Estimados compañeros,
Ayer, intenté explicar rápido a mis alumnos lo que fue el peronismo, para que pudiesen entender la interpretación de Sebreli de la que les hablaba en mi carta anterior y, también, para que pudiesen conectar Casa tomada y su recepción con nuestro programa, que consta de las nociones siguientes:
Mitos y héroes,
Lugares y formas del poder,
Espacios e intercambios y
La idea de progreso
Los alumnos tienen que presentar estas nociones e ilustrarlas con los textos estudiados en clase.
Presentar el peronismo rápido no me fue fácil. Tampoco creo haber sido muy claro. Uno no sabe por dónde empezar o más bien, dónde terminar. Se trataba no de una clase de historia, sino de permitir que se entendiese el contexto en que el crítico Sebreli había formulado su dictamen y de buscar puertas de entrada hacia las nociones mencionadas.
Hablé de la protección de los trabajadores, hablé de la movilización del 17 de octubre del 45, hablé de Evita y de la mórbida historia de su cadáver. También mencioné, creo, lo del aluvión zoológico.
Otro problema es que yo no soy un experto en peronismo. Tampoco lo soy del Quijote, de la obra de Borges o de la crisis catalana. Pero hago lo que puedo para explicarles esas cosas a mis alumnos. Eso tiene lo de ser profesor de secundaria: uno tiene que hablar un poco de todo.
Prosigamos.
Combinar Casa tomada con su tenaz interpretación político-sociológica me permite evocar la noción de Lugares y formas del poder. Si un relato tan abstracto como Casa tomada pudo leerse en clave política, es que todo era político en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX, una Argentina que, a mi entender, no ha terminado de resolver la cuestión del acceso de las clases populares a la centralidad política.
La irrupción de los trabajadores para imponer la liberación de Perón, nos lleva a tratar la cuestión de espacios y de intercambios. La ciudad y el campo, la civilización y la barbarie, lo indígena y lo europeo son temas inagotables en Argentina: ¿cuáles son los espacios que configuran la República Argentina? ¿Qué intercambios hay entre los mismos?
Me propongo recurrir a la famosa foto de las patas en la fuente para ilustrar la situación:
tomada de https://latinta.com.ar/2017/10/gesto-patas-en-la-fuente/
Pero podemos también citar a Martínez Estrada:
“El 17 de octubre volcó a las calles un sedimento social que nadie había reconocido. Parecía una invasión de gente de otro país hablando otro idioma, vistiendo trajes exóticos, y sin embargo, eran nuestros hermanos”
O al mismo Cortázar:
“cuando escribí mis primeros cuentos era un joven liberal antiperonista, bastante exquisito, totalmente alejado del destino de América Latina, incluso de mi propio pueblo”.
(Las dos citas provienen de http://www.marcha.org.ar/las-invasiones-barbaras-el-peronismo-segun-cortazar-i/ )
¿Qué es el progreso social o político? ¿Qué es el progreso para Cortázar, para un trabajador argentino, para un militar, para un universitario, para un terrateniente? Muchas veces, reflexionando con mis alumnos sobre la noción de progreso, hemos llegado a la conclusión que el progreso para unos no siempre es el progreso para otros…
Para el primer Perón, en todo caso, el progreso de la Nación suponía que cada uno contribuyese con lo suyo al esfuerzo nacional:
“Aspiramos también a contar con la incorporación de la clase pudiente para realizar el milagro de que en esta bendita sociedad argentina cada uno dé de sí lo que posea para el bien común: el obrero, sus músculos; la clase media, su inteligencia y su actividad; los ricos, su dinero si fuese necesario. La división de clases había sido creada para la lucha, pero la lucha es destrucción de valores. Nosotros, en cambio, pensamos aprovechar esa división de clases para asegurar una colaboración nacional en la que cada uno ponga de su parte su esfuerzo, su abnegación y su sacrificio para el bien común, que es el bien de la Patria.”
El obrero tenía que aportar sus músculos…: cada uno en su lugar, ¿verdad? Según Adamovsky (de cuyo libro Historia de la clase media argentina entresaco esta cita), el interés exclusivo de Perón por el progreso de los trabajadores proviene de que la clase media nunca le otorgó su apoyo.
Perón, por convicción o por oportunismo, fue transformando su doctrina. Cortázar también, nos recuerda Goloboff en este vídeo y en este artículo. En el caso del escritor, nada permite afirmar que fuera por oportunismo.
La idea de progreso de unos no es la de otros, decíamos… y la idea de progreso de uno hoy no siempre es la idea de progreso que uno tenía ayer.
¿Y podremos empezar leyendo Casa tomada y terminar hablando de Mitos y héroes, así, con mayúscula, para indicar que se trata de la noción que me impone estudiar el programa francés?
Evita. Evita, por supuesto.
En ¡Y la Argentina detuvo su corazón!, documental hagiográfico sobre el sepelio de Eva Duarte, se habla de nueva religión y de una mujer que es la jefa espiritual de la Nación.
En El simulacro, Borges deja constancia de lo que, para el autor, fue una época irreal.
Y nos queda el clásico relato de Rodolfo Walsh, Esa mujer, compuesto con el macabro material de las maniobras de los militares que buscaban aniquilar el mito haciendo desapareceer el cadáver embalsamado de la heroína peronista.
¿Qué es este recorrido iniciado a partir de Casa tomada?
Bueno, en primer lugar, es mi clase.
Yo tengo que conseguir que mis alumnos sean capaces de hablar cinco minutos de cada una de las nociones indicadas más arriba. Para ello, les propongo partir de un texto literario, que tiene la virtud de anclarse fácilmente en las memorias para, después, comentarlo a través del prisma de las nociones.
Pero, más allá de lo escolar, quisiera vindicar la idea de que la manera de leer que proponemos aquí posee un interés intrínseco, un interés cognitivo intrínseco que puede ser una de las virtudes de la literatura o de la ficción para la sociedad. Se tratará, de alguna manera, de contestar a la pregunta que a veces nos hacen los alumnos o que, más a menudo aún, se hacen nuestros alumnos: ¿para qué sirve la literatura? Es, creo, una pregunta pertinente, que yo formularía en términos casi evolucionistas: ¿Cómo puede ser que demos tanta importancia a contar cosas que no son verdad? ¿Cómo puede ser que la práctica de contar cosas que no son verdad y que sabemos todos no ser verdad haya podido perdurar indefinidamente y sea tan universal ?
Pero de eso, podremos hablar otro día, si les parece.
Un saludo cordial,
Sebastián Nowenstein.