La Virgen no es funcionaria.

Estimados alumnos,

En las últimas clases, hemos estado hablando de la polémica que ha habido en España en torno a la cuestión de las medallas otorgadas a la Virgen.

Como lo recordáis sin duda, en 2014, el ministro Jorge Fernández Díaz otorgó la Medalla de Oro del Mérito policial a la Virgen del Amor. La asociación Europa Laica llevó esta decisión ante los tribunales. Hace poco, el Tribunal Supremo desestimó el último recurso de la asociación, así que la decisión es, ahora, definitiva.

Yo quisiera volver con esta nota a uno de los argumentos más singulares que se han esgrimido en esta, de por sí, singular historia: la Virgen no es funcionaria. Por no serlo, la jueza administrativa debía inhibirse y transmitir el asunto al pleno de la Sala de lo Contencioso Administrativo, que se ocupa de las decisiones en general del ministro.

Resulta llamativa la manera de razonar de la Abogacía del Estado y, también, de la jueza, que hizo suyo el argumento y se inhibió en beneficio de la la Sala de lo Contencioso Administrativo: del que la Virgen no sea funcionaria ni, tampoco, persona no se deduce, como uno hubiera podido pensar, que no se le podía otorgar una medalla destinada a un funcionario o a una persona, sino que no es la jueza normalmente competente en estos temas la que ha de ocuparse del asunto. No es que la decisión de la administración sea nula por imposible, sino que, en realidad, forma parte de las decisiones en general del ministro. Da la impresión que la jueza confunde la expresión en general con el término arbitrario. En vez de decir que el ministro no puede hacer lo que le dé la gana, dice que si el ministro hace lo que le da gana, será que la cosa se inscribe en sus decisiones en general.

Esto me recuerda lo de los grados de teniente del actual rey, que su papá le dio en tres decretos el mismo día -el siete de julio de 1989- cuando, según publico.es, serían necesarios unos 15 años para obtenerlos ¿Habrá sido también una decisión en general del Rey, expresión que, aplicada a Su Majestad, vendría a significar lo mismo que hacer lo que le da a uno la real gana?

Hay tantas cosas raras que están pasando en estos momentos con la justicia española que, debo confesároslo, me pregunto si la explicación que se admite habitualmente, la de que su comportamiento errático se enmarca en el agotamiento profundo del régimen del 78 y de todas sus estructuras, es suficiente. A veces, como aturdido ante el torrentoso caudal del esperpento y de ridículo que se escapa a chorros de mi pantalla me digo: ¿no habrá un complot contra esta pobre Monarquía tan mal nacida?

¿Physaurum polycephalum?, ¿Rosa?, ¿lo de los fondos marinos? Nosotros hemos visto en nuestras clases tantas y tamañas conspiraciones que hoy, al derrumbe estrepitoso del régimen borbónico, le busco, casi sin quererlo, causas externas a su propia esencia.