Caso Antonio Pastor Martínez, algunas pistas de trabajo y de reflexión.

Yo creo que el caso Pastor Martínez nos plantea varios interrogantes, algunos de los cuales podrían formularse de la manera siguiente:

– ¿Cómo explicar que, en ciertas circunstancias, historiadores o académicos -muy prestigiosos algunos de ellos- puedan abandonar la deontología profesional o el simple sentido común para aceptar sin la menor verificación relatos o producciones mediáticas? Ver en particular las cartas a Ian Gibson y a los profesores Mercedes Vilanova, Remedios Sánchez, Alia Miranda, del Valle CalzadoEgido León.

– ¿Cómo explicar el abandono de toda exigencia deontológica en este asunto por parte de Canal Sur? Ver los intercambios con Canal Sur: carta al señor Durán, mensajes intercambiados con el defensor de la audiencia, carta al defensor del oyente, carta comisión de seguimiento del Parlamento de Andalucía, carta a Roberto Sánchez Benítez, carta a Rafael Camacho,

– ¿Cómo explicar la desidia y ausencia de rigor manifestadas en este asunto por la la Comisión de seguimiento de la RTVA del parlamento de Andalucía? Carta a la Comisión de seguimiento de la RTVA.

– ¿Cuál es el papel que hemos de dar al testimonio en el ámbito escolar? Ver carta a Alia Miranda y del Valle Calzado.

– El tratamiento mediático de la cuestión de la impostura se centra mayoritariamente en la psicología del impostor, pero parece obviar el que sin la amplificación social en que intervienen periodistas, académicos, docentes, dirigentes políticos o ensayistas, la impostura no puede existir. Si bien el artículo de Bermejo y Checa sobre el que se basa este dossier plantea el problema de manera pertinente, llama la atención que la línea propuesta en dicho trabajo no se haya continuado. El mucho más mediatizado caso de Enric Marco, me parece muy significativo en este aspecto: en vez de analizar cómo fue posible la impostura, se procuró al impostor una nueva oleada de celebridad mediática. ¿No habrá permitido, el hurgar en su psicología, evitar cuestiones más serias?

– Y, por último, quizás el más importante de estos interrogantes sea para nosotros el siguiente : ¿qué papel incumbe al docente cuando las instancias universitarias, políticas o mediáticas se muestran incapaces de corregir una falsificación de la historia?