Estimada Yolanda Pantin,
He leído algunos de sus poemas y, también, he visto el agua turbia que sale de los grifos de su casa y de los de tantos venezolanos.
Desde hace una semana estoy preparando una clase sobre el relato Dilución, de su compatriota Balza. En dicho relato, el agua que sale de las cañerías es turbia.
Hay también, entre otras muchas cosas, aguas turbias en sus poemas.
¿Podría usted, señora Pantin, decirnos qué son estas aguas turbias, las aguas turbias de Venezuela, para usted?
Yo no sabría explicarles a mis alumnos todo lo que pasa en Venezuela, ni, aun sabiéndolo, tendría tiempo, como docente, para hacerlo. Pero puedo elegir un hecho, algunos hechos, e intentar que entendamos lo que pasa a partir de él, a partir de ellos.
Estoy escribiendo a venezolanos, y a otros, que no lo son. Lo que busco es reunir diferentes lecturas del cuento de Balza, y también, ejercicios de escritura inspirados de dicho cuento. Veo este relato (veo a la literatura en general) como un espacio de intercambio y de conversación que podemos ocupar o dejar yerto. El favorecer que mis alumnos y otros jóvenes lectores (ojalá consiga que haya venezolanos entre ellos) se apropien de estos espacios me parece una tarea adecuada para un docente y me gustaría que tuviese usted a bien contribuir a ella. Usted ha creado un universo para proteger a sus criaturas poéticas en los tiempos convulsos que vive Venezuela. Tal vez nos sea dable proteger un tanto a nuestros jóvenes creando un universo de discusión serena en torno a obras de literatura.
Me ha llamado la atención su afirmación de que los poetas son de su patio: los poetas españoles son del patio español, los venezolanos, del patio venezolano, etc. El pintor del relato de Balza se va, deja la desquiciada ciudad rumbo al sur. ¿Cómo ve la poeta del patio venezolano que es usted esta ida? ¿Cómo ve usted el exilio de millones de venezolanos, poetas algunos de ellos? El del exilio, además del del agua, es otro de los temas de los que me gustaría que nos hablase a través de su lectura de Dilución.
Una última cuestión, señora Pantin. En el relato de Balza, al pintor lo indispone el posible uso partidista de su trabajo por unos amigos suyos. Usted reclama, también, que se deje a la poesía tranquila. Yo me pregunto, sin embargo, si el cuento de Balza, su mera existencia, no es como un mentís de lo que defiende el pintor, de lo que defiende usted, según entiendo. El cuento de Balza es un admirable ejercicio literario, pero no deja por ello de ser un acto político, como lo afirma, por lo demás, el mismo Balza cuando declara que el texto evoca la situación venezolana. No digo que Balza y su relato no puedan salir airosos de esta, acaso aparente, paradoja; digo, no más, que el discutirla es algo de interés. ¿Aceptaría usted comentar esta cuestión?
La saluda atentamente,
Sebastián Nowenstein,
professeur agrégé.
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