Rutilio

Rutilio.

Lugares y formas del poder

¿Cuál es la realidad en este texto ? Que las brujas existen y que son capaces de volar, con un pasajero, de Italia a Noruega ¿Qué nos dice el protagonista, que se encuentra en Noruega, tras haber acuchillado y asesinado a la bruja gracias a la cual llegó desde Toscana a la región septentrional donde se encuentra ? Que las brujas no existen, pues tal es la posición de la Iglesia. El que Cervantes haya podido escribir esta historia, el que esta historia haya podido ser verosímil nos indica que en la época de que hablamos, el siglo XVII, en España, la verdad no era el resultado del escrutinio o del estudio de la realidad, sino, más bien, una manera de declarar la adhesión de una persona a un grupo. Este texto nos sugiere que el poder de la Iglesia sobre las mentes era considerable pues llevaba a la gente a negar lo que sus ojos le mostraban para afirmar la veracidad de su doctrina y enseñanza.

A nosotros, esta situación nos resulta sin duda chocante. Nos resulta chocante que se pueda así negar la evidencia (cf : 1984, de Orwell, cuando el personaje, indicando su sumisión total al Gran Hermano dice, si mal no recuerdo, que tres dedos son cuatro dedos), pero no hemos de olvidar que durante siglos la Humanidad ha buscado la verdad en textos sagrados más que en el mundo material. Lo que vemos, en todo caso, en este texto, es que la Iglesia, al ser la dueña de la realidad, al ser ella quien delimitaba la frontera entre lo fantástico aceptable (las historias de la biblia, por ejemplo) y lo fantástico inaceptable (el de la cultura popular, llena de brujas y otras criaturas más bien paganas) ejercía un poder considerable sobre los españoles del siglo XVII.

Espacios e intercambios

En la época en que Cervantes escribió el Persiles, la novela de la que proviene este fragmento, la Iglesia intentaba delimitar las fronteras entre lo fantástico o lo sobrenatural aceptable y lo fantástico -o sobrenatural- que no lo era. Así, eran aceptables, es más, eran realidad, las historias de la biblia : Jesús había sido concebido sin pecado, había muerto y resucitado, la hostia era el cuerpo de Dios y el vino su sangre, etc. Y eran en general inaceptables, falsas, aun cuando la Inquisición siguiese condenando, en número decreciente, a brujas, las historias de hechicería (=de sorcellerie). De manera bastante moderna, en efecto, la Iglesia y la Inquisición habían empezado a considerar que las historias de hechicería debían más bien tratarse como cuestiones de salud mental que explicarse por las intervenciones del diablo en la tierra. La Iglesia quería restringir tanto como fuese posible la presencia de lo sobrenatural en lo cotidiano, reservándolo a los grandes mitos fundacionales, mientras que la población, al contrario, tenía la costumbre de convivir con lo maravilloso todos los días.

Mitos y héroes

A veces, por irrisión, se califica de heroico el esfuerzo que se realiza por negar la realidad y convencerse de que las cosas son como en realidad no son : la señora que busca convencerse que todo va bien en su matrimonio, de que todo se va a arreglar, el experto que, en plena crisis, se dice que no hay problema, que sus teorías económicas son igual de buenas que antes, etc, etc. En este sentido, Rutilio es un héroe : se requiere, en efecto, un esfuerzo denodado, un esfuerzo heroico para poder afirmar, como lo hace el personaje, que las brujas no existen, aunque existan, aunque él haya viajado de Italia a Noruega con una de ellas para luego asesinarla, aunque el país, como se lo explican, esté lleno de ese tipo de criaturas.

Según el antropólogo Pascal Boyer, el sentido evolutivo de las creencias religiosas es pagar un billete de entrada en un grupo. Creer en la inmaculada concepción vendría a ser el precio cognitivo que hay que pagar para entrar en la iglesia católica : al ser algo muy difícil de creer, la persona que afirma creer dicho dogma está mostrando su interés y su voluntad de integrarse en el grupo de los católicos. La creencia, el mito, sería un sacrificio de la racionalidad, una amputación de la racionalidad que la persona consiente para demostrar hasta qué punto su deseo de integrarse en tal o cual iglesia es fuerte. Más allá del interés general que esta teoría tenga o no, podemos pensar que lo que describe corresponde a la situación de Rutilio, que prefiere la incomodidad intelectual de negar la evidencia a la soledad a la que lo condenaría el aceptarla1. Un mito es, pues, lo que nos permite no estar solos. Pero, el precio a pagar es renunciar a nuestra libertad de pensar… Se trata, sin duda, de encontrar un -difícil- equilibrio.

1Tertuliano declara con claridad su voluntad de creer en lo absurdo : «El Hijo de Dios fue crucificado: no me avergüenzo de ello, precisamente porque es vergonzoso. El Hijo de Dios murió: esto resulta creíble, precisamente porque es una necedad. Y fue sepultado y resucitó: esto es cierto, porque es imposible»  Citado por Giovanni Reale y Dario Antiseri, Historia del pensamiento filosófico y científico, Herder, 3º edición, 2004, vol. I, pág. 372.