoria. Tal vez prefieran los machiguengas perder la memoria y perder sus territorios para disfrutar de las ventajas de la sedentarización…
Identidades e intercambios.
La llegada de los Schneil da lugar a intercambios entre los machiguengas y el mundo exterior. A través de los Schneil llegan nuevas doctrinas o nuevas formas de organización política o social. Pero quizás más amenazadores aún para la cultura machiguenga sean los intercambios por venir que esta primera irrupción del mundo exterior anuncia.
Roto el aislamiento, agrupados en aldeas los machiguengas, que irán aprendiendo poco a podo el español, podemos prever sin audacia excesiva que los intercambios se volverán cada vez más numerosos e intensos.
La identidad machiguenga, inevitablemente evolucionará. El que los machiguengas puedan o no dotarse con una nueva identidad que les sea propia, el que puedan asimilar los intercambios que se anuncian sin que estos los destruyan es, sin duda, la cuestión fundamental que tantas veces se ha podido plantear.
Y, por supuesto, también es importante en qué comunidad se han de integrar los machiguengas: ¿será la del Perú, nación aún en ciernes? ¿O será más bien la del poderosos vecino del norte que tal vez busque ganarse la fidelidad de poblaciones por encima de los marcos nacionales del país en el que se sitúan sus territorios ancestrales?
Espacio público, espacio privado.
Los machiguengas, una parte de ellos, a lo menos, van a vivir en aldeas. Es un cambio radical que supone pasar de un espacio público ilimitado a otro que será, proporcionalmente minúsculo.
Cabe la posibilidad, por supuesto, de combatir esta afirmación argumentando que la noción de espacio público pierde todo significado cuando la aplicamos a la inmensidad amazónica, que dicha inmensidad no puede ser en ningún caso lo que se denomina espacio público, que no hay espacio público sin personas y de que el nomadismo en la inmensidad vacía de seres humanos que puede parecernos la Amazonía es la negación misma del espacio público tal como nosotros solemos concebirlo, a saber, una suerte de ágora.
¿Qué es el espacio público? ¿Un lugar que podemos recorrer libremente? ¿O un lugar cuya existencia supone la posibilidad de mantener intercambios diversos y variados con los otros hombres?
Si elegimos la primera respuesta ¿debemos aceptar que el espacio privado de los machiguengas es el infinito de la selva amazónica?
Diversidad e inclusión.
En Perú, en nuestro mundo, los machiguengas encarnan la forma más radical de diversidad.
Si sustituimos en nuestra frase el término diversidad por el de inclusión, obtenemos un enunciado válido que viene a significar lo contrario que lo que afirma el primero.
¿Son los machiguengas un pueblo excluido -del Perú, de la modernidad, de la revelación bíblica, del comercio, de la asistencia médica o de la civilización- que es piadoso y bueno integrar en nuestro mundo?
¿O son los machiguengas un ejemplo de la diversidad humana que hay que proteger de la uniformización galopante de nuestro modo de vida?
Agreguemos otra pregunta: ¿es legítimo proteger a la gente de la uniformización sin preguntarle si desea ser salvada?, que por supuesto puede transformarse con unas modificaciones mínimas en otra que no parece ni más ni menos pertinente: ¿es legítimo proteger a la gente de la exclusión sin preguntarle si desea ser protegida?
Y terminemos con esta última: ¿En beneficio de quién actúan los Schneil o Mascarita? ¿En beneficio de los machiguengas o en beneficio del Dios que sirven o de la imagen que ellos tienen de sí mismos?
Arte y poder.
Algunos de vosotros habéis querido privilegiar el eje de Arte y poder en vuestros comentarios. Y habéis encontrado una comprensible dificultad en hacerlo a partir de los fragmentos estudiados.
Una manera de resolver el problema puede ser el establecer una equivalencia entre arte y educación. Ambas actividades pueden percibirse como esfuerzos esencialmente intelectuales desprovistos de una utilidad inmediata o segura en el momento en que se llevan a cabo. En ambos casos, se busca una elevación intelectual o perspectivas más amplias que las que existen antes de que se produzca dicho esfuerzo. Para que el arte o la educación puedan desarrollarse plenamente, han de gozar de reconocimiento social.
En el sistema desarrollado por los Schneil, la educación se efectúa en escuelas bíblicas. Y de una de estas escuelas ha surgido el jefe o líder de Nueva Luz, que es, además, una especie de pastor protestante.
Nada sabemos de las actividades artísticas que puedan ejercerse en la nueva sociedad que los Schneil diseñan para los machiguengas, pero podemos conjeturar que, de una manera o de otra, tendrá que servir el objetivo supremo, que será, según se mire, el de la imposición de una religión o el de la salvación de un pueblo excluido.